Actos de valentía extraordinarios
«El 28 de junio de 2017 estalló la violencia en la ciudad fronteriza de Zemio, República Centroafricana.
La salida del ejército de Uganda basado en el lugar dejó al pueblo vulnerable, y pronto hubo un estallido de violencia. Este conflicto obligó a muchos de los habitantes a refugiarse en el hospital del Ministerio de Salud, apoyado por Médicos sin Fronteras (MSF), en el que hay una clínica de atención para casos de VIH.
Con la escalada de violencia, el complejo hospitalario ya no era seguro. Tanto los refugiados como los trabajadores sanitarios huyeron a través de la frontera hacia la República Democrática del Congo. Dejaron atrás una reserva de medicamentos. Entre estos, se encontraban los medicamentos antirretrovirales utilizados para tratar el VIH.
En la vecina República Democrática del Congo, muchas de las personas que huyeron terminaron viviendo en campos de refugiados. Sin embargo, la falta de medicamentos contra el VIH en los campos dio lugar a actos de valentía extraordinarios por parte de los líderes de la comunidad y los trabajadores sanitarios, pues cruzaron la línea del frente, repleta de balas, para llegar hasta los medicamentos que estaban abandonados en Zemio.
Creo que esta valentía estuvo inspirada por los innovadores grupos antirretrovirales de la comunidad VIH (CAGS) que habíamos establecido.
Tratamiento que salva vidas
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es una enfermedad peligrosa: utiliza ciertas células dentro del sistema inmunológico para reproducirse a través de un proceso llamado «replicación viral«. Una vez que el virus se replica, la célula se destruye. Con el tiempo, el VIH destruye el sistema inmunológico del paciente y lleva a una condición conocida como «enfermedad avanzada del VIH». Cuando los pacientes tienen esta afección, incluso las enfermedades como un resfriado común son potencialmente mortales.
Afortunadamente, actualmente el tratamiento está disponible a través de un curso de medicamentos conocidos como antirretrovirales, que evitan que el virus se replique y destruya el sistema inmunológico del paciente. Un tratamiento antirretroviral constante puede ayudar a controlar los niveles de VIH de los pacientes, permitiéndoles llevar una vida larga y saludable.
Un esfuerzo peligroso
Visité Zemio, República Centroafricana, por primera vez en 2015 para evaluar el proyecto de VIH que MSF había establecido ese año. Me tomó tres horas llegar al pueblo rural en avión, desde Bangui, la capital.
Durante mi estadía en Zemio, me sorprendió ver la gran cantidad de pacientes con VIH que el equipo estaba tratando. Me enteré de que el 12 por ciento de todos los habitantes de la ciudad sufrían esta condición. La tasa más elevada del país.
A medida que pasaba más tiempo en el proyecto, noté que muchos de los pacientes que MSF estaba tratando viajaban distancias enormes, a menudo a pie, para recoger su medicamento antirretroviral. Sin embargo, viajar por las carreteras locales era un esfuerzo muy peligroso. Había una gran posibilidad de que los viajeros fueran secuestrados o les robaran sus pertenecias.
Estos problemas me hicieron pensar que la mejor forma para avanzar era intentar introducir grupos antirretrovirales comunitarios, conocidos como «CAG». Estos grupos están formados por pacientes en terapia antirretroviral, conocida como ART, de una comunidad en la misma ubicación geográfica.
Cada grupo tiene un líder que es responsable de recolectar los medicamentos de la clínica central, que posteriormente se distribuyen por la comunidad. Estos grupos les permiten a los pacientes obtener autonomía y responsabilidad sobre su tratamiento, y también pueden ayudar a desestigmatizar el VIH y su tratamiento a medida que se convierte en parte de la vida comunitaria.
Mi idea de presentar a estos grupos no funcionó de inmediato. El equipo de MSF en Zemio decidió contrarrestar estos desafíos de una manera diferente: mediante la descentralización de la distribución de medicamentos a una serie de clínicas más pequeñas cercanas a las comunidades.
En este punto, la situación de seguridad en Zemio era bastante estable. Por ello, la ciudad era relativamente segura en comparación con otras áreas de la República Centroafricana como Boguila, Bossangoa, Bambari y Bria, donde había frecuentes enfrentamientos.
Grupos comunitarios y la guerra civil
Dado que la guerra civil tuvo un alto costo en otras regiones de este país, MSF decidió concentrarse en realizar intervenciones médicas a las personas que viven en las líneas del frente. Eso implicaba entregar las actividades médicas en el centro de Zemio al Ministerio de Salud Centroafricano.
El proyecto de VIH, así como la presura por descubrir la mejor manera para seguir apoyando a los pacientes dada la limitada estructura sanitaria del país, se convirtió en una cuestión apremiante. El equipo en Zemio decidió que MSF debería usar grupos comunitarios para continuar el proyecto y, en noviembre de 2016, regresé a Zemio para ayudar al equipo de MSF a comenzar estos grupos.
Hicimos un mapeo de todos los pacientes y descubrimos que provenían de cuatro áreas principales a lo largo de las carreteras principales que llevan a Zemio: las ciudades de Bangassou, Obo y Bahr, y al otro lado del río, desde la República Democrática del Congo. También descubrimos que algunos pacientes viajaban desde países vecinos como Sudán del Sur. Sorprendentemente, viajaban hasta 250 km a pie para llegar a la clínica.
Cuando MSF comenzó a introducir los grupos, había 1.650 pacientes registrados y 1.500 estaban recibiendo sus medicamentos. Para junio de 2017, de los 1.500 pacientes que tomaban medicamentos contra el VIH habíamos inscrito a 1.057 pacientes en 74 grupos diferentes de ART dentro de la comunidad.
Junto con los grupos comunitarios, también teníamos a 443 pacientes que habían sido transferidos a la «vía rápida de farmacia«, un programa para pacientes estables que no están en los grupos comunitarios. Los pacientes de vía rápida de farmacia recolectan sus medicamentos una vez cada seis meses y se les realizan pruebas de detección del VIH anualmente en una clínica.
En los grupos comunitarios de ART hay pacientes con al menos de seis meses de uso de medicamentos contra el VIH, que no tienen ninguna otra enfermedad grave. Excepcionalmente, también incluyen a mujeres embarazadas. Anteriormente, los grupos de ART comunitarios en diferentes países solían ser muy selectivos con respecto a quién estaba incluido en ellos. En el caso de Zemio, quisimos inscribir a tantos pacientes como fuera posible.
Incluir a las mujeres embarazadas en los grupos implica alentarlas a tomar sus medicamentos contra el VIH y asistir a sus citas de atención prenatal, que a su vez las alienta a dar a luz a sus bebés en la seguridad de los centros médicos.
Esperanza para el futuro
Cuando Zemio se vio envuelto en un conflicto y los habitantes fueron obligados a huir entre junio y agosto de 2017, la difícil situación supuso una prueba temprana para estos grupos. Durante el conflicto, 413 (39,1%) pacientes todavía tenían acceso al tratamiento contra el VIH. Sin los grupos comunitarios, creo que hubiéramos visto un número mucho menor de pacientes con acceso a los medicamentos durante el estallido de violencia en Zemio.
La sobrevivencia de estos grupos en medio del conflicto ofrece esperanza para el futuro. Estamos empezando a ver cómo los pacientes pierden su estigma hacia el VIH y toman control de su condición.
Espero que pronto, gracias a la innovación de los grupos de atención comunitaria, el VIH se convierta en algo parecido a la diabetes, una enfermedad manejada por el paciente.»