«Estas cifras son un indicio del alto nivel de violencia que ha persistido desde el año pasado», asveró Karel Janssens, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la República Democrática del Congo. «Los impactantes testimonios que hemos escuchado a diario de los sobrevivientes describen cómo las vidas y comunidades de las personas han sido destrozadas, haciéndoles difícil el poder reconstruir sus vidas y seguir adelante.”
Nuestros equipos brindan atención psicológica a los pacientes más traumatizados en sesiones grupales e individuales . Entre marzo y septiembre de este año, 835 personas se beneficiaron de las consultas individuales. La mitad de ellos informó que al menos un miembro de su familia había sido asesinado o que sus casas y pertenencias habían sido saqueadas o destruidas. Uno de cada diez mencionó haber presenciado directamente un asesinato u otro acto de violencia.
De las 2.600 personas tratadas por MSF desde mayo de 2017, 32 eran hombres, algunos de los cuales informaron haber sido obligados, a mano armada, a violar a integrantes de su propia comunidad. Otros 162 eran niños menores de 15 años, incluyendo 22 menores de cinco años.
«La protección para las víctimas, sean niños o adultos, y la asistencia socioeconómica siguen siendo desafíos clave, debido a la limitada disponibilidad de servicios apropiados», explicó Fransisca Baptista de Silva, coordinadora del proyecto de MSF en Kananga.
Las cifras anteriores probablemente revelan solo una parte del problema. Nuestros equipos comenzaron a brindar atención a las víctimas de violencia en mayo de 2017, más de un año después del inicio de la crisis en Kasai, y con un enfoque en las actividades quirúrgicas para pacientes con traumatismos. En septiembre de 2017, en respuesta a las necesidades evidentes, adaptamos nuestras actividades para enfocarnos de forma particular en el tratamiento de las víctimas de violencia sexual. La promoción de la salud a nivel local ha aumentado el número de pacientes, y ahora brindamos atención a una media de más de 200 pacientes mensualmente.
Sin embargo, es preocupante que tres de cada cuatro de las víctimas que hemos tratado solo se presentan para recibir atención un mes o más después de su ataque. La mayoría explica que no estaban al tanto de la disponibilidad de la atención gratuita, o que carecían de los medios para viajar a los centros que ofrecen dichos servicios.
Sin embargo, la atención oportuna a las víctimas de violencia sexual dentro de las 72 horas posteriores a la violación, es una necesidad médica, especialmente para garantizar una protección eficaz contra las infecciones de transmisión sexual, como el VIH.