El 21 de mayo en los pueblos de Ndjondjom, Koundjili y Bohong, a unos 50 kilómetros de distancia de Paoua, en el noroeste de la República Centroafricana, hombres armados atacaron y dispararon a un grupo de civiles que habían logrado reunir con la excusa de organizar una reunión con la comunidad.
“Hombres armados, que usaban ropa militar y estaban armados con Kalashnikovs, llegaron a mi pueblo y pidieron ver a los líderes de la comunidad para organizar una reunión con los habitantes. Las personas se reunieron debajo de un árbol de mangos,” relata Alphonse, uno de los sobrevivientes del ataque, quien resultó herido por los disparos y fue atendido por Médicos Sin Fronteras (MSF).
“Después comenzaron a atarnos. Rompieron mi camiseta para atar mis brazos. Nos pusieron unos encima de otros y comenzaron a disparar. Parecía que estaban lloviendo balas”, concluye.
Tres personas heridas fueron admitidas al Hospital de Paoua, donde trabajan los equipos de MSF. Según Alphonse, muy pocas personas lograron sobrevivir al ataque, y él logró sobrevivir porque fingió estar muerto. “Algunos lograron huir, pero los demás fueron asesinados. Algunos de nuestros familiares nos llevaron en motocicletas al Hospital de Paoua. Me han dicho que siguen encontrando cadáveres en los arbustos que rodean el pueblo.”
Según la ONU y las autoridades centroafricanas, un total de 39 civiles fueron asesinados en Bohong, Ndjondjom y Koundjili, y 15 más fueron masacrados en ataques separados que se presentaron días antes en Maikolo. Es el primer ataque a gran escala tras la relativa calma que siguió a la firma de un tratado de paz entre el gobierno y 14 grupos armados en febrero de 2019.