Estamos alarmados por la última ola de violencia en Puerto Príncipe, en Haití, ya que hemos recibido a 96 personas con heridas de bala en nuestras instalaciones médicas desde el 24 de abril.
Del 24 de abril al 7 de mayo, los enfrentamientos entre grupos armados en la zona norte de la capital han saturado por completo nuestro hospital en Tabarre, una de las pocas instalaciones que quedan en la zona. «El número de ingresos por trauma recibidos por semana se triplicó en comparación con mediados de abril, y la mayoría de ellos son heridas de bala muy graves que requieren cuidados intensivos», dice Mumuza Muhindo, nuestro coordinador general.
Los enfrentamientos callejeros han tenido un impacto dramático en el acceso a la atención médica. En el norte de la ciudad, particularmente golpeado por la violencia y con una gran afluencia de heridos, cinco instalaciones médicas no funcionaron durante este período, y otros dos hospitales privados suspendieron sus actividades después de que uno de sus empleados fuera secuestrado.
«Fui a dos hospitales antes de llegar al hospital de MSF en Tabarre», explica una mujer con una herida en la pierna, que ahora es nuestra paciente. “Uno estaba cerrado, el otro no tenía medios para atenderme, tuvieron que arrancarme la ropa y la del mototaxista para vendarme y contener la hemorragia”.
Barricadas en las calles impiden la circulación de vehículos, incluidas las ambulancias. Sin medios de transporte, algunos pacientes han llegado más de 24 horas después de haber sido heridos.
A pesar de la inseguridad en la zona, nos vimos obligados a reabrir apresuradamente nuestro centro de emergencia en Cité Soleil, en Drouillard, donde habíamos dejado de trabajar el 1 de abril por motivos de seguridad.
«Mantener las estructuras médicas en funcionamiento en estas condiciones es un desafío diario«, comenta Serge Wilfrid Ikoto, nuestro responsable médico en el hospital de Tabarre. «Algunos miembros de nuestro personal médico local no pueden volver a casa. Corren un riesgo enorme cada vez que viajan. Organizamos rotaciones de 24 horas para limitar sus movimientos, pero algunos de ellos no han regresado a casa durante varios días seguidos».
En Brooklyn, un barrio densamente poblado, todas las vías de acceso estaban bloqueadas en el punto álgido de los enfrentamientos, excepto la del mar. La población estaba atrapada, ya que nadie podía entrar o salir del barrio sin convertirse en un objetivo. Incluso el agua potable escaseó, porque los camiones cisterna que suelen abastecer a este barrio no podían entrar ni salir.
En otros barrios afectados por enfrentamientos armados, muchas personas han huido de sus hogares y ahora están desplazadas.
«Prendieron fuego a mi casa, lo perdí todo», dice una joven que recibe tratamiento en uno de nuestros centros médicos tras recibir un disparo en las piernas. «Me atormenta la idea de tener que irme a vivir a un campo de desplazados cuando salga del hospital».
La violencia recurrente y generalizada está paralizando el sistema de salud en Puerto Príncipe. Las instalaciones médicas en dificultades están sobrecargadas por las necesidades de un gran número de pacientes heridos, con menos capacidad para tratar a otros pacientes nuevos y existentes.
«La población haitiana se encuentra en una situación extremadamente vulnerable», subraya Mumuza Muhindo, nuestro coordinador general. «Las familias desplazadas por la violencia necesitan asistencia, ya que el coste de vida aumenta día a día y la atención médica de calidad es inaccesible. Se necesita urgentemente una respuesta humanitaria más amplia y mejor adaptada».