«Descubrí que el nombre de esta ciudad, Al Qayyarah, tiene su origen en la palabra arábica “tar”. Aparentemente esto se debe a que existen grandes cantidades de alquitrán natural proveniente de la tierra en esta área.
Siguiendo esta lógica, la ciudad checa de Znojmo podría llamarse «Vino», ya que se encuentra en el centro de una conocida región vinícola. Llegué a la conclusión de que mi nuevo lugar de trabajo podría tener mucho en común con mi ciudad natal.
Una similitud entre las dos ciudades son los pacientes. Ellos están aquí también. En Al Qayyarah, el área de captación de nuestro pequeño hospital (es decir, el área donde viven nuestros pacientes) es de alrededor de 250 mil personas. (Revisé el número dos veces)
La travesía hacia Al Qayyarah
Fue bastante difícil llegar aquí, a Al Qayyarah. Primero tuve que viajar a uno de los centros operacionales de MSF (el de París en mi caso), para recibir varios talleres de capacitación y sesiones informativas dirigidas por un colega cirujano y compañeros de los departamentos de Recursos Humanos y seguridad.
Al día siguiente volé a Bagdad vía Estambul. Después de obtener mi visa, abordé mi cuarto avión en 48 horas y me dirigí a la ciudad de Erbil, en el norte de Irak, desde donde MSF gestiona sus actividades en la región.
Había algunos miembros del equipo que compartían casas mientras trabajaban para proporcionar asistencia humanitaria. Yo estaría en una situación similar, como descubriría más tarde.
Mi parada final fue en Al Qayyarah, esta vez en auto.
Un hospital hecho de contenedores
Para quienes se preguntan qué tan rápido es adaptarse al trabajo en MSF, la respuesta es: muy rápido. De pronto te encuentras en un mundo completamente nuevo donde algunos contenedores atornillados, que se parecen al juguete «Mecano», forman un hospital: una sala de emergencias, una unidad de cuidados intensivos, unidad de quemaduras, sección para hombres y mujeres, unidades pediátricas y dos quirófanos. Todo estas instalaciones cubren un área poblada por aproximadamente 250.000 personas.
A uno le gustaría quedarse pasmado por un momento y tal vez incluso hacerle algunas preguntas a alguien. Pero no hay tiempo.
Vi a un joven que había estado esperando en la sala de emergencia desde la noche anterior, su mano derecha había sido herida por una hélice de motor. Mi colega de Japón había sido llamado para otra emergencia, por lo que era mi turno de actuar. No hay tiempo para grandes cirugías reconstructivas en los proyectos de MSF. Todo el trabajo debe hacerse de forma simple y con el máximo efecto.
Poco tiempo después, llegó un caso apresurado de alguien que había estado en un accidente automovilístico. Era una niña pequeña, de nueve años, con heridas en la cara y la boca.
Estaba tratando de curar sus heridas lo mejor que podía. Ni siquiera pregunté cómo estaban los demás porque supuse que a menudo hay familias enteras viajando en automóviles, con muchos más pasajeros de los que debería tener la capacidad del automóvil.
Tres hermanos y la bomba trampa
Mi primer día de trabajo también coincidió con la festividad de Eid, la tan esperada festividad de los musulmanes para conmemorar el final del Ramadán, una oportunidad para que éstos celebren el final del mes sagrado junto con sus familias. Incluso durante los turnos matutinos, el barrio estaba en humor festivo.
Desafortunadamente, no todos celebran el día de esta manera. Alguien decidió colocar una bomba trampa en una carretera a unos 50 kilómetros de nuestro hospital.
El camino había sido usado diariamente por peatones y automóviles durante varios meses desde que Mosul fue tomado por el ejército iraquí. Desafortunadamente, tres hermanos caminaron por el dispositivo que había sido colocado en la mañana…
Uno murió inmediatamente. El otro falleció horas después de llegar a la unidad de emergencia del hospital. Yo estuve a cargo de operar al último hermano. Incluso los cirujanos curtidos tendrían dificultades para escuchar las descripciones de la cirugía.
Sin embargo, después de un par de días, ahora puedo decir que los intestinos del niño se mantienen unidos, sus pulmones funcionan, sus piernas están intactas, y aunque quedan algunas piezas de la metralla, no lo molestarán en el futuro.
Incluso si mi misión hubiera terminado el primer día, habría muchas cosas que nunca olvidaría. Lo que está sucediendo fuera de la puerta del hospital, y por qué está sucediendo, es difícil de entender pero no forma parte del papel de MSF.
Dentro del hospital, todo el mundo, independientemente de su raza, origen étnico, creencia religiosa o política, es simplemente un paciente.»