El sarampión es una enfermedad viral muy contagiosa. A pesar de que existe una vacuna que la previene, sigue siendo una de las principales causas de muerte en niños y niñas a nivel mundial. Los casos graves son especialmente frecuentes en niños y niñas malnutridos/as, cuyo su sistema inmunitario está debilitado.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el sarampión es la quinta enfermedad que se ha eliminado en el continente americano, después de la viruela (1971), la polio (1994), y la rubéola y el síndrome de la rubéola congénita (2015).
¿Qué es el sarampión?
El sarampión es una enfermedad respiratoria aguda altamente contagiosa que suele transmitirse con facilidad a través del contacto directo y del aire.
¿Qué grupo de edad está en mayor riesgo para padecer sarampión?
Las personas que se encuentran en mayor riesgo de padecer sarampión por complicaciones son:
- Bebés y niños menores de 5 años.
- Personas con inmunidad debilitada: por ejemplo, personas mayores, personas con sistema inmunológico comprometido debido a enfermedades como el cáncer y la leucemia.
- Mujeres embarazadas.
¿Qué causa el sarampión en los niños y cómo se transmite?
El sarampión es causado por un virus, específicamente de la familia paramixovirus , del género Morbillivirus. El mismo es muy contagioso y se propaga de una persona a otra a través de las gotas de saliva cuando tosemos, estornudamos o tenemos contacto personal cercano.
La enfermedad se puede transmitir a otras personas tan pronto como se tenga síntomas.
¿Cuáles son los síntomas del sarampión en niños?
Los síntomas en niños, que empiezan entre 8 y 13 días después de la exposición al virus, son los siguientes:
- Tos
- Fiebre y fatiga
- Erupciones rojas: suelen comenzar en la cabeza y extenderse al tronco y a otras partes del cuerpo.
- Ojos rojos y llorosos
- Dolor de garganta
- Congestión
Los casos graves son más frecuentes en niños y niñas desnutridos, especialmente aquellos con insuficiencia de vitamina A o con un sistema inmunológico debilitado por el VIH/sida u otras enfermedades.
Es una enfermedad que puede complicarse fácilmente, con infecciones de oído, ceguera, neumonías, diarrea severa y deshidratación, desnutrición o encefalitis (inflamación del cerebro), que son más comunes en los niños menores de 5 años o en adultos mayores de 20 años.
En caso de epidemia, en poblaciones con elevados niveles de desnutrición y falta de atención adecuada, hasta un 10% de los enfermos pueden morir, y en la mayoría de los casos será debido a algunas de estas complicaciones.
¿Cómo se puede prevenir el sarampión?
Existe una vacuna segura y económica contra el sarampión y se la considera uno de los mayores avances en salud pública de las últimas décadas. Debido a que el sarampión es una enfermedad infecciosa altamente transmisible, la vacunación es la mejor medida para protegerse contra la enfermedad.
Sin embargo, la cobertura sigue siendo insuficiente en países con un sistema sanitario débil o cuya población tiene dificultades para conseguir atención médica, y esto deja a amplios grupos expuestos a la enfermedad.
En la mayor parte de los países donde trabajamos, el calendario de vacunación solo incluye una dosis contra el sarampión; con esta única dosis, solo el 85% de los niños y niñas están protegidos. Para aumentar este porcentaje al 99%, hace falta una segunda dosis, que muy pocos países han incluido por razones meramente económicas.
¿Cómo se trata el sarampión?
El diagnóstico es esencialmente clínico, pero también puede confirmarse con pruebas serológicas, algo imprescindible para confirmar si se trata de una epidemia.
En cuanto al tratamiento, no existe uno específico: deben tratarse los síntomas y prevenir las complicaciones, así como aislar a los pacientes para frenar la propagación.
Se administran suplementos de vitamina A (reducen la mortalidad a la mitad) y tratamiento para las complicaciones oculares, la estomatitis (una infección vírica bucal), la deshidratación, las deficiencias proteicas y las infecciones de las vías respiratorias.
La mayoría de los enfermos se recuperan en dos o tres semanas, aunque en la fase de convalecencia tienen un riesgo mayor de padecer otras enfermedades como desnutrición o infecciones respiratorias.
Nuestra respuesta ante los brotes de sarampión
Todos los años, nuestros equipos aplican cientos de miles de vacunas contra el sarampión, tanto en epidemias como en el marco de programas rutinarios, así como en respuesta a crisis humanitarias, por ejemplo después de un desplazamiento de población o un terremoto.En 2022, vacunó a 4.124.700 personas contra el sarampión ante brotes epidémicos.
En ambos casos, ponemos en marcha una compleja cadena logística, cuyo objetivo es que las vacunas lleguen a los puestos de vacunación, por muy apartados que estén, siempre conservadas dentro de la cadena de frío.
Por otra parte, también asumimos el tratamiento de los enfermos, con el fin de reducir la mortalidad y frenar el contagio: tratamos los casos simples en ambulatorio y hospitalizamos a los casos graves, aislando a los afectados de los demás pacientes.
Nuestros equipos también se encargan de la vigilancia epidemiológica (para conocer la evolución del brote) y de las actividades de información y sensibilización de la comunidad.