Néstor Rubiano es un psicólogo colombiano que ha trabajado en proyectos de salud mental de Médicos Sin Fronteras en zonas de conflicto armado en Colombia, Medio Oriente y en otras regiones de América Latina.
¿Cómo impacta la violencia en la salud mental de la población en las zonas más afectadas de México?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la OMS, la salud mental es el completo disfrute y goce de la persona consigo misma, la relación con los demás y con su entorno. La violencia afecta la salud mental de las personas tanto a nivel individual, es decir el individuo sufre un aumento de trastornos de angustia y en algunos casos, a consecuencia de secuestros o asesinatos de familiares o personas cercanas, hay evidentemente un aumento en los casos de depresión.
Los individuos se aíslan, viven con angustia, temor o en estado de alerta; así como a nivel familiar y social, las personas desconfían los unos de los otros, se rompe el tejido social, lo cual provoca además una afectación en las instituciones, el personal de salud o educativo ya no quiere ir a trabajar por miedo y por consecuencia las escuelas y centros de salud se cierran.
¿Cómo es la atención mental de los equipos de MSF en estos contextos?
MSF brinda atención en salud mental a personas afectadas por la violencia en cuatro proyectos en México; uno de ellos brinda atención a migrantes y refugiados y tiene puntos de atención en Tenosique, Tabasco; en Coatzacoalcos, Veracruz y en la Ciudad de México; uno más que también brinda atención a migrantes así como a la población local está ubicado en Reynosa, Tamaulipas y además contamos con dos proyectos en el estado de Guerrero; uno con base en Acapulco que atiende a la población afectada en el casco urbano y el otro que recorre las regiones Centro y Norte de Tierra Caliente a través de clínicas móviles. En este último punto mencionado, la atención psicológica es integral, es decir, se brinda atención terapéutica a la población por parte de un equipo psicosocial y además los médicos de este proyecto están capacitados para ofrecer una atención farmacológica a aquellos pacientes que están sufriendo o están en riesgo de desarrollar trastornos mentales.
¿Cuál es el riesgo de no atender esta clase de afectaciones?
La primer consecuencia es que el sufrimiento mental se va a mantener, si el sufrimiento se mantiene puede llegar a agudizarse y derivar en un trastorno mental. Si deriva en un trastorno, significa que la persona no tendrá la suficiente capacidad para desempeñarse laboralmente, entonces esto tiene otro impacto a nivel económico dentro de una sociedad.
Paralelo a esto hay una afectación a nivel familiar y social, dónde se alteran las relaciones intrafamiliares, la relación con sus vecinos y su entorno. Hay una pérdida de confianza con el mundo que le rodea. Entonces, el impacto es un impacto fuerte, no solo para la persona que está sufriendo sino que se convierte en un problema que termina afectando al sistema de salud y también al sistema económico de un país y a la sociedad.
La OMS señala a los jóvenes como una de las poblaciones más vulnerables frente a las afectaciones mentales en contextos generalizados de violencia, ¿qué particularidades han encontrado en la atención a esta población?
Los jóvenes usualmente no acuden a los centros de salud a menos de que estén muy enfermos, eso ya es el principal factor de riesgo dentro de un contexto de violencia; lo segundo por decir es que se convierten en presa fácil para ser reclutados por diferentes actores como el crimen organizado o la delincuencia. Tercero es que las conductas de riesgo para llegar a padecer un trastorno mental pueden aumentar debido al aislamiento, al desconocimiento de la necesidad de atención y la falta de atención oportuna.
Esto es un factor determinante si se toma en cuenta que no existe un acceso a la atención en salud mental ni para ellos, ni para la población en general, eso es lo que hemos encontrado nosotros. Jóvenes solos con muchas conductas de riesgo con intentos de suicidio, jóvenes con trastornos que están siendo marginalizados, rechazados, señalados, aislados y los que están sufriendo debido a la violencia directa y la violencia en general.
¿En México y en términos generales, qué le impide a una persona afectada por la violencia recibir atención en salud mental?
Lo primero a decir es que no hay una ley de salud mental en México, hubo un intento de ley que incluía todo lo que es la pirámide de la atención en salud mental psicosocial que promueve la OMS. No hay suficientes psicólogos en el primer nivel de atención y los pocos que hay, no están preparados para brindar una atención de calidad y, en paralelo, algunos médicos del primer nivel de atención no están debidamente capacitados para brindar un tratamiento farmacológico.
Esto ya es en sí un enorme vacío, y que asociado a un contexto de violencia se vuelve más complicado. Hay personas afectadas que no pueden salir de sus comunidades debido a la inseguridad y no están siendo atendidas de manera oportuna y existen personas que están siendo revictimizadas como es el caso de los sobrevivientes de violencia sexual.
En México son muchas las brechas que hay en la atención a la salud mental, lo primero que se necesita hacer entonces es fortalecer el primer nivel de atención para brindar una respuesta oportuna que incluya atención farmacológica y no farmacológica a las personas que están sufriendo.