La hepatitis E es una infección viral que daña el hígado y puede provocar dolor abdominal, fiebre leve, náuseas, vómitos y coloración amarillenta de la piel, entre otros síntomas. Si no es tratada a tiempo, puede ser mortal.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 20 millones de personas se infectan cada año y, de ellas, 3.3 millones experimentan síntomas que requieren tratamiento.
Las olas de casos suelen producirse en países de mediano y bajo ingreso, tras periodos de contaminación fecal del suministro de agua.
Es por eso que estos tipos de brotes resultan más frecuentes en lugares afectados por conflictos o emergencias humanitarias, como zonas en guerra y campamentos de refugiados o de desplazados internos, donde hay un acceso limitado a servicios esenciales de suministro de agua, saneamiento, higiene y salud.
¿Qué es la hepatitis E?
La hepatitis E es una inflamación del hígado provocada por la infección de un virus que se transmite por vía fecal-oral, principalmente a través de agua contaminada.
Como afirma la OMS, el virus se excreta en las heces de las personas infectadas y entra en el organismo humano por el intestino.
La infección suele desaparecer en un plazo de 2 a 6 semanas. En algunos casos, da lugar a una enfermedad grave conocida como hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda), que puede ser letal.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas principales de la hepatitis E son:
- Fiebre leve.
- Disminución del apetito.
- Náuseas y vómitos.
- Dolor abdominal.
- Picazón, erupción o dolor en las articulaciones.
- Coloración amarillenta de la piel.
- Orina oscura.
- Heces claras.
- Pequeño aumento del tamaño del hígado.
Estos signos duran generalmente entre 1 y 6 semanas.
Las personas infectadas empiezan a excretar el virus desde pocos días antes del inicio de la enfermedad hasta unas tres o cuatro semanas después.
No existe un tratamiento específico para la hepatitis E. Solo pueden tratarse sus síntomas. Por lo general, no se requiere de una hospitalización del paciente ya que suele ser una infección viral que se remite espontáneamente en la mayoría de los casos.
¿Cómo se previene la hepatitis E?
El riesgo de infección puede reducirse si:
- Se mejoran y mantienen los sistemas de suministro de agua y de eliminación de las heces humanas, mediante la implementación de instalaciones de alcantarillado y saneamiento adecuadas, como inodoros y sistemas de eliminación de residuos, y la perforación de pozos para garantizar la disponibilidad de agua potable.
- Cada persona sostiene prácticas higiénicas.
- Se evita el consumo de agua de la no se sabe si está contaminada.
Existe una vacuna contra la hepatitis E
Hay una vacuna contra la hepatitis E. La misma se desarrolló en 2012 y la OMS aprobó su uso en situaciones de emergencia desde 2015.
Sin embargo, fue recién en 2022, que junto al Ministerio de Salud de Sudán del Sur lanzamos la primera campaña de vacunación masiva contra la hepatitis E en el campo de desplazados internos en Bentiu. En aquel momento, la epidemia de casos llevaba ya más de dos años.
La vacuna se utilizó para proporcionar protección futura a más de 25.000 personas.
Nuevamente, ante otro brote mortal de hepatitis E en el mismo país, lanzamos otra campaña de vacunación en el condado de Fangak, en colaboración con el Ministerio de Salud, para ofrecer protección a mujeres y niñas en edad reproductiva, que son las que corren mayor riesgo de morir a causa de la enfermedad.
La mortalidad puede llegar al 40% entre las mujeres embarazadas, y no existe cura, lo que significa que muchas de las que se encuentran en fases avanzadas de la enfermedad no sobreviven.
Desde abril de 2023, se han tratado 501 casos de hepatitis E en nuestro hospital en Old Fangak, estado de Jonglei, y 21 personas -principalmente mujeres- han muerto.
La campaña de vacunación, la primera que se realiza durante las fases agudas de un brote activo y en una zona tan remota y aislada de Sudán del Sur, pretende evitar más pérdidas de vidas humanas.
Barreras en el acceso a la vacuna contra la hepatitis E
- Limitada disponibilidad de la vacuna y elevado coste.
- La producción está autorizada a un solo fabricante en China y no se produce en grandes cantidades.
- La vacuna es voluminosa en comparación con otras vacunas y debe conservarse entre 2 y 8 grados centígrados. Por lo tanto, es difícil de transportar y almacenar, especialmente en zonas de difícil acceso.
Estas dificultades suponen importantes obstáculos a la hora de responder a brotes de enfermedades en contextos de emergencia. Pedimos que se eliminen estas barreras para poder proteger a un número mucho mayor de personas, especialmente mujeres y niñas en edad fértil, que siguen siendo el grupo de población de mayor riesgo.
La vacuna requiere tres dosis a los 0, 1 y 6 meses.
En junio de 2024, cuando finalice la campaña de vacunación, pretendemos haber vacunado a 12.776 mujeres y niñas de entre 16 y 45 años.
Además de la propia campaña de vacunación, estamos llevando a cabo la gestión de casos y derivaciones en su hospital, realizando campañas de sensibilización comunitaria y vigilancia epidemiológica.
Campaña de vacunación en Sudán del Sur: ¿cómo es la vida allí?
El condado de Fangak está situado en una zona extremadamente remota al norte de Sudán del Sur, en los terrenos bajos de Sudd. Es una vasta zona de humedales poblada de pequeñas comunidades, donde las personas tienen un acceso excepcionalmente limitado incluso a la atención médica más básica.
En los últimos cuatro años, las recurrentes inundaciones han destruido las cosechas y ahogado el ganado. Los pueblos que antes eran accesibles a pie se han convertido en islas, y ahora la gente no tiene más remedio que utilizar canoas para ir de un sitio a otro.
Ahora se enfrentan a una nueva amenaza, ya que la hepatitis E se propaga a través del agua que beben y de la que dependen para sobrevivir.
«Llevar nuestras vacunas infantiles rutinarias a Old Fangak es un reto. Sólo es posible llegar al hospital en barco, utilizando el río Nilo, o por aire. Pero la pista de aterrizaje de Old Fangak ha estado inundada durante los últimos cuatro años, así que primero tuvimos que llevar las vacunas por avión a un pueblo cercano, y luego transportarlas otros 35 km por el río hasta nuestro hospital.
Las vacunas deben conservarse entre 2 y 8 grados centígrados, y aunque esto es relativamente fácil en nuestro hospital, es difícil garantizar que no se rompa la cadena de frío durante las ocho horas que se tarda en llegar a algunas de las comunidades a las que nos dirigimos con esta campaña.»
Mamman Mustapha, nuestro jefe de misión en Sudán del Sur.
Llegar a los centros de salud se ha convertido en un desafío continuo para la población local. Para muchas personas, un viaje de largas horas en canoa es la única forma de acceder a la atención médica.
“Sabemos con certeza que 21 personas han muerto de hepatitis E durante este brote actual, pero sólo porque pudieron llegar al hospital. Es muy probable que muchas más personas hayan fallecido en casa, sin haber podido siquiera intentar acceder a un tratamiento médico. Para evitar que tengan que hacer este viaje, estamos intentando llegar hasta ellos.
Solemos utilizar lanchas rápidas para llevar nuestras clínicas móviles a aldeas remotas, pero debido a la ubicación de las comunidades afectadas por el brote, hemos tenido que adaptar nuestras actividades habituales para llegar a las que están en situación de riesgo.»
Mamman Mustapha, nuestro jefe de misión en Sudán del Sur.