«Solía vivir en el pueblo de Dagumba, en el área del gobierno local de Marte, en el estado de Borno. Ahora vivo aquí en el campo Muna con mis siete hijos y otras personas que han huido de la violencia.
Durante la temporada de lluvias del año pasado, mi hijo Ibrahim, de dos años, murió de malaria. Se enfermó de repente y había muy poco que yo pudiera hacer para salvarlo. No tenía dinero para llevarlo al hospital y no conocía a nadie que pudiera haberme ayudado. La última vez que vi a mi esposo fue hace dos años. Boko Haram atacó mi pueblo y no tengo idea de si está vivo o muerto.
No quiero perder otro hijo debido a la malaria. Esto es todo lo que puedo pensar desde que comenzaron las lluvias. Me enteré del proyecto gratuito de prevención de la malaria, así que decidí venir aquí. Anoche no pude dormir bien ya que estaba ansiosa por conseguir ese medicamento para Aisha, mi hija de dos años.
A pesar de venir aquí temprano por la mañana, me encontré con una gran multitud. Siento que algunas personas aquí necesitan este medicamento más que yo; parecen más desesperados. También me sentí un poco frustrada y preocupada por no poder obtener el medicamento. Pensé: «¿Qué pasa si pierdo otro hijo?»
Pero después vi a los equipos de MSF organizando las filas, montando tiendas de campaña y dando medicamentos a los niños. Me sentí mejor cuando vi que la fila se movía rápidamente.
Estoy feliz de que Aisha haya podido recibir este medicamento, estará protegida contra la malaria. También recibimos un mosquitero que podemos usar en nuestras tiendas de campaña, pues los anteriores ya están viejos y gastados.»