Heridas visibles e invisibles: MSF atiende a sobrevivientes de tortura

Silvère G. es de República Democrática del Congo, tiene 26 años y vive en México. Huyó de su país y es paciente del Centro de Atención Integral de MSF en Ciudad de México, que atiende a sobrevivientes de tortura y maltrato.  MSF

Gianfranco De Maio es responsable de las actividades médicas en todos los centros para sobrevivientes de tortura que MSF tiene alrededor del mundo. En entrevista, Gianfranco explica por qué la tortura y el maltrato no son sólo problemas físicos.

¿Por qué MSF gestiona centros especializados para sobrevivientes de tortura y maltrato? ¿Por qué no son atendidos en hospitales generales?

Los equipos de MSF atendieron a víctimas de tortura en muchos lugares diferentes en todo el mundo; en África Central, México y Europa, por nombrar algunos. Algunas personas son maltratadas en los países que atravesaron o a los que migraron; otros huyen de su país de origen debido a la persecución, la tortura y el abuso. Después de años de tratar a los pacientes, comenzamos a comprender que la tortura es más que un simple problema de salud física. La tortura debe considerarse como un problema sociológico y antropológico que tiene consecuencias para la salud física; que crea heridas visibles e invisibles.

Estamos enfocados a ayudar a las personas a reconstruir las relaciones sociales con los demás. La tortura y el maltrato atacan la capacidad de una persona para formar relaciones equilibradas y significativas con las personas. Su confianza en los demás está dañada y pierden dignidad debido a esto.

Si solo atendés los síntomas físicos de la tortura, no estás abordando el problema completamente. Es por eso que en MSF decidimos que necesitábamos un enfoque diferente, verdaderamente multidisciplinario. La respuesta médica no es suficiente, la respuesta psicológica no es suficiente. También se deben abordar cuestiones sociales y legales. En nuestros centros de rehabilitación podemos ofrecer eso, y creo que lo hacemos con éxito.

¿Por qué MSF ve a los pacientes como sobrevivientes de tortura y no solo como víctimas?

Si hablas de víctimas, las personas que han sido torturadas son estigmatizadas como débiles. ¡Pero no son débiles en absoluto! Cuando tratamos a los pacientes vemos que estas personas son realmente muy fuertes; pasaron por experiencias horribles, pero encuentran su camino hacia nosotros y son capaces de seguir adelante con sus vidas. Es por eso que los llamamos ‘sobrevivientes’.

¿Puedes explicar cuál es el enfoque multidisciplinario de MSF?

En los centros trabajamos en equipos de cinco que incluyen un médico, un mediador cultural, un trabajador social, un fisioterapeuta y un psicólogo. Cada uno de ellos habla primero con el paciente de forma individual, posteriormente los cinco se reúnen y discuten las necesidades del paciente para establecer un programa de tratamiento adecuado. La multidisciplinariedad implica que deben considerarse todos los aspectos de la vida del paciente: después de escuchar la opinión del trabajador social, el médico puede cambiar su opinión sobre cómo tratar al paciente.

Antes de que comiencen las sesiones individuales (fisioterapia, asesoramiento legal, tratamiento médico, etcétera), también discutimos con el paciente qué es lo que quiere y en qué cree que debe consistir el tratamiento. El objetivo es que un sobreviviente de tortura comience a recuperar su autonomía. Es imposible decir: «Necesitas 15 sesiones de psicoterapia y luego te sanarás». No se trata de un enfoque cuantitativo, sino de la calidad del resultado.

¿Cómo encuentra MSF a sus pacientes?

En Roma, por ejemplo, estamos en contacto con instituciones públicas que se ocupan de los refugiados y migrantes que llegan, y derivan a los pacientes a MSF. En otros lugares, como en México, trabajamos con organizaciones privadas y con el ACNUR. Actualmente muchos pacientes oyeron hablar de nuestros centros y vienen por iniciativa propia.

Explicaste lo que es la tortura más allá de los efectos físicos. ¿Escuchaste a los sobrevivientes de tortura explicar lo que piensan y sienten que es la tortura?

Es impresionante al principio, porque los pacientes dan una descripción muy fría y distante, como si hablaran de otra persona y no de ellos mismos. Este es un mecanismo de defensa: quieres sobrevivir, así que te distancias. Puede tratarse de violencia sexual, pero la manejas como si fuera algo que no te concierne. Ese es solo el primer paso. Cuando el paciente comienza a abrirse, a veces hablan sobre lo que les sucedió de una manera muy dramática. En ocasiones es como si el paciente estuviera en trance, como si el pasado estuviera sucediendo en este momento, y ellos dijeran cosas como «aquí están, vienen detrás de mí otra vez, ¡detenelos!».

En una situación tan compleja, ¿cómo reacciona el médico o el terapeuta?

A veces el terapeuta también debe seguir el la escena y actuar como si el torturador estuviera allí, diciendo cosas como: «¡Detenete ahora!», ya que para el paciente, el torturador realmente parece estar allí. En algunas sesiones tenemos tres asientos, uno para el paciente, uno para el terapeuta y una silla vacía para el torturador ausente, para tratar de comprender sus motivaciones.

Una de las formas de aliviar el sufrimiento de un sobreviviente es intentar comprender las razones del torturador, su lógica: ¿por qué me desnudaron y degradaron? ¿Por qué azotaron las plantas de mis pies? ¿Por qué pusieron electrodos en mis dedos, en mis genitales? ¿Cuáles son mis recuerdos? Se trata de racionalizar lo que sucedió. El objetivo es que el sobreviviente se de cuenta de que la tortura y el abuso no fueron su culpa. Muchos sobrevivientes creen que es su culpa, que hicieron algo para merecerlo. Porque ese es el mensaje del torturador: sos un traidor, apoyás a este partido político, entonces es tu culpa que seas maltratado. Para salir de esa mentalidad, tenés que enfrentarte al torturador ausente.

¿Cómo define MSF la rehabilitación?

Al principio, la rehabilitación se trata de construir una relación positiva con un profesional que responderá a las necesidades del paciente, ya sean médicas, legales, sociales o psicológicas.

Había un paciente que sufría debido a un constante mal olor en el centro de recepción donde vivía. Puede sonar ridículo, pero era el mismo olor que el lugar donde fue torturado en Libia. Una y otra vez, el olor le recordaba la violencia y la crueldad. Esto era algo que podíamos solucionar y le pedimos a las personas relevantes que se deshicieran del olor.

La gente está bajo una enorme presión mental. Les damos la oportunidad de descomprimir y desahogarse poco a poco. Incluso arreglar algo pequeño como el olor en el centro de recepción, ayuda al paciente a recuperar la confianza en los demás, a abandonar los pensamientos suicidas, las pesadillas, la agresión y la desesperación. Empiezan a creer en sus propias capacidades nuevamente y recuperan la confianza. Eso es la rehabilitación.

Algunas veces, antes de dar de alta a un paciente, sentimos que deberíamos hacer algo para marcar la ocasión. Recuerdo cuando el equipo se reunió y recibimos un regalo para uno de nuestros pacientes que, como tantos otros, experimentó un largo y difícil viaje como refugiado. Le dimos una colorida maleta, marcando su transición a una nueva etapa de su vida. Una vida en la que él es autónomo de nuevo y capaz de tener relaciones sociales nuevas y positivas. El paciente entendió perfectamente el significado del gesto y se conmovió profundamente. Lloró durante dos horas, comprendiendo que habíamos reconocido su sufrimiento y que eso le permitía seguir adelante.

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