Cuando se abrieron las puertas de nuestro centro de tratamiento en mayo de 2002, la situación era crítica: más de un millón de hombres, mujeres, niñas y niños vivían con VIH en la República Democrática del Congo (RDC), pero el tratamiento antirretroviral (ARV) era escaso e inasequible en el país. A principios de la década de los 2000, el virus mataba entre 50.000 y 200.000 personas cada año, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA).
«Para muchas personas, estar infectadas de VIH era una sentencia de muerte», dice la Dra. Maria Mashako, nuestra coordinadora médica en RDC. «El costo del tratamiento antirretroviral lo hizo inaccesible para la mayoría de los pacientes. Fue muy difícil».
Clarisse Mawika, de 60 años, dio positivo en 1999, y recuerda muy bien estos años oscuros:
«No me gusta recordar esos tiempos», comenta. «Cuando recibí el resultado de mi análisis de sangre, pensé ‘prepara tu funeral’. Fue entonces cuando alguien que conocía me habló de MSF».
© Kris Pannecoucke.
Trabajamos contra el VIH en República Democrática del Congo
Al ser el primer centro de salud en ofrecer ARV gratuitos a pacientes en Kinshasa, nuestro centro de tratamiento pronto se vio abrumado por la gran cantidad de personas que necesitaban tratamiento.
«Era insoportable», recuerda la Dra. Mashako, todavía una joven médica en el centro a mediados de la década de 2000. «Las consultas empezaban al amanecer y terminaban por la noche. Había tantos pacientes…».
Para aumentar el acceso a la atención y al tratamiento, comenzamos a apoyar a otros centros de salud y hospitales con el suministro de pruebas de detección, acceso al tratamiento y a la atención gratuitos. Solo en Kinshasa, alrededor de 30 centros de salud se beneficiaron de este apoyo durante las últimas dos décadas.
Nuestros equipos también establecieron un modelo piloto de atención que permitiría a los equipos de enfermería prescribir el tratamiento y hacer un seguimiento de los pacientes con VIH positivo. Esta fue una iniciativa crucial ya que solo un reducido número de médicos por provincia podía hacerlo.
En 20 años, este apoyo dio lugar a la capacitación de innumerables trabajadores sanitarios, ya que cerca de 19.000 personas recibieran tratamiento antirretroviral gratuito sólo en Kinshasa.
«Este apoyo médico fue, por supuesto, esencial, pero no suficiente«, afirma la Dra. Mashako. “Tuvimos que limitar la saturación en los establecimientos de salud y acercar el tratamiento a las y los pacientes. Por eso trabajamos con la red nacional de asociaciones de pacientes para poner en marcha puestos de distribución de ARV, gestionados directamente por los pacientes”.
Clarisse fue una de las personas que impulsó el lanzamiento de esos puestos de distribución comunitarios, llamados «PODI», en la República Democrática del Congo: «Cuando pusimos en marcha los dos primeros puestos en Kinshasa en 2010, había menos de 20 pacientes que recibían su tratamiento», recuerda. “Hoy, hay 17 PODI en ocho provincias, y más de 10,000 pacientes acuden a ellos para obtener sus medicamentos”.
El enfoque tuvo tanto éxito que acabó integrándose en el plan nacional de lucha contra el VIH/SIDA.
Las cifras del VIH son un reflejo de las brechas en la sociedad
A lo largo de los años se han logrado grandes avances en la lucha contra el VIH en la República Democrática del Congo, y la situación actual es simplemente incomparable con la de 2002: el acceso al tratamiento se ha ampliado considerablemente y en los últimos 10 años el número de nuevas infecciones se ha reducido a la mitad.
Sin embargo, nuestro trabajo en el país se ha realizado constantemente en un contexto de recursos nacionales e internacionales insuficientes para ganar la lucha contra el VIH y garantizar el acceso al tratamiento y la atención para todas las personas.
«A lo largo de los años, hemos duplicado su capacidad inicial de camas, pero todavía tenemos que instalar tiendas de campaña con regularidad para acomodar a los pacientes. Esto refleja los inmensos desafíos que siguen existiendo en la lucha contra el VIH/SIDA en la República Democrática del Congo», afirma la Dra. Mashako.
Desde su apertura, más de 21.000 personas han sido admitidas en nuestra unidad avanzada de tratamiento de VIH en Kinshasa.
«En 2021, ONUSIDA aún estimaba que una quinta parte de las 540.000 personas que vivían con VIH en la República Democrática del Congo no tenían acceso al tratamiento y que 14.000 personas habían muerto a causa del VIH en el país», afirma la Dra. Mashako «Como médica, estoy horrorizada de que se sigan perdiendo tantas vidas por nada«.
Es necesaria más ayuda para seguir luchando contra el sida en República Democrática del Congo
La República Democrática del Congo depende casi exclusivamente de donantes internacionales en la lucha contra el VIH/SIDA. Sin embargo, su apoyo es insuficiente dada la magnitud de los retos.
«Esta es una realidad que venimos denunciando desde hace años” señala la Dra. Mashako. “Esta falta de financiación es en gran parte responsable de la falta de pruebas voluntarias gratuitas, la falta de capacitación de profesionales sanitarios, la escasez crónica de medicamentos y de las disparidades masivas en los servicios de VIH entre provincias.”
Según el programa nacional congoleño de lucha contra el VIH, solo tres provincias cuentan con equipos adecuados para medir la carga viral de los pacientes, lo que es clave para evaluar la evolución de la infección y la eficacia del tratamiento. Incluso se han constatado retrocesos en la lucha contra el VIH en los últimos años.
Por ejemplo, las actividades destinadas a reducir la transmisión materno infantil del VIH, mediante la realización de pruebas a mujeres embarazadas y sometiéndolas a tratamiento, están en declive. Una cuarta parte de las niñas y niños que nacieron de madres seropositivas no tuvieron acceso a la profilaxis pediátrica al nacer, en parte debido a la escasez de ARV pediátricos. Y dos tercios de niñas y niños que viven con el VIH no reciben tratamiento ARV.
«El VIH no será derrotado en la República Democrática del Congo si las partes interesadas no aumentan sus esfuerzos», explica la Dra. Mashako. «Si solo tuviera un deseo, sería que MSF no tuviera que estar aquí dentro de 20 años para tratar a tantos pacientes con VIH», concluye.