Tras el incendio que destruyó el campo de refugiados de Moria el pasado 9 de septiembre, la Unión Europea (UE) prometió que «no habría más Morias». Sin embargo, se ha creado un nuevo campo en Lesbos y hay otro esperando para ser utilizado en la isla de Samos. En las islas griegas del Egeo, hay muchos otros campos fruto de las mismas políticas crueles de contención que mantienen a personas atrapadas en condiciones terribles.
Es el caso del campo de Vathy, en Samos, donde las condiciones son particularmente lamentables en un centro diseñado para unas 650 personas que alberga a más de 4.500.
«Ya basta. Es un insulto para las miles de personas que sufren en los terribles y peligrosos campos de las islas griegas escuchar a la UE decir que nunca habrá otro Moria. Justo aquí y ahora, en el campo de Vathy, somos testigos del tremendo sufrimiento que provocan en nuestros pacientes, que ya cargan con un gran sufrimiento, estas crueles políticas de contención».
En este campo hay 4.500 personas hacinadas como animales, más de 1.000 son menores que viven entre la suciedad y la basura, entre ratas y escorpiones. Hay cientos de personas vulnerables y otras que, debido a sus patologías previas, corren un alto riesgo ante el COVID-19.
Esto sucede en medio de una pandemia mundial y hay más de 60 casos de COVID-19 en el campamento. Sin embargo, todavía no hay información clara sobre un plan de respuesta de las autoridades.
En los últimos meses, hemos sido testigos de un deterioro muy preocupante de la salud física y mental de nuestros pacientes debido a las restricciones de movimiento, el aumento del COVID-19 y la falta total de condiciones dignas.
«En Moria, hemos visto lo que puede suceder cuando se ignora esta horrible receta del desastre, la bomba de tiempo explota. En Vathy vemos exactamente las mismas condiciones», explica Jonathan Vigneron, nuestro coordinador en Samos.
«Estamos advirtiendo a las autoridades ante la tormenta que se atisba en el horizonte. Hay que actuar y que hacerlo ya, antes de que sea demasiado tarde. Por ello, urgimos a que estas personas sean trasladadas a un alojamiento seguro en el continente o en otros estados de la UE«, agrega Jonathan Vigneron.
60 casos positivos de COVID-19
En estos momentos, hay 60 casos positivos de COVID-19 en Vathy. En plena pandemia de COVID-19, mayores y personas con patologías crónicas y complejas siguen viéndose obligadas a vivir en tiendas de campaña y contenedores en condiciones horribles, antihigiénicas e inseguras. La respuesta de las autoridades con respecto a una intervención médica en el campamento es pobre, en el mejor de los casos, y negligentemente peligrosa en el peor.
Aquellos que han dado positivo están siendo aislados en malas condiciones y sin tratamiento médico. Mientras tanto, no existe una estrategia médica para abordar el posible brote en el campo que podría expandirse como un incendio forestal debido a las condiciones antihigiénicas y de hacinamiento.
Tras más de cinco años brindando atención sanitaria en las islas griegas, hemos visto las graves consecuencias de estas políticas de contención, consecuencias que llegaron a un punto crítico con el incendio en Moria.
Ahora, vemos de forma evidente los mismos síntomas en Vathy y lanzamos una advertencia antes de que la situación esté fuera de control.
Testimonios de nuestros pacientes
*Estos testimonios se recopilaron a finales de julio cuando todavía no había casos de COVID-19 en el campo de refugiados de Vathy.
Golnegar (la familia de Golnegar continúa aún hoy en el campo de Vathy)
Golnegar es madre de seis hijos, cuatro niñas y dos niños. El mayor es un niño de 12 años y el más pequeño nació en Samos hace dos meses. Golnegar y su esposo tomaron la difícil decisión de solicitar asilo en Europa, después de haber sido atacados por grupos armados en Afganistán y ver que la vida de sus hijos estaba en peligro. Llevan más de siete meses en el campo de Vathy. A pesar del embarazo y del estado de salud de Golnegar, todavía no se les ha ofrecido un lugar seguro para quedarse.
“Tengo un problema en mi riñón. Tengo dolores y cefaleas todos los días, pero a pesar de intentar que me viera un médico en el campo o en el hospital local, no lo he conseguido hasta ahora. Todos mis hijos tienen picaduras de insectos en el cuerpo, y se quejan a menudo de que se sienten mal, pero no hay nada que pueda hacer por ellos”, se lamenta Golnegar.
“Solo queremos un lugar seguro para nuestros hijos —añade su esposo—. Vinimos aquí para salvarlos de la guerra y llevarlos a la escuela, y en cambio, nos encontramos en este campamento esperando en el limbo. Solo queremos comenzar una vida en paz y llevar a nuestros hijos al colegio y esto solo es posible en el continente o en otro país europeo. ¿Cuánto tiempo tendremos que permanecer en este campo provisional?»
Golnegar comenzó a acudir a nuestro centro de día en Vathy cuando todavía estaba embarazada y ahora, nuestras matronas continúan realizando controles regulares de la salud de su bebé.
Darwish y Aysha (continúan aún hoy en el campo de Vathy)
Darwish, 74 años, y Aysha, 68, son de la ciudad siria de Deir ez Zor. Viven en el campo de Vathy, en Samos, en un refugio improvisado. Perdieron el primer techo que tuvieron a causa de un incendio que estalló en el campamento a fines de abril.
Tuvieron que pasar casi un mes viviendo en una carpa de verano a campo abierto, totalmente expuestos al sol, hasta que una familia que se marchaba les ofreció su refugio temporal. La pareja de ancianos tiene cuatro hijos. Dos hijas de 27 y 37 años y dos hijos de 24 y 29 años. También tienen un nieto, un niño de 10 años que tiene asma. Su hijo de 24 años sufre una discapacidad visual permanente causada por fragmentos de bomba y tanto Darwish como Aysha tienen problemas de salud graves, que también los hacen vulnerables al COVID-19. Sin embargo, no se les ha ofrecido un lugar para un alojamiento seguro en el continente hasta ahora.
Darwish tiene problemas cardíacos y es hipertenso. Además, también padece problemas de riñón y no puede caminar. Aysha tiene hipertensión y sufre de dolores de cabeza y mareos todos los días. “Nuestros hijos nos lo tienen que hacer todo”, dice, “tienen que llevarnos al baño, ir a traer comida y salir del campo, cuando pueden, a comprar medicamentos. Las condiciones de vida en Vathy son insoportables. Hay serpientes y ratas, no tenemos electricidad y muchas veces hay peleas en el campamento”. Darwish ha intentado recibir atención médica en la isla, pero no ha podido acceder a esta. “Los médicos del campo nos dicen que en Samos es imposible encontrar tratamiento especializado para mis problemas de salud y los de mi hijo. Nos dicen que solo en el continente podremos encontrar un médico”.