La crisis migratoria venezolana es un reflejo de la situación socioeconómica que atraviesa el país, la cual provoca una constante salida de personas a países del resto de Latinoamérica y el Caribe.
La mayoría de las personas migrantes que llegan a regiones vecinas lo hacen bajo condiciones extremas de salud debido a su imposibilidad para acceder a la asistencia médica durante su tránsito hacia su lugar de destino.
Además de nuestros puestos de salud y asistencia humanitaria en el Tapón del Darién, hemos gestionado por más de un año una clínica en Aguas Verdes, Perú, donde brindamos atención médica, servicios de salud sexual y reproductiva, y salud mental a quienes se encontraban en tránsito, pero también de quienes estaban asentados o vivían en la región y no contaban con acceso a la salud.
Crisis migratoria venezolana en Perú: cómo respondimos
Desde finales de 2021 a octubre de 2023 nuestros equipos estuvieron trabajando en Aguas Verdes, una localidad ubicada en el departamento de Tumbes, ofreciendo asistencia sanitaria a personas migrantes, principalmente provenientes de Venezuela, que habían sufrido violencia, robos, dolores y enfermedades en su trayecto migratorio.
En nuestra clínica, 8.268 personas recibieron atención médica y más de 46.400 personas fueron asistidas en el punto de hidratación, donde además alrededor de 33.480 recibieron orientación en diversos temas de salud.
Asimismo, en nuestros puestos de salud se realizaron en total 2.980 atenciones en salud sexual y reproductiva, incluyendo consultas ginecológicas y controles prenatales.
Además de prestar asistencia médica y ofrecer kits de alimentos para paliar el hambre de quienes se hallaban en tránsito, contábamos con un área de promoción de la salud, compuesta por una amplia gama de servicios que incluían:
- Un espacio lúdico diseñado para que niñas y niños pudieran distraerse un rato del camino.
- Un punto de información y asesoramiento sobre enfermedades comunes en la zona, como la leptospirosis o el dengue.
- Un sitio de conectividad donde las personas podían recargar sus teléfonos móviles para comunicarse con sus familiares o amigos.
De Venezuela a Perú: dos historias de vocación humanitaria
Mercedes Cortez y Adrián León son dos profesionales oriundos de Venezuela que trabajaron en nuestra clínica de en Aguas Verdes. Al igual que muchos venezolanos, tuvieron que migrar de su país en búsqueda de una vida mejor. Y aunque sus historias son diferentes, cada uno, desde su lugar, compartió la convicción de colaborar y brindar atención sanitaria a sus compatriotas.
Te compartimos su testimonio de ayuda humanitaria:
A raíz de la crisis económica y social que vive mi país, y al igual que muchos venezolanos, decidí irme en 2018 para buscar una mejor oportunidad de vida para mis dos hijas. Me fui sola para alcanzar cierta estabilidad y con el plan de traerlas conmigo una vez que consiguiera un sitio seguro donde pudieran dormir, comer, continuar con sus estudios; eso era lo que más me preocupaba. Finalmente lo logré y nos reencontramos en Perú al año siguiente.
Cuando me enteré de que MSF tenía una clínica en Tumbes, al norte del país, a través de la cual proporcionaba atención a personas migrantes, principalmente provenientes de Venezuela, quise estar ahí para apoyar y colaborar con mis paisanos.
Es muy duro ver la tristeza y el cansancio que reflejan sus ojos por todo lo que vienen atravesando. Están frustrados, deshidratados, enfermos y agobiados luego de haber pasado por varios países donde la experiencia no ha sido satisfactoria. Además, lo que traen con mucho esfuerzo, como sus pertenencias o sus ahorros, se lo roban en las fronteras o en las trochas, y llegan cargados de mucha angustia.
Sin embargo, a pesar de todo, cuando identificaban que en el puesto de salud había otra persona igual a ellos, del mismo país, que estaba allí para atenderles y brindarles asistencia médica les resultaba muy esperanzador. Les daba una enorme alegría y se sentían confiados. Para mí fue muy bonito poder aportarles mi granito de arena para que recibieran una asistencia de calidad, pero también de calidez.
En los casi dos años que trabajé en la organización, he visto pasar familias enteras, inclusive con bebés recién nacidos, y mujeres embarazadas, que estaban muy afectados por el cambio de clima extremo que atravesaban a lo largo del camino. Tenían afecciones respiratorias y de la piel, porque la mayoría llegaba caminando.
Hace un tiempo pude volver de visita a Venezuela, tardé 5 años en poder hacerlo. Pero el sacrificio valió la pena, y todavía lo vale”.
“Salí del estado de Zulia, en Venezuela, en 2019. Mi objetivo era llegar a Lima, capital de Perú, pero por circunstancias de la vida no me alcanzó el dinero y me quedé en la localidad de Tumbes. Como tiene un clima parecido al de mi ciudad, decidí quedarme para probar y por fortuna, me ha ido bien.
En mi país era abogado, y para graduarme y costear mi carrera, trabajé como personal de limpieza en un centro de salud. Entonces cuando llegué a Perú, y luego de haber trabajado como mozo y ayudante de cocina, me topé con la búsqueda laboral de MSF en la que necesitaban un higienista y apliqué.
Mi trabajo consistió en garantizar el proceso de higiene del puesto de salud en Aguas Verdes, y de proveer de los insumos básicos para el personal médico, como así también, abastecer los kits de alimentos y refrigerios para las personas migrantes.
Cuando veía a mis compatriotas llegar hasta nuestra clínica me recordó los tiempos en los que me vine hasta aquí. No todas las realidades son las mismas. Tuve la suerte de llegar costeando mis pasajes pero hay personas que no tienen dinero y vienen a pie. Haberlos visto llegar caminando fue muy fuerte.
De hecho, en el puesto me encontré con familiares y con gente conocida de mi barrio natal que necesitaban atención. Cuando me veían, no lo podían creer. Sentía satisfacción de al menos haber podido colaborar con mis paisanos. Porque en la clínica les brindamos atención y se sintieron cuidados, muchos sonreían y drenaban todo lo que les pasaba.
De igual modo, extraño mi país. Mi familia y mi hijo de 6 años viven en Venezuela. Aún no pude ir a visitarlos, pero nos comunicamos continuamente a través de videollamadas.
Me angustia la situación, mi papá es una persona adulta y sufre asma, y siempre me pide que vaya. Pero no puedo ir a Venezuela ahora, la situación económica y social del país no están dadas para que regrese. Por lo menos desde aquí pude ayudar aunque sea un poquito”.