En los días posteriores al ataque al hospital Dashte Barchi en Kabul, ha quedado claro que lo que sucedió allí el 12 de mayo fue un asalto deliberado sobre un hospital de maternidad con el propósito de matar a sangre fría a las madres.
«Regresé un día después del ataque y lo que vi en la maternidad demuestra que fue un tiroteo sistemático contra las madres que allí se encontraban», asevera Frederic Bonnot, jefe de los proyectos de MSF en Afganistán. “Pasaron por las habitaciones de la maternidad, disparando a las mujeres mientras ellas estaban en sus camas. Fue metódico. Las paredes están salpicadas de balas, había sangre en los pisos de las habitaciones, vehículos quemados y ventanas con disparos».
Las cifras oficiales indican que 24 personas murieron y al menos 20 más resultaron heridas, la mayoría de ellas eran pacientes. Médicos Sin Fronteras, que ha estado apoyando a esta instalación durante los últimos seis años, ha podido confirmar que 26 madres se encontraban hospitalizadas al momento del ataque, y que diez lograron encontrar refugio en habitaciones seguras junto con muchos trabajadores sanitarios.
Ninguna de las 16 madres que permanecieron expuestas al ataque se salvó: 11 fueron asesinadas, tres de ellas embarazadas en la sala de partos y otras cinco resultaron heridas. Entre los muertos hay dos niños y una partera afgana de MSF. Dos bebés recién nacidos resultaron heridos, uno de ellos fue trasladado a otro hospital para una cirugía de emergencia después de recibir un disparo en la pierna, al igual que tres integrantes del personal local de MSF.
Los atacantes, cuyo número aún se desconoce, irrumpieron en el hospital por la puerta principal poco después de las 10:00 de la mañana. Había otros edificios y salas más cerca de la entrada, pero según el personal de MSF presente en el momento del ataque, los asaltantes se trasladaron directamente a la sala de maternidad apoyada por MSF. Lo que siguió fueron cuatro horas de infierno, lo que duró el ataque, mientras que los pacientes y el personal buscaron refugio.
«Durante el ataque, desde la habitación segura escuchamos disparos por todas partes y explosiones también», explica Frederic Bonnot.
«Es impactante. Sabemos que esta área ha sufrido ataques en el pasado, pero nadie podía creer que atacarían a una maternidad. Vinieron a matar a las madres.»
102 integrantes del personal nacional de Médicos Sin Fronteras estaban trabajando junto a trabajadores del personal internacional. Durante el caos del ataque, el conteo de los pacientes y el personal presente en el hospital se volvió extremadamente difícil, ya que las personas corrían por su seguridad y muchos otros fueron remitidos rápidamente a otros hospitales. «Este país está, tristemente, acostumbrado a presenciar eventos horribles», dice Bonnot. «Pero no hay palabras para describir lo que sucedió el martes».