Estamos en un pequeño hospital rural en Abs (Yemen).
Aunque apenas lo veas en los medios, aquí la guerra continúa… y se está acercando a esta pequeña ciudad. Cuando el conflicto empezó, hace cuatro años, el frente de combate estaba muy lejos, al norte, pero ahora mismo está a tan solo 25 km.
Un acercamiento que causó que, desde 2015, cerca de 100.000 personas se vieran forzadas a huir de los enfrentamientos y se hayan asentado en los alrededores de la ciudad.
Miles de familias con una vida, un hogar, un trabajo, proyectos… que, de un día para otro, tuvieron que abandonarlo todo, en algunos casos desplazándose hasta tres o cuatro veces.
Muchas de estas personas han perdido a seres queridos y ahora sobreviven como pueden en condiciones terribles, sin alimentos, agua potable o infraestructuras de saneamiento básico. Nuestros compañeros que están con ellas comprueban a diario que todas, absolutamente todas, lo primero que piden es comida y agua.
El estado de la sanidad también es catastrófico. Tras años de conflicto, el sistema sanitario de todo Yemen es muy frágil; más del 50% de las estructuras de salud han dejado de funcionar o carecen de personal, medicamentos o equipamiento médico. Y es que en Yemen, el personal sanitario no cobra desde 2017.
La situación del hospital al que apoyamos también es muy difícil. Seguimos aquí gracias al apoyo de nuestros socios y donantes, ya que, ahora mismo, es la única estructura médica que brinda atención secundaria y de urgencias a más de un millón de personas que viven en Abs y en los distritos vecinos. Como si todos los habitantes de Baleares dependieran de un pequeño hospital rural.
Cuando llegamos aquí en 2015, el hospital tenía solo 40 camas. Y aunque fue bombardeado en agosto de 2016, lo reconstruimos y reabrimos en pocos meses. Desde entonces, lo hemos ampliado varias veces y ya dispone de más de 200 camas.
Pero en junio de 2018 nuestro centro de tratamiento del cólera también fue atacado. A cambio, trabajamos duro y conseguimos abrir otro nuevo lo antes posible.
No nos rendimos.
Sin embargo, esas poco más de 200 camas siguen siendo completamente insuficientes para atender las 1.400 urgencias que llegan cada semana. Tampoco bastan para asistir a las 800 mujeres que ingresan en la maternidad para dar a luz o las 300 cirugías que realizamos todos los meses. Sin olvidar los 1.500 casos de cólera que hemos tratado desde enero de 2019 o a las 800 personas con heridas relacionadas con la guerra que hemos atendido en urgencias en los últimos meses.
El hospital empieza a estar desbordado debido al enorme desplazamiento de personas que se ha producido y a la fragilidad extrema del sistema de salud. Y aunque la situación ya es crítica, parece que va a empeorar, porque el reciente recrudecimiento de los combates ha provocado que lleguen más y más personas desplazadas todos los días.
Necesitamos más ayuda y más apoyo. Para hacer frente a esta emergencia y para seguir atendiendo a estas personas y salvando miles de vidas en el hospital de Abs.
En verano pasado, alcanzamos un triste récord: desde el inicio de la guerra, no habíamos atendido a tantos niños desnutridos, tantos bebés prematuros, tantas mujeres embarazadas y tantos heridos de guerra.
Somos una de las pocas organizaciones que siguen en Yemen, al lado de la población civil, víctima de las terribles consecuencias de la guerra. A pesar de la situación tan devastadora y de las difíciles condiciones en las que trabajamos, no vamos a rendirnos.