Ante el primer caso de coronavirus COVID-19 confirmado el pasado 10 de abril en Yemen, diferentes autoridades tomaron algunas medidas para planificar una respuesta a la pandemia de COVID-19, pero tras cinco años de guerra el sistema de salud ha colapsado, haciendo casi imposible una respuesta efectiva a la enfermedad con los recursos existentes en el país.
«Es necesario importar urgentemente más equipos de protección personal (EPP) y aumentar la capacidad para hacer pruebas en Yemen, tanto para el sistema nacional de salud como para las organizaciones humanitarias», aseveró Caroline Seguin, gestora de operaciones de MSF para Yemen. «Las diferentes autoridades yemeníes también deben permitir la entrada de personal médico y de apoyo clave de las organizaciones extranjeras».
A pesar de la escasez mundial de equipos de protección y pruebas, los países como Yemen que son más vulnerables a los efectos del COVID-19 no deben ser olvidados al dividir las existencias de estos suministros. Todos los países también deben hacer su parte para facilitar el movimiento de los trabajadores humanitarios. MSF ha ayudado a las autoridades de Adén y Sanaa a establecer centros de tratamiento para el COVID-19 en ambas ciudades, pero en general casi no hay centros de tratamiento listos para funcionar en el país y son muy pocos los fondos para pagar al personal sanitario.
El limitado número de hospitales y centros de salud en funcionamiento lleva a MSF a creer que la propagación del COVID-19 podría volverse crítica si no se implementan medidas y apoyo adicionales rápidamente.
«Tenemos la fortaleza de que el 90% de nuestro personal en Yemen es yemení, pero un apoyo adicional en las próximas semanas y meses será vital para una fuerza laboral que ya está muy sobrecargada», aseguró Seguin. «Todo el personal que ingrese al país se someterá a 14 días de cuarentena para evitar una mayor propagación de la enfermedad».
El anuncio del primer caso confirmado en Yemen es un acontecimiento preocupante pero inevitable: Yemen fue uno de los últimos países del mundo en registrar casos de COVID-19, tal vez debido a una grave falta de capacidad de realizar pruebas en el país. Los hospitales luchan por satisfacer las necesidades existentes de las personas en Yemen en medio de la guerra. La propagación del COVID-19 ejercería una enorme presión sobre un sistema ya debilitado.
La enfermedad podría propagarse muy rápidamente, particularmente en entornos sobrepoblados como las ciudades y los campos para desplazados. En las zonas rurales, donde los establecimientos de salud apenas existen, la poca o nula posibilidad de realizar pruebas, localizar contactos, el aislamiento e implementar otras medidas de salud pública dificultarían la respuesta.
Los pocos hospitales y centros de salud existentes carecen de la capacidad de cuidados intensivos para tratar a los más enfermos. Se abrumaban rápidamente tratando a las víctimas de los enfrentamientos y su respuesta a otras necesidades médicas.
Además de ayudar a las autoridades en el tratamiento del COVID-19, es vital que los actores humanitarios como MSF tengan el acceso garantizado y podamos continuar con nuestras actividades de emergencia vitales para mujeres que darán a luz, personas heridas en los enfrentamientos, niños que sufren de desnutrición.
En las últimas semanas, MSF ya ha comenzado a colaborar con las diversas autoridades yemeníes en su planificación para la respuesta al coronavirus COVID-19, y haremos todo lo posible para apoyar al pueblo yemení en las próximas semanas. Pero sin la capacidad de traer más personal o suministros, nuestra capacidad seguirá siendo limitada.