En la noche del 13 al 14 de diciembre de 2021, un camión de combustible explotó en Cabo Haitiano, lo que produjo varias docenas de muertes y lesiones. Las consecuencias de esta explosión fueron especialmente graves dada la inestabilidad económica y política del país, y la deficiencia de su sistema de salud. El médico de MSF Karry Jose Felix cuenta su experiencia y los desafíos que enfrentó.
El testimonio de Karry
«Desde MSF enviamos un equipo médico al lugar poco después del incidente y organizamos el traslado de los heridos de gravedad al hospital especializado en quemados que administra en Puerto Príncipe. Pero, en el caso de los demás, la atención se tuvo que brindar en el lugar. Las víctimas de quemaduras son pacientes complejos, con una mortalidad muy elevada y secuelas graves si no se tratan adecuadamente.
“Estamos haciendo todo lo posible para armar un equipo internacional, pero todavía no podemos encontrar un cirujano de quemados que esté disponible para ir a Haití”, me dijo un directivo en París. Era la temporada de fiestas y encontrar cirujanos dispuestos a unirse a una misión de emergencia en un país “rojo” (en términos de seguridad) no era una tarea fácil.
Como soy haitiano y cirujano especialista en quemaduras miembro del personal internacional de MSF, inmediatamente me ofrecí como voluntario. Además, soy de Cabo Haitiano, por lo que estaba familiarizado con el lugar, los centros de salud y los cirujanos.
Así que fui a Haití el 24 de diciembre con un equipo internacional para continuar con las actividades médicas que ya estaban en marcha. Junto con el equipo del lugar, trabajamos para estabilizar a los pacientes en estado crítico, pasar a la fase de reconstrucción (extirpaciones e injertos de piel), organizar el flujo de trabajo, hacer los pedidos necesarios, y reclutar y capacitar al personal cuando era necesario. Enfrentamos muchas dificultades: condiciones de higiene precarias, la falta de equipos y de análisis de sangre o exámenes paraclínicos, y la inexperiencia del personal local en el tratamiento de quemaduras graves.
Sin embargo, la dedicación de todos y la sinergia de fuerzas nos permitió llevar a cabo nuestras misiones y fortalecer gradualmente la autosuficiencia del personal local. Gracias a este trabajo colaborativo, pudimos compartir con ellos nuestros conocimientos, especialmente sobre la reanimación de las víctimas de quemaduras, la identificación de signos de sepsis, la realización de injertos de piel, y la necesidad de incorporar la fisioterapia de forma temprana para prevenir problemas funcionales y estéticos, entre otras cuestiones.
También me impresionaron la entereza de los pacientes y la confianza que depositaron en nosotros. La mayoría, si no todos, habían perdido a sus seres queridos en el incendio, y su valentía fue una fuente de motivación para nuestro equipo. Después de cinco semanas, la gestión de los cuidados intensivos de la cohorte de víctimas de la explosión (y algunas personas recién ingresadas) estaba casi terminada. Aunque no pudimos salvar a todos nuestros pacientes, estábamos orgullosos de que la gran mayoría pudo sobrevivir y estaba comenzando su tratamiento de seguimiento ambulatorio.
En retrospectiva, es un sentimiento un poco extraño ser un expatriado en tu propio país, tener que seguir reglas de seguridad estrictas en un entorno familiar o no poder pasar tiempo con tus seres queridos. Sin embargo, estoy orgulloso de haberme unido al equipo de Cabo Haitiano. Esta doble función me permitió actuar como facilitador entre las diferentes partes involucradas».
Si bien aún hay muchas dificultades en Haití, dejé Cabo Haitiano con la sensación de que estuve allí para ayudar a mi gente en un momento en que realmente lo necesitaban.