En Bangladesh, las autoridades están bloqueando los esfuerzos humanitarios para mantener la infraestructura, proporcionar la asistencia humanitaria y los servicios de protección necesarios, lo que ha provocado el deterioro de las condiciones en los campamentos de Cox’s Bazaar.
Para los refugiados, esto significa que no pueden vivir con dignidad, salud y seguridad. Las consecuencias médicas de estas políticas deshumanizadoras se ven cada vez más entre los pacientes que tratamos en los campos, tanto físicas como mentales.
Este es el caso de Julekha, Amir, Akhar, Kawsar y Nurul. A continuación, sus historias:
Julekha
Julekha es rohingya y vive en un campo de refugiados para rohingyas en el área de Balukhali, en Cox’s Bazar. Dio a luz a un bebé con trastornos mentales. «Estoy seriamente preocupada por él y su futuro, por cómo tratarlo y curarlo». Dice que se pinta la cara para estar hermosa y su esposo no se case con una segunda esposa.
Amir Alí
Amir Ali tiene 65 años y es un refugiado rohingya. En esta imagen, está dentro de su refugio en el área del campamento de Balukhali, en Cox’s Bazar, en Bangladesh. «Mi mayor temor es no poder volver a Myanmar”, confiesa.
Akhar Hossen
Akhtar Hossen tiene 18 años. Vive en un campo de refugiados para rohingyas en el área de Balukhali, en Cox’s Bazar.
Kawsar
Kawsar tiene 27 años y vive en un campo de refugiados rohingya en la zona de Goyalmara con seis familiares. “Vivimos pacíficamente en Bangladesh y recibimos una ayuda enorme, pero nuestros niños están atrapados aquí”, explica. “No hay forma de moverse durante el encierro y ni siquiera podemos regresar a nuestro país”, dice.
Nurul Hoque
Nurul Hoque tiene 68 años y vive con su esposa en un campo de refugiados rohingya desde 2017. Lo último que recuerda de Myanmar es el bombardeo del ejército en su aldea y su terrible viaje de cuatro días a Bangladesh.
“De regreso a casa, tenía mi propio ganado, mi finca y estaba en paz. Cada vez que pienso en cómo volver, me pongo ansioso. Sigo pensando en los asesinatos ”, recuerda. “Si nuestro gobierno promete que recuperaremos nuestros derechos, definitivamente regresaré”, apunta.