América Latina y el Caribe enfrentan el desplazamiento más grande en su historia reciente, con alrededor de 7 millones de personas migrantes venezolanas distribuidas entre Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Panamá, Trinidad y Tobago, Argentina y Brasil.
En los últimos dos años, la pandemia ha endurecido las condiciones para los migrantes en varios de los países de destino, al favorecer una dinámica inflacionista de los productos básicos y una perspectiva de recesión económica que deja a miles de migrantes sin futuro en algunos países sudamericanos. Por ello, estos factores están generando una migración de retorno a Venezuela, así como un flujo migratorio hacia Estados Unidos.
Desde nuestra organización, hemos constatado tres características generales en el patrón migratorio venezolano de los tres últimos años:
- Características socioeconómicas de la población: la población de Venezuela que migra pertenece a los sectores de menos recursos (en entornos rurales, semirrurales y urbanos) del país y se ha incrementado notablemente el número de grupos familiares jóvenes que migran con niñas y niños menores de 5 años.
- Migración estacional: si bien el destino de migración pretende ser definitivo, en la práctica, las personas migrantes se ven obligadas a cambiar de región, país o hasta retornar a Venezuela. Así, la migración se ha hecho estacional, es decir, las personas más vulnerables se han acostumbrado a hacer varios viajes temporales en busca de trabajo y recursos, para luego regresar a Venezuela.
- El paso de condición en tránsito a asentada: el tiempo que toma una persona migrante de pasar de una condición en tránsito a una condición asentada se ha incrementado considerablemente, lo que conlleva también un aumento de los riesgos, amenazas y vulnerabilidades a su integridad física y su salud mental y afectiva.
Nuestro trabajo con la población migrante en Lima
Nuestro proyecto se ubica en la zona de Lima Norte, un punto de entrada obligado a la ciudad y que ofrece a las personas un acceso fácil al trabajo informal y la vivienda, ya que cuenta con diversas economías de aglomeración, lo que genera un entorno de tránsito y asentamiento permanente.
Según los últimos datos disponibles (INEI-ACNUR-Banco Mundial, Refugee and Migrant Response), desde el año 2010, los distritos de San Martin de Porres y los Olivos asientan a aproximadamente a 300.000 personas venezolanas.
Sin embargo, debido a su condición, esta inserción laboral se da en su gran mayoría en el sector informal, en la venta ambulatoria y en servicios, trabajos sujetos a desprotección legal, subempleo, trabajo forzado y abuso por parte de las personas empleadoras. Sus ingresos diarios permiten costear el alquiler de cuartos o viviendas compartidas con una o varias familias o individuos, bajo acuerdos de arrendamiento flexible (de mes a mes o semana a semana), lo que en algunos grupos sociodemográficos (parejas adolescentes o jóvenes con dos o más hijas o hijos) conlleva a la dificultad de mantener un lugar de habitación fijo. Esto fuerza a las personas migrantes a la rotación permanente de vivienda y, en algunos casos, a la situación de calle.
En los ocho meses de atención de nuestro proyecto, hemos podido realizar sondeos y relevar la siguiente información acerca de la vulnerabilidad a la que estas personas se enfrentan, tanto durante el trayecto como al llegar a Lima:
- Tiempo de viaje de Venezuela a Perú: el 25 % de pacientes emplean entre 7 y 15 días para llegar de Venezuela a Lima. Un 25 % toma alrededor de tres semanas y el 50 % viaja entre 30 y 50 días para llegar a Lima. Luego, al menos un 20 % continúa su viaje hacia localidades regionales de Perú u otros destinos internacionales como Chile, Argentina o Brasil, lo que implica el doble de tiempo en ruta (y, por ende, su exposición a amenazas y peligros).
- Forma de viaje: el 80% de los migrantes viaja en modalidades combinadas entre las denominadas “mulas” (remolques de carga), autobús, y a pie. Solo el 20% fue capaz de contratar un transporte de un punto a otro.
- Lugares para dormir: el 83 % indica haber dormido en la calle o carretera (en autobús) o tiendas de campaña.
- Robo, hostilidad y discriminación: el 47 % fue asaltado, maltratado o discriminado durante el viaje.
- Ingestas diarias: el 44 % solo consume una comida al día.
- Fuentes de nutrición: para alrededor del 66 % de las personas encuestadas, las comidas diarias importantes consisten en pan, galletas y agua.
- Situación de indigencia: al llegar a Lima, el 32 % indica no haber dormido en la calle alguna vez. Sin embargo, el 17% ha declarado haber dormido en la calle entre uno y tres días a la semana, mientras que el 51 % duerme habitualmente en la calle entre cuatro y siete días a la semana.
- Acceso a servicios de salud: en la ruta migrante, solo las organizaciones humanitarias brindan atención de salud.
- Trabajo sexual y trata de personas: en el área en donde está ubicado nuestro proyecto se han formado, por lo menos, tres zonas de trabajo sexual claramente establecidas: Plaza Norte, Megaplaza y Terminal terrestre. Estos servicios son brindados por mujeres en su gran mayoría migrantes. En este contexto, realizamos campañas de sensibilización y atención médicas a las trabajadoras sexuales, lo cual nos permite identificar y atender los casos de trata, abuso laboral y atención médica. Los reportes policiales indican que estas actividades son articuladas por bandas organizadas que funcionan transnacionalmente y captan a las mujeres migrantes desde el trayecto inicial en el norte del continente hasta su entrada en la ciudad de Lima.