Omar Obeid coordina desde hace 14 meses uno de nuestros proyectos en el sur de Siria.
Hace algunas semanas, los combates se intensificaron en la zona: ahora, las fuerzas opositoras se enfrentan para retomar la ciudad de Dara’a. A medida que los bombardeos y ataques aumentan, los hospitales y los centros médicos han tenido que a anunciar su cierre para evitar ser atacados.
Aunque apoyamos varios hospitales en el sur de Siria, nuestra capacidad actual de maniobra en estos centros se está reduciendo, ya que la mayoría son incapaces de responder a las cirugías especializadas que los heridos de guerra tanto necesitan.
Pero, ¿cuáles son las necesidades en el terreno? ¿y los desafíos a los que nos enfrentamos para responder a las violentas batallas en esta región?
Obeid arroja algunas luces sobre estas cuestiones.
¿Qué está pasando en el sur de Siria? ¿en qué estado se encuentra la ayuda humanitaria?
Desde mediados de febrero, en gran parte después de las conversaciones de paz de Astana, la ciudad de Daraa prácticamente ha quedado vacía. Entre 25.000 y 35.000 personas se han desplazado sobre todo a causa de la intensificación de los combates, los bombardeos en la ciudad y las hostilidades en el valle cercano de Yarmuk. Aquellos que han huido se han refugiado en tierras destinadas al cultivo, ubicadas en el sureste de la ciudad, con muy pocas pertenencias y recursos. Desde el valle de Yarmuk hasta el oeste, alrededor de la zona de Ash Sajara, hay aproximadamente 2.000 familias desplazadas –entre 8.000 y 10.000 personas–.
Estamos hablando de una guerra donde la población civil es objetivo de ataques. Sus casas, colegios, tiendas, hospitales y otras estructuras médicas se bombardean, especialmente cuando los combates aumentan. La mayoría de las familias desplazadas van a las ciudades vecinas donde otras familias les acogen.
Pero la situación de la población ya afectada continúa deteriorándose: recordemos que los desplazamientos ya se produjeron en 2016 –cuando estallaron combates similares en las áreas de Sheik Miskin y Atman, y la población se trasladó de Dael e Ibtaa a principios de año–. Ahora, vemos a gente durmiendo en la calle y en las tierras destinadas al cultivo. Las tiendas improvisadas apenas pueden satisfacer el refugio, el agua, o las necesidades higiénicas de las familias.
¿Cuáles son las necesidades en el terreno con la lucha en el sur de Siria?
Con la lucha continúa. Ahora, la mayor preocupación es la protección de la población vulnerable y sus necesidades de vivienda adecuada. Hay pocos campamentos formales en el área de Daraa y, a pesar de los esfuerzos, todavía no se han cumplido las necesidades de refugio adecuadas para la población desplazada. Es por eso que todavía encontramos familias en las calles y tierras destinadas al cultivo, lo que pone en riesgo la vida de miles de personas.
Muchos caminos también han sido cortados o parcialmente cerrados, debido al conflicto y al peligro de esas rutas, desde el oeste de Dara hasta el este, por ejemplo. Estas dificultades de acceso por carretera limitan la asistencia.
En cuanto a las necesidades de salud, aunque MSF y las otras organizaciones hemos tratado de anticiparnos a periodos de mayor violencia, los hospitales y las instalaciones médicas en el sur en su conjunto aún son insuficientes y carecen de fondos. La mayoría de los hospitales no reciben los suministros, medicamentos y fondos que necesitan para cubrir los salarios y los costes de funcionamiento. Aún existen vacíos muy grandes en todos los aspectos de la asistencia sanitaria, ya sea en la secundaria y terciaria, la vacunación de rutina, la salud mental, las enfermedades crónicas y la salud reproductiva, por ejemplo.
La falta de acceso a una atención sanitaria de calidad en el sur de Siria -así como a lo largo de la frontera con Jordania- dificulta la atención quirúrgica especializada en el caso de politraumatismos u operaciones complejas, por ejemplo. En marzo, el número heridos de guerra permitidos en Jordania para tal cuidado aumentó, lo que significa que todavía el país está lejos de cubrir la escala de las necesidades del terreno.
Frente a esas terribles condiciones, ¿qué hace MSF allí y cuáles son los principales desafíos?
La frágil situación en Siria -incluyendo los bombardeos y la siempre presente amenaza de ataques- no solo niega a la población el acceso a las instalaciones médicas, sino que también afecta el alcance y la eficacia de la atención médica que todavía se puede proporcionar. Si bien hemos podido encontrar maneras de proveer asistencia sanitaria en muchas partes del país, incluso en esta zona, ha supuesto un desafío significativo.
