Ayer fue el Día Mundial de la Salud Mental y se estima que en este momento hay 450 millones de personas en todo el mundo que padecen algún trastorno de salud mental.
Los problemas de salud mental pueden dañar gravemente a las personas y a las comunidades. Las personas que sufren estas condiciones tienen menos capacidad de funcionar normalmente dentro de sus familias y como parte de la sociedad.
En Médicos Sin Fronteras (MSF) consideramos que la salud mental es una respuesta esencial al sufrimiento humano: debe ser parte integral de la ayuda humanitaria y de los cuidados médicos. Proporcionamos este tipo de atención en lugares como Colombia, Zimbabue o los Territorios Palestinos.
Médicos Sin Fronteras tiene 143 proyectos de salud mental en 49 países.
Cuando tratamos estos desórdenes, nos centramos en entender los puntos de vista sociales, políticos, económicos, espirituales, culturales y morales de nuestros pacientes. Nuestro enfoque está en los factores individuales y comunitarios que influyen en la salud mental.
Hemos estado brindando atención en Colombia a las comunidades devastadas por heridas psicológicas causadas por la violencia y el miedo.
Sanando las heridas invisibles de Tumaco, suroeste de Colombia
Tumaco es una ciudad de 200.000 habitantes que está ubicada en el departamento de Nariño, al suroeste de Colombia, cerca de la frontera con Ecuador. Su ubicación y su pujante puerto la han convertido en un foco de tráfico ilegal de armas y drogas. Durante 15 años, el ejército colombiano, el movimiento izquierdista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), grupos paramilitares y cárteles de droga lucharon por el control del territorio. El conflicto ha dejado a la ciudad devastada y a su gente traumatizada.
Los niveles de violencia se han reducido desde que el gobierno y el movimiento de las FARC firmaron un acuerdo de paz en 2016. Sin embargo, la violencia sigue siendo endémica y se ha vuelto más caótica a medida que las pandillas avanzan para llenar el vacío dejado por las FARC. La pobreza, el alto desempleo y la sensación de que los crímenes pueden ser cometidos con impunidad alimentan la continua violencia.
Si bien el conflicto es principalmente entre grupos armados, son los habitantes de Tumaco quienes han soportado el peso de la violencia. La sensación generalizada de miedo e inseguridad ha tenido un impacto devastador en la salud de las personas. Han sufrido amenazas, extorsiones, desplazamiento, lesiones, torturas, violencia sexual, reclutamiento forzado y otros abusos, y han visto a familiares y amigos perder la vida. Esto ha generado altos niveles de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental.
Médicos Sin Fronteras en Tumaco
MSF comenzó a brindar servicios de salud primaria en Nariño en 2010 y de salud mental en las zonas urbanas de Tumaco en 2014, tras un aumento de la violencia sexual y de género. La violencia generalizada en Tumaco tuvo un impacto brutal en la salud física y mental de la comunidad.
Nuestro objetivo principal es proporcionar atención médica integral, incluida la atención de salud mental a las víctimas de la violencia, en particular a sobrevivientes de violencia sexual y de género. Nuestro equipo en Tumaco brinda consultas individuales y realiza sesiones grupales, además de que trabaja para concientizar acerca de temas de salud mental entre la población local.
Al proporcionar a la comunidad atención médica mental gratuita y de alta calidad, MSF ha ayudado a la población en general a recuperarse de la violencia de los conflictos pasados y actuales.
Nuestro equipo está formado por 11 psicólogos, dos médicos y cuatro promotores de salud mental.
La Negra Ardiente
Las personas de Tumaco son fuertes y resilientes, con un ánimo asombroso. MSF está allí para ayudarlos a sobrevivir sus momentos más oscuros. Con el apoyo de un psicólogo de MSF, la mujer conocida como La Negra Ardiente pudo atravesar la oscuridad y emerger como una figura fuerte e inspiradora.
Su historia está colmada de conflicto y trauma. La Negra Ardiente nació cerca de Tumaco, en una zona que se deterioró a medida que el conflicto avanzaba sobre la región. De adulta fue golpeada, abusada y violada.
