Empezamos a trabajar porque creíamos que todas las personas tienen su derecho a recibir asistencia médica cuando la necesitan, sea cual sea su origen su religión o su ideología. 50 años después de aquél comienzo, millones de personas en todo el mundo siguen sufriendo crisis y violencia extrema: son personas atrapadas en zonas de conflicto, afectadas por epidemias y pandemias, supervivientes de desastres naturales o personas excluidas de la atención médica.
Durante medio siglo, hemos actuado guiados por los valores de independencia, imparcialidad, humanidad y solidaridad. Hemos trabajado incansablemente para brindar asistencia vital a las poblaciones en peligro en los lugares más difíciles donde las demás organizaciones no llegan.
En 2020, desarrollamos 499 proyectos de acción médica y humanitaria en 88 países.
Hoy, nuestra acción médica y misión humanitaria todavía es necesaria. Desde ayudar a los desplazados por la guerra en Yemen, a responder emergencia por brotes Ébola o rescatar a migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo, seguimos luchando para ayudar y defender a millones de personas que sobreviven a la emergencia humanitaria, a la violencia, a la criminalización o a la deshumanización. Y continuamos haciéndolo gracias al esfuerzo de miles de trabajadores comprometidos y al apoyo económico de más de siete millones de personas en todo el mundo que comparten nuestras ideas (tú también puedes sumarte).
Nuestra misión también consiste en alzar la voz y prestar testimonio, relatando lo que vemos en más de 70 países en todo el mundo y denunciando las injusticias que atraviesan las personas a las que intentamos ayudar.
En 1999, recibimos el Premio Nobel de la Paz. Nuestro entonces presidente internacional, James Orbinski, resumió la esencia del testimonio durante su discurso en aquella ocasión: «No estamos seguros de que la palabra siempre salve vidas, pero sí sabemos con certeza que el silencio mata«.
Aunque no hayan estado nunca en Sudán, pisado un campo de refugiados o agarrado un bisturí, las personas que difunden nuestros mensajes, también son parte fundamental en nuestra acción médico-humanitaria.
Nuestra aventura y misión son humanas. Puede que se dé por sentado, que incluso parezca obvio, pero convenía definirlo hace cinco décadas, y subrayarlo y defenderlo hoy, 50 años después. Necesitamos más humanidad. A diario. Siempre.
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