Actualmente, apoyamos algunas estructuras hospitalarias en el sur de Siria: a través de un banco de sangre, de apoyo técnico remoto para un hospital con una unidad de urgencias, de salud materno-infantil y de atención para pacientes hospitalizados.
Nuestros proyectos de apoyo se centran en donaciones de equipo médico esencial y material de socorro, en la formación a distancia para el personal dentro de Siria y en otros mecanismos destinados a mantener las instalaciones a flote en estas terribles condiciones.
Nuestra labor se adapta a las necesidades y a la capacidad de otras organizaciones para soportar las instalaciones de salud dentro de Siria. Como tales, algunas instalaciones dependen únicamente de nosotros, mientras que otras reciben apoyo parcial de otras organizaciones (internacionales o locales).
En las últimas seis semanas, la gobernación de Dara’a ha sido testigo de una oleada de 30.000 desplazados internos, mientras la lucha continúa en el sur del país. Allí distribuimos artículos de socorro en dos áreas, ambas están en la primera línea de frente. También respondimos respondió con una distribución de emergencia de 893 kits de artículos de primera necesidad (incluyen kits de higiene, ropa, utensilios de cocina, mantas y colchones).
Cuando los enfrentamientos en Dara’a se intensificaron, donamos una serie de estos kits a la ciudad de Dara’a y Nassib. Sin embargo, el camino entre el este y el oeste de la gobernación puede quedar cortado. Ante esta realidad, planeamos apoyar también un centro de referencia del banco de sangre en un área cercana y hemos dispuesto kits de emergencia y cirugía en algunos centros de salud.
Sin embargo, no estamos allí físicamente allí. Hace mucho que dejamos de estar cerca de los pacientes, aunque la implementación directa de la atención médica es clave en todo el mundo.
La falta de proximidad nos hace estar menos posicionados para responder a las emergencias, dadas las limitaciones como los cambios de las líneas de frente, los obstáculos administrativos y burocráticos, la violencia a lo largo de las vías de acceso y las preocupaciones generales de seguridad. Recientemente, ha habido muchas restricciones a los suministros de cualquiera de las organizaciones permitidas para entrar en Siria. Hay escasez constante. El cierre de la frontera y el aumento de la violencia también ha dificultado la respuesta rápida a las emergencias.
La falta de proximidad también dificulta la provisión de una atención médica de calidad. No solo resulta complejo identificar las lagunas y áreas donde la calidad puede mejorar la calidad, sino que también obstaculiza la supervisión de la calidad actual del abastecimiento de servicios de salud, especialmente cuando ya no tenemos los recursos y las existencias adecuadas disponibles.
También debemos tener en cuenta que trabajamos en un área donde los centros médicas y los hospitales específicamente están bajo ataque; tenemos que ser cuidadosos con nuestras intervenciones. En primer lugar, es difícil encontrar personal médico en general, porque están mal pagados y muy sobrepasados de trabajo. Además, casi todos los hospitales en el sur de Siria han sufrido ataques directos por lo menos una vez, si no repetidamente, desde que comenzó el conflicto. Aquí luchamos para llegar al fondo de la cuestión de la protección no solo desde nuestro propio personal, sino también del hospital. Además, tenemos que equilibrar la atención y los servicios que ofrecemos.
¿Cuáles son algunos de los retos adicionales de operar un proyecto desde un entorno remoto?
Siempre es difícil trabajar desde un entorno remoto, y hay dudas para la asistencia remota compartida dentro de MSF y más allá. Confiamos todo el tiempo en las observaciones de otros actores humanitarios o el personal que tenemos dentro de Siria a la hora de evaluar las necesidades. Hay mucha coordinación necesaria entre nosotros y los actores para entender la realidad sobre el terreno y lo que otras organizaciones y actores hacen. No estamos físicamente allí para presenciarlo en persona. Esto fragmenta la respuesta en su conjunto. A pesar de que hay suficientes actores que operan en una zona relativamente pequeña en el sur de Siria, la respuesta sigue siendo insuficiente y persisten las limitaciones de financiación. Debido a la falta de coordinación, las diferentes prioridades de los diferentes actores y los diferentes sistemas de cada organización, la respuesta a la ayuda en Siria está fragmentada.
La distancia también significa que no se pueden ver cuáles son las condiciones y qué se necesita mejorar en términos de calidad. Hay muchos desafíos también cuando no hay una ocasión de encontrarse y de trabajar de cerca con las personas que están haciendo todo el trabajo duro. La capacitación y el desarrollo de capacidades es un tema enorme, junto con las dificultades de administrar personal de forma remota.
Operamos directamente en cuatro centros de salud en el norte de Siria y prestamos apoyo a más de 150 centros de salud en el país.