“Todos esperaban el final del conflicto, pensando que era temporal, pero [el final] no llegó, no llegó”, Oksana Kovalenko, una voluntaria que trabaja con MSF.
El prolongado conflicto en el este de Ucrania ha continuado desde 2014. En la Región de Donetsk, muchas personas han dejado los pueblos y ciudades cercanas a los enfrentamientos, pero algunas de ellas no quieren irse o no pueden hacerlo. Muchas de ellas son personas mayores, con enfermedades crónicas como asma, diabetes y enfermedades cardiacas. Sin embargo, las personas a menudo tienen dificultades para acceder a la atención médica. En algunos pueblos, las personas voluntarias apoyadas por nuestros equipos brindan transporte e información sanitaria para ayudar a las personas a tener la atención médica que necesitan.
Oksana Parafeniuk/MSF
“Hubo un antes y un después. Los alimentos dejaron de estar disponibles de repente. Los servicios médicos dejaron de estar disponibles. El jardín de niños y la escuela cerraron. Todo cambió en un abrir y cerrar de ojos”, dice la voluntaria Valentyna Naumovychm, que trabaja con MSF. “Ahora el pueblo se está extinguiendo. La mayoría de la población mayor permanece; y quienes pudieron irse, se fueron. Aquí había 500 personas y 300 hogares. Ahora hay 136 personas y 75 hogares». «Quienes se quedaron atrás», agrega, «nunca se olvidan del conflicto: nos lo recuerdan constantemente”.
Las personas voluntarias como Valentyna son un salvavidas para las personas que viven en los pueblos cercanos al conflicto. Los incidentes de bombardeos y disparos ocurren casi todos los días en algunas de estas áreas. Alrededor de muchos pueblos, las minas terrestres siguen siendo una grave amenaza. En parte como resultado de estos riesgos, los sistemas de transporte siguen interrumpidos y muchos servicios simplemente no están disponibles. Esto a menudo incluye los servicios médicos.
“Los precios en nuestra farmacia están un poco inflados. Estamos lejos de la «civilización», y cerca de la línea de contacto, [por lo que] no todos los proveedores aceptan venir aquí», cuenta Hennadiy Shapovalov, otra voluntaria que trabaja en nuestro proyecto en el país.
En un pueblo cercano, Oksana Kovalenko, voluntaria local, comenta: “hay un médico en nuestra área, pero la clínica ambulatoria está a cinco kilómetros de distancia. Los autobuses dejaron de llegar aquí. ¿Cómo pueden estas personas mayores ir ver a un médico?”
“Cuando empezamos el proyecto”, dice Anastassiia Zhydkova, responsable de nuestras actividades, “descubrimos que tenemos necesidades y tenemos servicios, pero no hay conexión entre las necesidades y los servicios”.
Las personas que trabajan en nuestra organización también escucharon que quienes residen en la localidad utilizaban sus propios recursos para ayudar a la gente de sus pueblos. Algunas de ellas llevaban agua potable a la población residente de más edad, otras organizaban actividades recreativas. Una persona instaló un servicio de lavandería en un pueblo donde los hogares no tenían agua corriente.
Nuestros equipos comenzaron colaborando con un grupo de personas voluntarias locales en 2020 para capacitar a los equipos de salud en el pueblo que pudieran brindar información médica, trasladar a pacientes a las clínicas y hospitales, y recolectar y entregar medicamentos recetados. El programa pronto se expandió para incluir otros pueblos.
El voluntario Oleksander Serheyev explica cómo funciona: “Colgamos un anuncio que decía, «Un equipo de salud está trabajando. Podemos brindar algunos servicios, como llevarle a un médico familiar. O en caso de que un médico lo derive allí, llevarle al hospital». Generalmente, conducimos y asistimos a quienes no tienen automóvil propio. Después de una visita a un médico familiar donde reciben una receta, les llevamos a una farmacia”. Agrega: “En estos pueblos, todos somos como parientes”.
En solo tres meses, entre julio y septiembre de 2021, este equipo de personas voluntarias realizó más de 500 viajes a visitas médicas, exámenes médicos y hospitales para quienes, de otra manera, hubieran tenido dificultades para obtener la atención médica que necesitaban. Durante el mismo periodo, se realizaron cerca de 800 recetas y se entregaron medicamentos vitales a 270 pacientes.
“Las personas no pueden permitirse ir al hospital. Si no tuviera este automóvil antiguo, tampoco podrían ir al hospital” dice la voluntaria Tetiana Karadzeli. Con un poco de apoyo de nuestra organización, los voluntarios y voluntarias del equipo de salud pueden brindar servicios de transporte, junto con información de sanitaria precisa y actualizada, de forma gratuita para las personas vulnerables de sus comunidades.