Es una mañana lluviosa en el barrio de Al-Nahwaran en Mosul, la segunda ciudad de Irak, y un grupo de mujeres hace fila frente a un pequeño centro médico. La tormenta no les ha impedido acudir. Los vientres de algunas de las mujeres muestran el motivo de su visita.
Mariam, una joven de Mosul, está parada frente a la ambulancia de la unidad de maternidad, esperando pacientemente su turno para entrar al edificio. La joven de 20 años está embarazada de tres meses y espera su tercer hijo. Ha venido para su primera revisión prenatal. “Vine aquí porque mis familiares me hablaron de esta unidad de maternidad”, comenta. “Mi cuñada vino aquí antes y me lo recomendó”. Las noticias corren rápido en Mosul y más allá, y en los últimos meses cada vez más mujeres vienen a buscar servicios de maternidad.
Ubicado en la orilla occidental del río Tigris, nuestro centro de maternidad Al-Amal ofrece atención obstétrica de rutina, atención a recién nacidos, servicios de promoción de la salud, planificación familiar y apoyo en salud mental. “Abrimos esta unidad de maternidad porque había necesidades importantes en la ciudad en cuanto al acceso a la atención sanitaria en general, y más aún en el campo de la salud sexual y reproductiva”, explica Yousif Loay Khudur, coordinador adjunto de proyectos de MSF. “Tres años después, muchas mujeres aún necesitan venir aquí porque el sistema de salud de la ciudad está lejos de ser funcional”.
La guerra ha terminado, pero la recuperación lleva años
En junio de 2014, Mosul cayó bajo el control del grupo Estado Islámico. En octubre de 2016, se lanzó una ofensiva militar liderada por una alianza de las fuerzas de seguridad iraquíes y una coalición internacional para retomar la ciudad. La batalla de Mosul se prolongó durante 250 días y fue descrita como uno de los combates urbanos más mortales desde la Segunda Guerra Mundial. En julio de 2017, las autoridades iraquíes declararon oficialmente recuperada la ciudad de Mosul. Sin embargo, cinco años después, muchas instalaciones médicas dañadas en los combates aún no han sido totalmente renovadas y puestas en condiciones de uso, y sigue habiendo una escasez de suministros médicos. Como resultado, miles de familias en Mosul y sus alrededores siguen teniendo dificultades para acceder a una atención médica asequible y de calidad. Entre la población más vulnerable se encuentran las mujeres embarazadas y sus bebés.
“Antes de 2014, el sistema sanitario de Mosul en la ciudad no era perfecto, pero era funcional”, dice Yousif. “Las mujeres solían dar a luz en casa o en uno de los hospitales de la ciudad. Pero durante las operaciones militares de 2016 y 2017, muchas instalaciones médicas fueron dañadas o destruidas y sus equipos fueron robados. La rehabilitación de las instalaciones médicas en la ciudad tardó mucho tiempo en comenzar y, aunque han pasado casi cinco años desde que terminó la batalla de Mosul, todavía hoy sentimos mucho las secuelas. La mayoría de los hospitales y centros de salud aún están siendo reconstruidos. Pero miren a estas mujeres que esperan bebés: simplemente no pueden esperar a que se completen estas renovaciones”.
En respuesta al alto nivel de necesidades insatisfechas tras la batalla de Mosul, en 2017 abrimos una unidad de maternidad especializada en el hospital de Nablus, en el oeste de Mosul, para brindar atención materna y neonatal segura, de alta calidad y gratuita para las mujeres y sus bebés. En julio de 2019, un segundo equipo de MSF abrió la unidad de maternidad de Al-Amal dentro del centro de atención primaria de Al-Rafadain, también en el oeste de Mosul. El año pasado, nuestros equipos en estas dos instalaciones asistieron los nacimientos de casi 15.000 bebés.
Apoyo la salud física y mental de las mujeres
Rafida, de 15 años, dio a luz recientemente a su primer hijo en la unidad de maternidad de Al-Amal, después de enterarse de las instalaciones por sus vecinos y familiares. Sosteniendo a su hijo Layth en sus brazos, dice que está agradecida por la atención que ha recibido. No menos de 35 parteras y supervisoras de parteras trabajan en el centro día y noche, los siete días de la semana, para ayudar a las mujeres a dar a luz a sus bebés.
