Somalia: la sequía y el déficit de financiación agravan la crisis de desnutrición

Hacemos un llamado urgente a los donantes y a las organizaciones humanitarias para que actúen de inmediato.

Somalia se enfrenta a una grave crisis de desnutrición agravada por las prolongadas sequías, el conflicto, la inestabilidad económica y la fragilidad del sistema sanitario. Las regiones de Baidoa y Mudug, donde trabajamos, son ejemplos de la crisis en todo el país. Hay miles de niños en riesgo inmediato de desnutrición severa, con consecuencias potencialmente mortales.

La escasez crónica de fondos ha paralizado los esfuerzos humanitarios, obligando a reducir o cerrar programas vitales de nutrición.

La inminente amenaza de una sequía provocada por La Niña en 2025 podría poner al borde del abismo a una población ya vulnerable.

Hacemos un llamado urgente a donantes y organizaciones humanitarias. Es necesario actuar de inmediato para evitar un sufrimiento generalizado. Sus consecuencias podrían ser catastróficas.

La desnutrición en una crisis permanente en algunas zonas de Somalia

Una enfermera de MSF mide el perímetro braquial de un niño de 18 meses en el centro de atención descentralizada de MSF cerca del campo de desplazados internos de Afmadow, en Baidoa. © Bishar Mayow/MSF

En Baidoa y Mudug, la desnutrición se ha convertido en una crisis persistente durante todo el año, no solo en un problema estacional.

“Estamos viendo altas tasas de desnutriciónno sólo durante las habituales temporadas de escasez. Se trata de una crisis crónica que exige una intervención permanente”.

Jarmilla Kliescikova, coordinadora médica de MSF en Somalia.

En 2024, los equipos de MSF trataron a 18.066 niños y niñas con desnutrición aguda severa en Somalia. Esto representa un aumento significativo respecto al año anterior.

Los ingresos en programas ambulatorios de nutrición en Mudug aumentaron un 250%. Esto se debe a las crecientes necesidades y a la ampliación de los servicios.

En Baidoa, los ingresos en los programas también aumentaron en 2024. Esto subraya la creciente desesperación de las familias que buscan atención. Sin embargo, estos esfuerzos son claramente insuficientes.

Según OCHA (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU), en Somalia, 1,7 millones de niños y niñas sufrían desnutrición aguda en 2024. De ellos, 430.000 padecían desnutrición aguda grave.

Nuestras intervenciones, aunque críticas, sólo alcanzaron al 1% de la población desnutrida. Esto evidencia la abrumadora magnitud de la crisis y la necesidad de un apoyo más amplio.

El conflicto y el cambio climático han provocado desplazamientos masivos, obligando a la población a desplazarse a regiones con recursos ya escasos. Las repetidas sequías han devastado la agricultura, dejando sin sustento a familias que antes dependían de la agricultura y la ganadería. En los lugares donde se asientan los desplazados, la prevalencia de la desnutrición grave y moderada es alarmantemente alta, mientras que los centros de salud, desbordados, no logran dar abasto.

El déficit de financiación obliga a reducir programas esenciales

Varias madres hacen cola para recoger leche terapéutica para sus hijos desnutridos que reciben tratamiento en el Hospital Regional de Bay, en Baidoa (Somalia), que cuenta con el apoyo de MSF. © Mohamed Ali Adan/MSF

Para agravar aún más la crisis, la escasez de fondos ha asestado un golpe devastador a la respuesta humanitaria. Según OCHA, en 2022 solo se cubrió el 56% de las necesidades de financiación humanitaria de Somalia, cifra que se desplomó hasta solo el 40% en 2024. En Baidoa, por ejemplo, se han reducido varios programas de nutrición desde 2023, y en ambas regiones se están reduciendo o interrumpiendo servicios esenciales como centros de alimentación terapéutica y atención primaria de salud.

“El cierre de estos programas ha dejado un vacío devastador. Los programas se están viendo obligados a rechazar a niños y niñas que necesitan desesperadamente alimentos terapéuticos para salvar sus vidas. Solo unas pocas comunidades se benefician de las vacunaciones, dejando a muchos niños y niñas vulnerables a enfermedades prevenibles que conducen al círculo vicioso de la desnutrición. Esto no es solo una crisis, es una catástrofe que se desarrolla en tiempo real”.

Mohammed Ali Omer, coordinador de programas de MSF en Somalia.

Somalia ya enfrenta continuos periodos de sequía. En 2025, se espera una sequía aún mayor provocada por La Niña, un fenómeno que altera los patrones meteorológicos y reduce las precipitaciones en África oriental.

Con fuentes de agua agotadas y producción de alimentos paralizada, el impacto podría ser catastrófico. Más familias se verían obligadas a abandonar sus hogares, aumentando las tasas de desnutrición.

Las sequías son más frecuentes y graves, lo que reduce las posibilidades de recuperación. Además, el aumento de los precios de los alimentos dificulta la supervivencia de los más vulnerables.

Una crisis inminente que aún se puede evitar

Un grupo de madres haciendo cola para medir la altura y el peso de sus hijos, para recibir suplementos nutritivos listos para usar en el centro de divulgación descentralizado apoyado por MSF cerca del campo de desplazados internos de Eelbet-I, Baidoa. © Bishar Mayow/MSF

Sin una ayuda inmediata y permanente, miles de niños y niñas se enfrentan no sólo a la inanición, sino también a una inmunidad debilitada, a una mayor vulnerabilidad a las enfermedades y a daños irreversibles en su desarrollo.

El sistema de salud, que ya se enfrenta a una demanda incesante, corre el riesgo de colapsarse por completo a medida que aumentan los brotes y las complicaciones.

Hacemos un llamado urgente a donantes y gobiernos para que actúen ahora, antes de que llegue la sequía de 2025. Es urgente mejorar el tratamiento nutricional, ampliar la distribución de alimentos y reforzar los servicios de salud para salvar vidas mientras aún haya tiempo.

“La ayuda humanitaria en Somalia ya es peligrosamente baja y ahora, con informaciones de nuevos recortes de financiación -incluidas las reducciones de la ayuda estadounidense-, la situación no hará más que empeorar, poniendo en peligro más vidas. Los recortes en los programas de nutrición llegan en el peor momento posible. Las tasas de desnutrición se están disparando, los desplazamientos aumentan y la necesidad de ayuda nunca ha sido mayor. Reducir la ayuda ahora no es sólo irresponsable, es mortal. El momento de actuar es ahora. Para los niños y niñas de Baidoa y Mudug, cada momento cuenta para darles una oportunidad de sobrevivir”.

Mohammed Ali Omer, coordinador de programas de MSF en Somalia.
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