Desde que comenzó el conflicto en Yemen, cuatro de los 32 centros de diálisis han tenido que cerrar. Los restantes están quedándose poco a poco sin suministros vitales, limitando así su capacidad para brindar a los pacientes un tratamiento ininterrumpido. Mientras tanto, los pacientes luchan para viajar a los centros que siguen en funcionamiento y pagar su tratamiento.
Los pacientes con insuficiencia renal dependen de máquinas para limpiar su sangre, una función que normalmente realizan los riñones. Estos pacientes normalmente asisten a sesiones de diálisis tres veces por semana: sin embargo, en todo Yemen, las consecuencias de la guerra han reducido el tratamiento a dos sesiones semanales, causando un aumento de los efectos secundarios, una disminución de la calidad de vida y potencialmente, puede provocar la muerte.
“La mayoría de los pacientes con insuficiencia renal normalmente no tienen la fuerza física o el dinero para viajar y recibir su tratamiento”, explica Djoen Besselink, nuestro coordinador general en Yemen. “Incluso si pueden llegar a un centro aún en funcionamiento, es probable que no puedan pagar el tratamiento. Una cifra significativa de pacientes de diálisis son empleados del gobierno que no han recibido sus salarios en 18 meses. Sus posibilidades de acceder a este tratamiento vital son escasas”, añade.
En la puerta del hospital
Mukbil tiene 35 años, padece insuficiencia renal y vive en el parking de un hospital desde hace meses para evitar los gastos de traslado. “No tengo dinero para viajar de mi casa al hospital para cada sesión”, comenta Mukbil, “así que decidí quedarme aquí”.
Saber, de 24 años, puede pagar la diálisis solo porque su suegra vendió todas sus joyas para financiar su continuo tratamiento. “La enfermedad está acabando conmigo y mis seres queridos están sufriendo”, se lamenta.
“La situación de los pacientes con insuficiencia renal es solo un ejemplo de las consecuencias de la guerra sobre la población yemení,” dice Besselink. “Los medicamentos y suministros se están agotando, los trabajadores sanitarios no han recibido un salario en 18 meses, los hospitales están luchando por seguir operativos y muchos han sido objetivo de ataques aéreos o tiroteos, así que se han visto obligados a cerrar, incluidas las instalaciones de MSF. Las necesidades médicas son enormes y la situación es precaria”, explica.
En los últimos dos años, de forma gratuita, hemos importado más de 800 toneladas de suministros para diálisis y realizamos más de 83.000 sesiones de diálisis para unos 800 pacientes. Sin embargo, no podemos cubrir las enormes necesidades en el país: hacemos un llamamiento a otras organizaciones para que intervengan y ayuden a los más de 4.400 pacientes con insuficiencia renal que necesitan tratamiento urgentemente.
Actualmente trabajamos en 11 gobernaciones de Yemen y apoyamos a más de 23 instalaciones médicas en el país.