Hace dos años, la Unión Europea y sus Estados miembro decidieron fallarle históricamente a miles de personas y comprometer el concepto de derecho de asilo, al acordar el retorno a Turquía de los solicitantes que buscan seguridad en Europa. Desde entonces, nuestros equipos médicos en Grecia han sido testigos de un flujo interminable de miseria y desesperación conformado por los miles de hombres, mujeres y niños que siguen llegando a las costas de Grecia y que están atrapados en sus islas. Son ellos quienes pagan el coste real de este sucio acuerdo.
Nuestras clínicas están desbordadas de personas desesperadas que escapan de la guerra y la violencia, que temen ser enviadas de regreso y que han perdido por completo la esperanza de encontrar la paz tanto para ellas como para sus hijos.
Todos los días, los equipos de MSF tratan las cicatrices, tanto mentales como físicas, creadas o agravadas por estas políticas inhumanas. Después de pasar consulta, no pueden hacer nada más que enviar a estas personas de vuelta a las mismas carpas, a los mismos contenedores abarrotados y a una situación de limbo que les causa sufrimiento.
¿Es este insoportable círculo vicioso la historia de éxito que la UE sigue celebrando?
Hoy y todos los días, seguiremos oponiéndonos con firmeza a un acuerdo que no se centra en mejorar la protección y asistencia de los necesitados, sino que, por el contrario, parece deliberadamente destinado a producir sufrimiento para quienes cruzan el mar, con la idea de que esto disuadirá a otros de emprender la ruta. No solo es cruel, sino que simplemente no funciona. Sin opciones alternativas, las familias de países como Siria, Irak y Afganistán continúan arriesgándolo todo a diario para llegar a las costas griegas.
No dejaremos de exigir a la UE y a las autoridades griegas que pongan fin a esta cínica estrategia de contención, que dejen de añadir más daño aún a la salud de nuestros pacientes y que respeten su dignidad.