“En promedio, asistimos entre 10 y 15 partos en un día normal, pero pueden llegar a ser 20 o 25 partos en un día de mucho trabajo”, dice Rahma Adla Abdallah, supervisora de parteras. “Pero desafortunadamente, todavía no podemos cubrir todas las necesidades. Ayudamos a la mayoría de las mujeres, pero debemos tener criterios de admisión para mantener el mejor nivel de atención posible dentro de los límites de nuestros propios recursos”.
Junto con sus colegas, Rahma intenta ayudar a tantas mujeres como puede. Las parteras no solo ayudan en los partos, sino que también brindan atención prenatal y posnatal y servicios de planificación familiar, que atraen a muchas mujeres de toda la ciudad.
Otro servicio clave es la asistencia en salud mental. “Las mujeres de esta comunidad no solo necesitan acceso a la atención médica física; también necesitan un apoyo completo en materia de salud mental”, asevera Rahma. “La violencia de género es un problema del que a veces somos testigos, por ejemplo. Algunas de nuestras pacientes lo han experimentado, pero rara vez hablan de ello”.
La Dirección de Salud de Irak también ha establecido servicios sanitarios específicos en la ciudad para brindar atención a las sobrevivientes de violencia de género. “Pero todavía queda un largo camino por recorrer antes de que se pueda garantizar el acceso adecuado a la atención sanitaria tanto física como mental en Mosul”, dice Rahma.
Salud materna accesible para todas
El estigma en torno a temas como la violencia de género es solo una de las muchas barreras a la atención sanitaria en Mosul, pero la falta de acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva en la ciudad tiene varias causas. “El ambiente es particularmente complicado aquí”, dice Bashaer Aziz, otra partera supervisora que trabaja en la unidad de maternidad de Al-Amal. “Un número significativo de mujeres no puede acceder a la atención sanitaria, ya sea porque no tienen los medios para pagarla o porque se enfrentan a otros obstáculos, como no tener documentos administrativos oficiales, debido al reciente conflicto o a que se han visto desplazadas de sus hogares. Entonces, cuando las pacientes vienen a nuestras instalaciones, generalmente están muy agradecidas de recibir una buena atención médica y obstétrica. No tienen otros lugares a donde ir; no pueden permitirse pagar los servicios en hospitales o clínicas privadas. Nuestra unidad de maternidad es una gran diferencia para ellas”.
Encontrar un lugar para dar a luz de manera segura es solo uno de los muchos retos a los que se enfrentan las futuras madres de Mosul, incluyendo, a veces, la alimentación adecuada para ellas mismas y sus hijas e hijos. “Algunas veces las mujeres llegan aquí y no han comido nada”, dice Rahma. “A veces es imposible saber qué tan avanzado está su embarazo. A menudo vienen con sus hijas e hijos, que están muy delgados o con bajo peso. Entonces nuestro trabajo aquí es ofrecerles una alternativa y tratar de ayudar en lo posible con los servicios que podemos brindar”. Tanto Rahma como Bashaer están de acuerdo en que la unidad de maternidad de MSF juega un papel positivo en el barrio.
Lo mismo piensa Mahaya, de 50 años, que ha acompañado a su nuera a la unidad para dar a luz. Han venido de Tel Afar, a más de una hora de distancia. “Antes de que existiera esta unidad de maternidad, no había nada disponible y solíamos dar a luz en nuestra casa”. dice. “Llegaba una partera, ayudaba a dar a luz al bebé y eso era todo. Ni siquiera había un hospital al que pudiéramos ir. Esta unidad de maternidad es una gran mejora en nuestras vidas”.
Al final de su turno, a Rahma le gusta pasar tiempo en la sala de cuidados posnatales de la unidad de maternidad. Toma en sus brazos a una de las bebés nacidas ese día, una niña llamada Rivan. Aunque solo tiene unas horas de vida, sus ojos ya están muy abiertos. La bebé mira a su madre, Bouchra, de 19 años, que se recupera en una cama junto a ella. “El parto fue difícil, pero todo salió bien y las parteras me ayudaron mucho”, comenta. “Rivan es mi primera hija y me siento feliz de tenerla. Espero que el futuro se vuelva cada vez más y más brillante. Espero traer otros bebés al mundo también. Y si tengo otros hijos en el futuro, volveré aquí”, concluye con una sonrisa.