Por Laura Panqueva Otálora, jefa de comunicación de Médicos Sin Fronteras en México.
Nora Valdivia es una psicóloga de Médicos Sin Fronteras (MSF), testigo de los impactos que desencadenan las políticas migratorias de Estados Unidos y México -como el “Protocolo de Protección a Migrantes”- en la vida y la salud de miles de personas que hoy están expuestas a peligros como el secuestro, llenas de incertidumbre porque no saben qué va a pasar con su futuro, mientras sobreviven en contextos rudos, como Matamoros, a la intemperie, al pie del río o sobre un puente fronterizo, bajo el frío. Esta situación desencadena o agudiza enfermedades físicas y psicológicas, entre ellas las respiratorias y los cuadros de ansiedad.
MSF es la única organización humanitaria que ofrece atención en salud mental a las más de 1.600 personas que aguardan en carpas y que se resisten a separarse por miedo; que aguantan, a pesar de todo, porque lo que menos quieren es volver a sus países de origen donde la muerte es una amenaza constante.
“Mientras caminamos por el puente -relata Nora- me encuentro con muchas situaciones complejas. El otro día, una pequeñita de 3 años me preguntó que si yo vivía allí y le dije que no. Entonces, me dijo que ella sí y me señaló una de las pequeñas carpas. Luego me contó que antes tenía una casa (en Honduras) y su papá trabajaba, pero que aquí ya no lo hacía. Me quedé sorprendida, porque los niños por más pequeños que sean se percatan de los cambios en su vida, de las situaciones que están viviendo; de sus necesidades”.
En el Día Internacional del Migrante (18 de Diciembre) Nora Valdivia, supervisora de salud mental del proyecto, pone en relieve la realidad y desesperanza que sobrellevan los migrantes y solicitantes de asilo en la frontera entre México y Estados Unidos, específicamente en la ciudad fronteriza de Matamoros, donde MSF trabaja desde junio de 2018.
¿Qué desencadenan las afectaciones emocionales de los migrantes y solicitantes de asilo?
Pueden llegar a derivar en una enfermedad. Del daño psicológico puede originarse el daño físico, porque impacta al individuo de manera integral. Estas personas salen de sus países, huyendo en su mayoría de la violencia. Ya vienen con afectaciones que aumentan durante la ruta migratoria por México, donde también sufren situaciones de violencia, extorsión o violencia sexual. A esto hay que agregarle la discriminación, que también conlleva un daño.
¿Qué tipo de casos han visto?
Hemos visto personas que sienten que les está dando un “ataque cardiaco”, pero en realidad es un ataque de pánico, desencadenado por un cuadro de ansiedad. La ansiedad es nuestro principal diagnóstico cuando vemos migrantes. Entre septiembre y noviembre, 61% de nuestros pacientes presentaron síntomas relacionados con esta afectación. En ese tipo de casos, como en los demás, el abordaje de MSF es integral. Ante esto contemplamos la parte médica, para realizar una evaluación global y, al descartar un problema de salud física, integrar el componente de salud mental.
¿Cómo es el trabajo de MSF con los desplazados y solicitantes de asilo en Matamoros?
Tenemos un equipo médico que viene de Reynosa y atiende los lunes y los martes en el puente. Los otros días, las necesidades médicas son cubiertas por las instituciones locales. En la ciudad, también tenemos un equipo integrado por psicólogo, trabajadora social y educadora comunitaria que prestan servicios todos los días de la semana. El psicólogo atiende de manera individual y grupal. La educadora da charlas sobre el cuidado de la salud mental, emocional, y la trabajadora social ofrece soporte para hacer referencias cuando necesitan algún apoyo médico, social o legal. La asistencia también se extiende a los albergues.
¿Qué tan sensibilizada está la población sobre la necesidad de recibir atención en salud mental?
Al principio son desconfiados y por eso la promotora de salud va a cada carpa para explicar nuestro trabajo y así lograr acercarse. Después trabajamos la aceptación a su salud mental para quitar el estigma de que es solo para “locos” y, luego, ya pasamos a la atención.
¿En qué consiste el abordaje de salud mental de MSF?
Es un proceso de psicoterapia. Muchas veces lo que hacemos es dar sesiones únicas por la situación del migrante que se moviliza constantemente. Entonces, en una sesión única tienes que hacer todo lo necesario para sacar al paciente de esa situación y darle herramientas para que afronte sus problemas y pueda enfrentar mejor estos síntomas que van a continuar. Siempre les recomendamos que donde se establezcan, busquen una atención más fija.
¿Cuál es el valor de las sesiones únicas?
Estas sesiones tienen un impacto desde el primer momento en el que hay una persona profesional, empática y cálida que les ofrece un espacio confidencial para escucharlos. Desde ahí estas personas se sienten valoradas, validadas. Por lo general, no reciben este apoyo, entonces para ellas es muy valioso. Además, de las herramientas de autocuidado, relajación y psicoeducación que les damos durante la terapia.
¿Qué tipo de factores agudizan todos estos impactos?
Estar en una zona fronteriza ya es peligroso. Ya vienen con afectaciones desde sus países de origen y durante la ruta, para luego llegar aquí y establecerse durante un tiempo que no saben cuánto va a ser ni qué va a pasar. Entonces los obligan a exponerse a situaciones de violencia, a la intemperie, al mal clima, a problemas de salud por las malas condiciones. Además, los que están esperando su cita para el proceso de asilo, van a la primera y les dan la siguiente dentro de un año. Esas personas no van a querer quedarse y regresan con total desesperanza.
¿Cómo hacen para mantenerse en medio de esta desesperanza?
Resiliencia. Son personas que se adaptan. Buscan los medios. Es tanta la necesidad que eso mismo hace que se adapten al contexto. Su fuerza de voluntad. Resisten. Esas experiencias anteriores los obligan a hacerse más fuertes. Van sobreviviendo.
¿Cuál es la población más vulnerable?
Los niños son los más vulnerables a la inseguridad y a las enfermedades. Más del 50% de nuestros pacientes tienen menos de 15 años. Aquí hay muchos niños porque vienen en familias y las mayores afectaciones médicas son enfermedades respiratorias y gastrointestinales, que representan 67% de los casos atendidos, desde septiembre hasta la primera semana de diciembre. También se exponen a la situación del terreno y al contexto en el que están. Entonces los ves con raspaduras, golpes. No están en condiciones aptas.
¿Cuál es el principal desafío para MSF con esta población en Matamoros?
Es una población muy cambiante. Cada día hay nuevas situaciones. Aparte de tener un contexto muy voluble por la violencia. Aparentemente la ciudad es tranquila, pero en realidad no. También le afecta que en sus alrededores haya otras ciudades con situaciones de violencia continuas, como Reynosa.
¿Qué es lo que más le preocupa a la organización en este momento?
Nos preocupa la exposición continua a situaciones de violencia (secuestros, robos, extorsiones, violencia sexual) en una población extremadamente vulnerable. Las citas de solicitud de asilo de casi un año, que los obliga a regresar a sus países de origen y los expone, de nuevo, a situaciones de violencia, así como a estancias prolongadas en condiciones poco sanitarias. En general, todas las consecuencias que desencadenan estas políticas migratorias que deshumanizan y ponen en peligro la vida de nuestros pacientes.