En la noche del 23 de abril, Kiev sufrió otra oleada de bombardeos masivos. Estos se suman a los devastadores ataques perpetrados en la región de Dnipro y en Kryvyi Rih, que causaron numerosas víctimas. El uso masivo de la fuerza por parte de las tropas rusas en toda Ucrania es implacable. No se respetan ni hospitales, ni edificios residenciales, ni trabajadores humanitarios, ni pacientes; con el uso de drones y misiles de largo alcance, nadie está a salvo en el país.
Durante los ataques de anoche en la capital ucraniana, un misil alcanzó un edificio de viviendas. Los servicios de emergencia siguen buscando supervivientes entre los escombros. Se ha confirmado la muerte de doce personas y más de 70 han resultado heridas, entre ellas seis niños. Muchos heridos siguen hospitalizados con lesiones graves.

Kiev es la sede de las oficinas de coordinación de nuestros equipos en Ucrania, quienes viven y trabajan en la ciudad.
“En estos momentos, nuestro personal, al igual que millones de personas, se enfrenta a bombardeos casi todas las noches. Anoche, algunos de nuestros compañeros pasaron la noche en estaciones de metro, otros no tuvieron más remedio que despertar a sus hijos y refugiarse en sus casas lo mejor que pudieron, mientras las explosiones sacudían el suelo y hacían vibrar las ventanas. Nadie está a salvo, la gente está agotada y muchos viven con miedo”.
Thomas Marchese, director de programas de MSF en Ucrania.
Los ataques contra edificios, hospitales y escuelas en Ucrania son diarios

Este último ataque en Kiev sigue la pauta de los bombardeos en Ucrania: diariamente se producen ataques contra edificios residenciales, hospitales y escuelas. El 5 de abril, los equipos de ambulancias de MSF respondieron a un ataque en Kryvyi Rih, donde murieron 20 personas, entre ellas nueve niños. Una sobreviviente atendida por nuestros paramédicos tenía solo siete años y presentaba una fractura de cadera, un shock hemorrágico y heridas por metralla.
El 23 de abril, un ataque con drones de las fuerzas rusas alcanzó un autobús en Marhanets, en la región de Dnipro, causando la muerte de nueve personas e hiriendo a 50, según informes. Nuestros equipos prestaron apoyo al Ministerio de Salud en el plan de atención a víctimas múltiples, derivando a pacientes con hemorragias graves y heridas por metralla.
Desde que se recrudeció la guerra en Ucrania en 2022, alrededor de 2.000 centros médicos han resultado dañados o destruidos. En los últimos meses, los hospitales de todo el país se han enfrentado a múltiples incidentes con víctimas masivas e incluso se han convertido en objetivos, especialmente en las zonas cercanas al frente, donde el sistema sanitario ya se encuentra bajo una presión enorme.
“La magnitud de los ataques que sufre la población es enorme. Nuestras clínicas móviles han registrado un aumento de los casos de infartos y accidentes cerebrovasculares, afecciones directamente relacionadas con el estrés prolongado. En Ucrania, ningún aspecto de la vida cotidiana se libra de la guerra. Las personas pueden sufrir ataques mientras se desplazan al trabajo, compran pan o llevan a sus hijos al jardín de infancia. No hay avisos, no hay lugares seguros, solo unos segundos entre la vida normal y la violencia extrema. Los civiles nunca deben ser blanco de los ataques”.
Thomas Marchese, director de programas de MSF en Ucrania.
Actualmente, nuestros equipos paramédicos prestan apoyo a las respuestas de emergencia en las regiones de Sumy, Dnipropetrovsk, Járkov, Jersón y Mykolaiv. Los equipos quirúrgicos siguen proporcionando atención vital en hospitales cercanos a las zonas de conflicto activas. La atención de rehabilitación, que incluye fisioterapia y atención de salud mental, continúa en Cherkasy y Odesa, mientras que en Vinnytsia el equipo de salud mental trata el síndrome postraumático causado por la guerra.
Entre las instalaciones médicas de Ucrania, hay una constante: la afluencia de heridos nunca cesa.