Los refugiados rohingyas que huyen hacia Bangladesh necesitan asistencia médica y humanitaria urgente, a la vez que se agrava la ya desesperada situación humanitaria de esta comunidad a lo largo de la frontera de Myanmar.
Para el 6 de septiembre, más de 146.000 personas habían cruzado a Bangladesh, huyendo de la violencia en el estado de Rakhine de Myanmar. Esta cifra, que se suma a las 75.000 personas que han llegado desde que comenzó la violencia en octubre de 2016, representa una de las afluencias más grandes de personas de la etnia rohingya a Bangladesh.
La mayoría de los recién llegados se encuentran en campamentos registrados por ACNUR, en tres nuevos asentamientos improvisados, y entre la comunidad de acogida. Muchos refugiados están varados en ‘tierra de nadie’ en la frontera con Myanmar. Incluso antes de esta última llegada masiva de personas, muchos refugiados rohingya en Bangladesh vivían en condiciones inseguras, hacinadas y poco higiénicas.
«No habíamos presenciado un desplazamiento de esta magnitud aquí en muchos años», dice Pavlo Kolovos, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bangladesh. «Nuestros equipos están observando flujos de personas que llegan sin nada en las manos, extremadamente traumatizados, y sin haber tenido acceso a la atención médica. Muchas de las personas que llegan tienen graves necesidades médicas, como lesiones producto de la violencia, heridas severamente infectadas y complicaciones obstétricas avanzadas. Sin una ampliación de la asistencia humanitaria, los riesgos potenciales para la salud de estas personas son extremadamente preocupantes».
Un padre, de 49 años, le dijo a MSF: «Hui de casa con toda mi familia, pero a mi hijo le dispararon mientras escapabamos. Lo traje al hospital aquí en Bangladesh, pero dejé a los otros miembros de mi familia en el bosque de Myanmar, a la intemperie, simplemente escondidos allí. No he sabido nada de ellos desde hace días. No sé qué hacer, me siento tan desesperado».
MSF ha movilizado más enfermeros, obstetras y médicos para ayudar en la respuesta y ha establecido un segundo pabellón de atención en una de sus dos clínicas en el área de Kutupalong, para dar cabida a un mayor número de pacientes. MSF también está ofreciendo apoyo en las referencias de pacientes a otros hospitales, proporcionando ambulancias las 24 horas del día. Además, dos nuevos equipos médicos móviles están evaluando las necesidades médicas y tratando a los heridos. Adicionalmente, MSF distribuye artículos básicos a los recién llegados.
«Estamos alarmados por el hecho de que cientos de miles de personas que permanecen en Myanmar aún no tengan acceso a la asistencia sanitaria y que no haya actores médicos disponibles o autorizados para responder en el terreno», dice Kolovos. «Debido a que los niveles de cobertura de vacunación en el estado de Rakhine, al norte de Myanmar, son muy bajos, una de las primeras prioridades debería ser la ampliación de las campañas de vacunación contra el sarampión y otras enfermedades entre los recién llegados. También se requieren más esfuerzos para combatir los altos niveles de malnutrición entre los rohingyas que están en Bangladesh, así como entre aquellos que aún se encuentran en el estado de Rakhine».
Aunque ha habido una distribución limitada de alimentos, algunos refugiados sólo han recibido raciones de galletas y el poco acceso al agua potable es una preocupación. «Me dieron siete bolsitas de galletas para alimentar a mis hijos cuando llegué. Eso es todo lo que han comido «, dijo uno de los hombres, padre de cuatro, que llegó hace tres días. «Actualmente nos estamos quedando en una escuela con mi familia, pero el comité de la escuela dijo que tenemos que irnos mañana. No sé a dónde iremos.»