Ante la celebración de la cumbre del G7 que tendrá lugar este fin de semana en Taormina, Italia, instamos a los líderes del G7 a que se comprometan a llevar a cabo políticas migratorias más humanas y que dicho compromiso se mantenga a largo plazo.
Frente a la mayor crisis de desplazamiento que el mundo ha conocido desde la Segunda Guerra Mundial, un número cada vez mayor de Gobiernos está adoptando medidas restrictivas y de muy cortas miras basadas en la represión, la detención, las devoluciones en caliente o lo intentos inútiles de disuadir a la gente de llegar a su destino. Estas políticas han dado lugar a una enorme cantidad de sufrimiento a millones de personas en tránsito, muchas de los cuales se han visto obligadas a enfrentarse a todas las formas imaginables de violencia, sin posibilidad de obtener asilo ni la protección internacional que necesitan desesperadamente.
«A través de nuestro trabajo diario, somos testigos de primera mano del impacto que tienen estas políticas. Lo vemos reflejado en el daño que causan a los supervivientes del devastador conflicto sirio, en la inhumana situación en la que se encuentran miles de personas en los centros de detención en Libia, o en el extremo nivel de violencia que soportan los migrantes y refugiados centroamericanos a lo largo de su ruta hacia los EE.UU. y México», afirma la doctora Joanne Liu, nuestra presidenta internacional. «Los países del G7 deberían considerar que las muertes en el mar, los muros fronterizos, ya sean físicos o administrativos, las pésimas condiciones de recepción o de detención que brindan a millones de migrantes y refugiados, y la eventual expulsión de estas personas, son un fracaso humanitario».
Deben adoptarse políticas humanas que se traduzcan en medidas concretas para proteger a los migrantes y los refugiados: canales seguros y legales para buscar protección y pedir asilo; condiciones de acogida seguras y humanas en los países de destino y de tránsito; detección temprana de las vulnerabilidades propias de los migrantes y los refugiados, y la puesta en marcha de un sistema específicamente dedicado a la búsqueda y rescate en el Mediterráneo que sirva para salvar vidas y no para impedir las llegadas a Europa.
Estamos muy preocupados por el creciente número de acuerdos que delegan la gestión de los asuntos migratorios a terceros países que a menudo no son seguros y que ponen en peligro los conceptos mismos de refugio y protección. Entre los últimos ejemplos están el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía y el cínico acuerdo entre Italia y Libia, que financia y promueve la interceptación de migrantes en el mar por parte de los guardacostas libios. Con este último acuerdo, se impide que los migrantes puedan acceder a la protección que precisan y se les condena a sufrir nuevos episodios de violencia, tortura y detención arbitraria en los centros de detención libios, donde se encuentran con unas condiciones de vida inhumana. Y todo ello, a pesar de que lo que ocurre en estos centros es algo ampliamente conocido e incluso aceptado por parte de los políticos de la Unión Europea.
El 23 de mayo, durante una operación de rescate en el Mediterráneo que fue llevada a cabo por varias ONG, los guardacostas libios intimidaron a los migrantes y refugiados de las embarcaciones que se encontraban en apuros y dispararon tiros al aire, haciendo que muchas gente se lanzara aterrorizada al agua y poniendo en peligro la vida de cientos de personas.
«Este es solo un ejemplo más que sirve para demostrar que los guardacostas libios no pueden ser parte de la solución», afirma Loris De Filippi, nuestro presidente de MSF Italia. «La estrategia de Europa para externalizar y traspasar a Libia la gestión de los puntos de entrada de migrantes a través del mar es equivalente a convertirse en cómplices de tortura y de violaciones de derechos humanos, así como a condenar a la gente a que muera o sufra aún más».
Políticas de salud global
Varios asuntos relacionados con la salud mundial también estarán sobre la mesa del G7. Por ello, pedimos que en la agenda de debate se incluya dos asuntos que deberían ser clave: los problemas causados por los altos e inaceptables precios de los medicamentos y la falta de investigación y desarrollo para combatir las infecciones resistentes a los medicamentos.
Los altos precios de los medicamentos están afectando a todos los países. Hoy en día, muchos de los miembros del G7 están teniendo enormes dificultades para pagar los nuevos medicamentos para tratar la hepatitis C. Al mismo tiempo, el actual sistema de investigación y desarrollo no cumple con las necesidades críticas de salud pública, incluyendo todo lo relacionado con el desarrollo de nuevos medicamentos y de métodos de diagnóstico para enfrentar el grave problema que suponen las infecciones resistentes. Las infecciones resistentes a los fármacos son un problema de salud grave y creciente y los pocos fármacos existentes para luchar contra ellas tampoco son asequibles para los pacientes que necesitan de ellos. Solo por poner un ejemplo, conviene recordar que en 2015, la tuberculosis resistente a los medicamentos provocó un tercio de todas las muertes achacables a este tipo de infecciones en todo el mundo.
Los Gobiernos del G7 también deberían establecer nuevos enfoques para la investigación médica y el desarrollo de nuevos fármacos. Se necesitan nuevas fórmulas para lograr que no haya que sufragar el coste de la innovación a través los altos precios de los medicamentos, para asegurar el retorno público de la inversión, para hacer los productos asequibles, y para potenciar que se compartan los datos y conocimientos. En resumen: prioriza las necesidades de salud de las personas frente al despiadado modelo de negocio que está actualmente establecido. El G7 debe tomar medidas urgentes en sus propios países para hacer frente a la epidemia de precios altos que está afectando negativamente a los pacientes de todo el mundo.
«Todos los días, nuestros médicos se enfrentan a la falta de tratamientos eficaces para curar enfermedades como la tuberculosis resistente a los medicamentos», afirma la doctora Els Torreele, directora ejecutiva de nuestra Campaña de Acceso (CAME). «La necesidad de innovación médica es urgente, pero los productos deben ser asequibles y fáciles de usar en los distintos sistemas de salud. El sistema actual de investigación farmacéutica -basado en los monopolios de las patentes y en los altos precios de los medicamentos- está fallando, ya que actualmente no se aborda de manera eficaz el problema que suponen las infecciones resistentes a los fármacos, las epidemias globales como la hepatitis C o los brotes epidémicos como el Ébola, al igual que tampoco se le da la importancia debida a la amenaza que representan una amplia gama de enfermedades no transmisibles».