«Después de que comenzaron los conflictos armados, la vida aquí se volvió muy estresante. Siempre vivíamos con temor. Antes de eso no sentíamos miedo… Siempre había granadas, se escuchaba como explotaban. Se hizo insoportable estar aquí”.
Pero a través de talleres y consultas individuales con un psicólogo de MSF, ella pudo superar los traumas de su pasado. Inspirada por el juego de luces de velas encendidas, ella adoptó su nuevo nombre, La Negra Ardiente.
Ahora es una líder de la comunidad, velando y apoyando a sus vecinos, a quienes se refiere como su «familia».
«Trato de aportar algo bueno a la familia, estamos capacitando a jóvenes, niños, y adolescentes, enseñándoles a bailar y a cantar para disminuir el miedo».
Cómo Betty reconstruyó su vida
“Mis problemas emocionales empezaron una mañana. Estaba en casa de mi cuñada cuando mi cuñado fue asesinado allí mismo. Después de ese momento, mi vida cambió completamente”, cuenta Betty. Fue su marido quien acudió en busca de ayuda.
Tras escuchar sobre los servicios que MSF prestaba, llegó a nuestra clínica una mañana de agosto de 2016 muy angustiado. Si MSF no hubiera ayudado a Betty, dice ahora, no sabría quién lo habría hecho. Betty inició poco después su tratamiento con la Doctora Yeny, una psicóloga de MSF.
A Betty se le diagnosticó un desorden de estrés pos-traumático (PTSD). Presenciar el asesinato de su cuñado le provocó una depresión psicótica. Cuando empezó a recibir la ayuda de MSF, Betty no sabía dónde estaba o qué día era. No había salido de su habitación durante días.
Lloraba constantemente y no comía. Estuvo a punto de perder su trabajo y no podía subirse al transporte público por el miedo a que alguien la atacara.
Gracias a las sesiones con la Doctora Yeny, Betty aprendió a entender y controlar esos sentimientos. La psicóloga le dio consejos sobre cómo dominar sus emociones y deshacerse de sus pensamientos negativos.
Elva y la comunidad
Como líder de la comunidad y activista de los derechos de las mujeres, Elva González ha dedicado su vida a ayudar a otros, incluso a expensas de su salud mental, ya que su papel la expuso al sufrimiento, así como a las amenazas y los abusos. Ella perdió muchos amigos y colegas por la violencia que devastó las calles de Tumaco durante tantos años.
“Muchos murieron trabajando por la comunidad. Personas que querían un cambio en su comunidad, lograr un futuro diferente y mejorar sus conocimientos”.
Elva vive en el barrio Once de Noviembre de Tumaco, un área antes controlada por los grupos paramilitares que dictaminaron la vida de la población y asesinaron con impunidad.
“Aquellos días fueron días terribles, llenos de tristes y dolorosos momentos, donde las familias, mujeres, perdieron a sus maridos y sus hijos a la vez. Algunas familias vieron a sus hijos y nietos asesinados al mismo tiempo”.
Elva se expuso a un sufrimiento que empezó a afectar a su bienestar.
“Como líder comunitaria no dormía por la noche. Cuando oía algo como una piedra caer, pensaba que era una granada. Entonces mi vida, mi salud era pobre…”
Elva recibió tratamiento de MSF, que le ayudó a asumir sus experiencias y recuperar su salud mental y psicológica.
“Agradezco a Dios que MSF haya llegado… El gran trabajo que MSF me dio… Tuve charlas con una psicóloga, con la trabajadora social, sobre salud mental, que me estaba afectando… Cuando uno lo expresa, cuando conversamos, uno descarga esas cosas que te pellizcan dentro del estómago.
Y cuando relatas tu vida, lo que te estaba sucediendo, cuando lloras, salen algunas de estas malas energías que tenías en el cuerpo”.
“Hoy digo, ‘Voy a solicitar una cita para mi hijo con MSF porque es muy nervioso, o no está durmiendo, para ver qué le pasa’. Eso es muy bonito y Tumaco lo necesita, porque no lo teníamos”.