Mamán Mustafá, es ex coordinador de nuestro proyecto en Herat. A continuación, su testimonio sobre el preocupante aumento de la desnutrición en esa provincia, en el marco de un sistema sanitario débil y deficiente desde hace varios años, que se ha deteriorado aún más debido a la suspensión de la ayuda internacional tras los recientes acontecimientos políticos.
Desde la toma del poder Talibán, ¿Cómo ha sido la situación sanitaria en Herat durante los últimos meses?
El sistema de salud está en riesgo de colapsar en todo el país, mientras que las necesidades son enormes. El acceso a la atención ya era un problema importante en Afganistán mucho antes de la toma de poder de los talibanes, pero hoy la situación se ha degradado aún más; pues se ha suspendido la mayor parte de la ayuda internacional, incluida la financiación del Banco Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para los programas de atención básica y esencial, que cubrían también a la provincia de Herat.
Las instalaciones de salud en el área están cerrando o reduciendo sus actividades, proporcionando servicios mínimos con los recursos aún disponibles. No sabemos qué va a pasar con estas instalaciones. Las personas están desempleadas y viven en la pobreza, no pueden pagar por una atención privada. Además, algunas de las organizaciones humanitarias que anteriormente trabajaban en la zona aún no han reanudado sus actividades por completo.
El hospital de Herat, donde tenemos un centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados, perdió parte de su personal clave, como su director y parte de su personal médico de mayor jerarquía. Abandonaron el país justo antes de llegada de los talibanes.
El resultado ha sido una falta de gobernanza en el hospital y muchos desafíos administrativos. Fuera del centro que gestionamos, los salarios no se han pagado desde hace cinco meses, no hay suficientes suministros médicos ni dinero para pagar el mantenimiento. Mientras tanto, las salas están llenas de pacientes.
En síntesis: las necesidades están en todas partes y el sistema está fallando.
Muchos, incluyendo las Naciones Unidas, han indicado que la desnutrición es actualmente una gran crisis en el país. ¿Qué se ha visto a través de nuestro programa de nutrición?
Nuestros indicadores muestran que la desnutrición es un problema importante. Lo definiría como una crisis inminente que ha comenzado mucho antes de los acontecimientos recientes.
En nuestro centro de alimentación terapéutica en Herat, donde tratamos casos de desnutrición, registramos un aumento de casi el 40% de pacientes admitidos en comparación al mismo período en 2020. El pico de desnutrición de este año superó sus niveles habituales en términos de intensidad y duración. Esperábamos una disminución en septiembre, pero en realidad estamos viendo un aumento adicional en el número de casos.
Últimamente la situación ha empeorado aún más. Nuestro centro de alimentación terapéutica ha estado muy ocupado, con más de 60 nuevas admisiones cada semana y el número de pacientes hospitalizados ha duplicado nuestra capacidad máxima. Esto motivó la decisión de aumentar el número de camas disponibles. Pacientes y familias enteras viajan por más de 15 kilómetros para buscar atención médica; algunos vienen de lugares tan lejanos como las provincias de Badghis, Ghor y Farah, ubicadas a más de 100 kilómetros de distancia.
Sin duda, hay varias razones que explican el aumento de la desnutrición en la región, que probablemente sean indicativas de la situación general de Afganistán: la falta de instalaciones sanitarias en funcionamiento en el área, la recesión económica (con una tasa de inflación de hasta el 30% para los alimentos), la falta de liquidez, el cierre de bancos y una sequía que se espera que persista a lo largo de 2021.
Los recientes atentados en Kunduz y Kandahar fueron un impactante recordatorio de que la inseguridad sigue siendo una preocupación. ¿La seguridad de nuestros equipos en la zona es una preocupación?
En primer lugar, nos esforzamos para que la comunidad sepa que estamos allí para brindar asistencia médica y no para tomar partido en ningún conflicto. Nuestro principal activo es nuestra imparcialidad y la calidad de los servicios que brindamos, respetando siempre la cultura local.
Dicho eso, los ataques en Kunduz y Kandahar fueron realmente impactantes. Ambos atentados fueron reivindicados por el Estado Islámico, que históricamente ataca a grupos como los chiíes y los hazaras (en Herat viven grandes comunidades de ambos grupos) y, en general, a civiles inocentes.
Es posible que esta amenaza se haya visto agravada por la reciente fase de inestabilidad. Hacemos nuestro mejor esfuerzo para monitorear el contexto y minimizar el riesgo de quedar atrapados en un ataque, a sabiendas que no hay forma de eliminar por completo ese riesgo, que de hecho se aplica a todo el mundo en Afganistán, incluido Herat.