Malaria
¿Qué es la Malaria?
La malaria es una enfermedad potencialmente mortal, aunque prevenible y curable. La mitad de la población mundial está en riesgo de contraerla. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019 se produjeron 229 millones de casos y 409.000 muertes.
Desde 2010, las muertes por malaria se han reducido en casi todo el mundo. Siempre según la OMS, cada vez más países avanzan hacia la eliminación de la enfermedad: en 2017, 46 países registraron menos de 10.000 casos, frente a los 37 de 2010, y por primera vez, China y El Salvador reportaron cero casos.
Asimismo, en 2018, Paraguay fue certificada como libre de Malaria por la OMS. Estos grandes avances se deben al uso de las pruebas rápidas de diagnóstico y a las nuevas terapias combinadas.
Sin embargo, a pesar de los enormes progresos, la malaria sigue siendo un grave problema de salud pública en muchas regiones.
¿Cómo se transmite la malaria?
La mayoría de casos de malaria son originados por cuatro especies del parásito Plasmodium: falciparum, vivax, ovale y malariae. De todos ellos, el P. falciparum provoca la forma más grave de la enfermedad.
Este parásito es trasmitido al hombre por la picadura de un mosquito hembra del género anófeles: el parásito se multiplica en el hígado y pasa al flujo sanguíneo.
Si otro mosquito pica a esa persona, el insecto se infecta, y así continúa el ciclo de transmisión.
La transmisión depende de las condiciones meteorológicas, en especial de la lluvia, el calor y la humedad, que favorecen la multiplicación del mosquito (que pone sus huevos en el agua).
En muchas regiones, la transmisión es estacional y el pico se produce durante y justo después de las lluvias.
¿Qué síntomas tiene la malaria?
Los síntomas suelen aparecer entre 10 y 15 días después de la picadura, y consisten fundamentalmente en:
- Fiebre
- Dolor articular y de cabeza
- Vómitos
Si no es tratada a tiempo, la malaria puede poner rápidamente en peligro la vida del enfermo.
¿Cómo se diagnostica la malaria?
En caso de fiebre, debe hacerse un examen clínico para buscar otros síntomas, como dolor de cabeza o articular. Para confirmar el diagnóstico, se puede buscar el parásito en la sangre con pruebas de microscopio.
Actualmente también existen pruebas rápidas que, en 15 minutos y con una gota de sangre, permiten saber si una persona está infectada sin necesidad de laboratorio.
La prueba rápida es importante porque permite un diagnóstico y tratamiento precoces: esto puede evitar que la malaria evolucione a la forma grave y potencialmente mortal.
En segundo lugar, permite tratar solamente los casos que realmente son de malaria y no otras enfermedades con síntomas similares, evitando así que los pacientes reciban medicación para una enfermedad que no tienen y que aparezcan resistencias.
¿Cómo se trata la malaria?
En muchas regiones, los parásitos de la malaria han desarrollado resistencias a parte de los medicamentos antipalúdicos tradicionales, como la cloroquina o la sulfadoxina-pirimetamina.
Nuestras investigaciones en el terreno han ayudado a probar que la terapia combinada con artemisinina (TCA) es la más efectiva contra el P. falciparum.
En 2010, la OMS cambió sus guías para recomendar el uso del artesunato (un derivado de la artemisinina) en el tratamiento de pacientes con malaria severa.
La artemisinina es un derivado de una planta de origen chino. De fácil utilización (por vía oral o inyectable), actúa con inmediatez y elimina el parásito en sangre más rápidamente que otras moléculas disponibles.
Se habla de terapias combinadas porque la artemisinina se administra combinada con otras moléculas que siguen siendo eficaces. Esta combinación se utiliza para eliminar totalmente los parásitos del organismo, evitando hospitalizaciones por malaria severa y la aparición de resistencias a la artemisinina.
¿Cómo se previene la malaria?
El propio tratamiento del enfermo contribuye a controlar la propagación de la malaria, pero además existen medidas de prevención tradicionales muy eficaces: las mosquiteras tratadas con insecticida.
Las mosquiteras tratadas con insecticida son un medio importante para controlar la malaria. En las regiones endémicas, las distribuimos (e instruye sobre su uso) a mujeres embarazadas y a niños menores de 5 años, los dos grupos más vulnerables a la malaria severa.
En 2012, utilizamos por primera vez una estrategia de quimioprevención estacional en Chad, Mali y Níger.
Estos programas se desarrollan ya en varios países: durante el pico estacional de la enfermedad, se proporciona a los niños de hasta 5 años un tratamiento mensual con antipalúdicos orales durante un periodo de tres a cuatro meses.
Respuesta de Médicos Sin Fronteras
La malaria es la enfermedad más frecuente en nuestros hospitales y centros de salud. Nuestra prioridad son los niños menores de 5 años y las mujeres embarazadas, que son los grupos más vulnerables a la hora de combatir el parásito cuando la infección ya se ha producido: en estos casos, el rápido diagnóstico y el tratamiento precoz son esenciales para evitar enfermos graves que necesiten hospitalización.
Además, en las regiones endémicas, distribuimos mosquiteras impregnadas a grupos familiares con embarazadas y menores de 5 años, y organizamos sesiones de sensibilización para concientizar sobre la importancia de su uso.
Sumado a ello, desde 2012, llevamos a cabo estrategias preventivas como la quimioprevención de la malaria estacional (SMC, por sus siglas en inglés): durante los tres o cuatro meses de pico de la enfermedad, proporcionamos a los niños de hasta 5 años un tratamiento antipalúdico oral (sulfadoxina-pirimetamina y amodiaquina) durante tres días, una vez al mes. En 2014, entre julio y septiembre, proporcionamos SMC a 735.000 niños de entre 3 meses y 5 años de edad en Níger, Chad y Mali.
En 2014, también realizamos una distribución masiva de antimaláricos en Sierra Leona durante la epidemia de Ébola: durante cuatro días, repartimos 1,8 millones de tratamientos (artesunato-amodiaquina) en Freetown y su periferia.
El tratamiento servía tanto para tratar los casos en curso como para prevenir la enfermedad en el momento de mayor transmisión: el objetivo era reducir la incidencia de la malaria (el brote de Ébola había debilitado mucho el sistema de salud) y evitar la confusión entre ambas enfermedades (cuyos primeros síntomas son similares).
En 2020, tratamos a 2.690.600 pacientes con malaria.
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