En la mañana del viernes 1 de abril, finalizamos nuestro primer traslado de pacientes en un tren medicalizado en Ucrania.
Nueve pacientes en estado grave pero estable fueron trasladados desde un hospital de Zaporiyia, en el sureste del país, a los principales hospitales de referencia de Leópolis, en un tren medicalizado de dos vagones que desarrollamos conjuntamente con Ferrocarriles Ucranianos. La mayoría de las y los pacientes resultaron heridos en Mariúpol o mientras intentaban escapar de la ciudad.
El viaje en tren duró cerca de 24 horas y los pacientes fueron acompañados por un equipo de nueve integrantes de nuestro personal sanitario. Estamos trabajando para acondicionar un tren más grande y más medicalizado.
La Dra. Joanne Liu, experimentada pediatra del nuestro equipo de respuesta médica en Ucrania, nos relató su parte del proceso, evaluando a los pacientes y asegurándose de que todos estaban estables para el viaje:
«El martes 29 de marzo fuimos de visita a Zaporiyia y nos reunimos con el director regional de salud. Le preguntamos si necesitaba algo de nosotros y dijo que había oído hablar de un tren para realizar referencias médicas y que estaba muy interesado pues tenía pacientes que necesitaban ser derivados.
Dijimos: Ok, vamos a ver a sus pacientes.
La mayoría de las y los pacientes que vimos habían sido heridos en Mariúpol o mientras intentaban escapar de la ciudad. Uno de los pacientes tenía grandes fracturas abiertas y ambas piernas con drenaje. Estaba bastante estable, pero era un niño muy enfermo.
Por supuesto, tiene sentido descargar los hospitales que están cerca de la línea del frente para que tengan más capacidad de camas. Pero necesitábamos asegurarnos de que trasladaríamos a las y los pacientes a algún lugar donde recibieran el mismo nivel de atención o superior. Y queríamos asegurarnos de que fuera seguro para todos.
Hablamos con los padres para preguntarles si querían una evacuación médica o no. La primera madre dijo: “Quiero que mi hijo sea evacuado médicamente porque creo que es la única posibilidad de que conserve sus piernas”. Y el niño nos miró y dijo: “Quiero volver a caminar”.
Para entonces era ya el final del día y teníamos que irnos para poder pasar los controles. Así que dijimos que no podíamos prometer nada, que veríamos lo que era posible. Y el director del hospital y muchos de los internos estaban allí y fueron insistentes: “Tienen que sacarlos de aquí. Necesitan sobrevivir. Esta es nuestra esperanza”.
Al día siguiente, volvimos los tres y examinamos a todos los pacientes. Era clave evaluar a cada paciente: ¿podría esta persona soportar un traslado de 20 horas en el que no tenemos el nivel de atención de una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en esta primera versión corta del tren para derivaciones médicas?
© MSF
Y el jueves por la mañana volvimos temprano, para hacer otra comprobación de todos los pacientes antes de hacer la derivación, con el fin de asegurarnos al 100% de que estaban estables.
Había un paciente, un niño de tres años con lesiones abdominales muy graves, que pensamos que no estaría lo suficientemente estable para el traslado. En un momento dado, la madre dijo: “Mi hijo va a morir durante el traslado”. Soy pediatra en ejercicio desde hace 30 años, y lo que dije a todas las personas es que cuando una madre te dice eso, nunca se equivoca.
Evaluamos a este niño tres veces, junto con los directores del hospital. Cuando llegamos el jueves por la mañana, los médicos estaban a punto de llevar al niño al quirófano, y todos llegamos a la misma conclusión: este niño no estaba lo suficientemente estable para el traslado. Esta decisión llevó tiempo, pero fue una decisión que tomamos todos juntos.
Recuerdo especialmente a una mujer que tenía una herida por explosión en la cara y había perdido el ojo derecho. Le habíamos pedido que nos enviara una foto el martes, ya que queríamos evaluar su estado y teníamos que salir esa noche para volver antes del toque de queda. Y en lugar de enviarnos una foto con la lesión, nos envió una foto de ella misma antes de la lesión. Y cuando volvimos al hospital al día siguiente, lo primero que nos dijo fue: “Quiero volver a ser guapa. Para mi marido. Para mi hijo”.
Estas historias de estos pocos pacientes es la historia de muchos miles de personas.
Otra cosa que me sorprendió es la dedicación que ví». Por ejemplo, cuando hicimos el traslado al tren el jueves por la mañana, el médico de la UCI -no los internos, sino el jefe de la UCI- vino y realizó el traslado él mismo. Prestó mucha atención al chico con las graves lesiones en la pierna. Fue él quien subió la camilla al tren y esperó un rato para comprobar que el paciente estaba bien. Y cuando finalmente estuvo satisfecho, me miró y dijo: Creo que mi trabajo ha terminado. Lo dejo en tus manos”.