El conflicto en Siria, cuyo tono de violencia se extiende desde hace 12 años, ha provocado que más de dos millones de personas vivan en campamentos en el noroeste del país tras verse desplazadas de sus hogares por el conflicto.
Los campos están superpoblados y sus infraestructuras son básicas o inexistentes: muchos carecen de carreteras, electricidad, agua corriente, aseos, duchas y desagües pluviales.
“El invierno pasado tuvimos que usar trozos de plástico y zapatos para calentarnos porque no había materiales de calefacción seguros», cuenta Ahmed Al Mohammed, que vive en un campo de desplazados en Dana, en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria. «La vida en el campamento es dura y los inviernos aquí son crudos».
¿Cuál es la causa del conflicto en Siria?
En 2011, un gran número de sirios y sirias salieron a las calles para exigir reformas democráticas. El levantamiento evolucionó rápidamente, de protestas inicialmente menores, a protestas masivas durante marzo.
Las manifestaciones fueron respondidas con violencia policial y militar, detenciones masivas y una brutal represión que provocó cientos de personas fallecidas y miles de personas heridas.
La situación pasó rápidamente de protestas localizadas a un conflicto de gran escala, dando lugar a una situación humanitaria devastadora que persiste doce años después.
A medida que el conflicto cobró mayor fuerza, la población siria comenzó a abandonar sus ciudades de origen, con dirección a diferentes partes del país o hacia países vecinos.
¿Cuál es la situación actual en el noroeste de Siria?
A menudo los campamentos ubicados al noroeste de Siria están situados en zonas remotas, propensas a las inundaciones, lejos de las ciudades y de servicios esenciales como escuelas, mercados y centros de salud.
El mal estado de las carreteras y la inseguridad derivada del conflicto se combinan para aislar aún más a los residentes de los campos.
Las condiciones de vida en los campos se han deteriorado aún más desde los devastadores terremotos que asolaron la región en febrero de 2023, mientras que la reciente escalada de violencia, que comenzó el 5 de octubre, ha provocado el desplazamiento de otras 40.000 personas de la región.
Por si esto fuera poco, ahora se acerca el invierno en la región. Las temperaturas en esta región descienden con frecuencia hasta los 5 grados centígrados, a menudo acompañadas de fuertes vientos y lluvias torrenciales, que provocan inundaciones y destruyen las frágiles tiendas de campaña en las que viven los residentes de los campamentos. Mientras tanto, la escasez de fondos de ayuda se ha traducido en un suministro limitado de asistencia.
Las necesidades humanitarias crecen a la par de la violencia del conflicto
Nuestros equipos han visitado 23 campos en las zonas de Dana, Atma y Maarat Misrin, en la provincia de Idlib, y constataron que más de 4.400 hogares carecían de los medios básicos para protegerse del frío. Las tiendas de campaña de muchas personas solo estaban pensadas como refugios temporales y no son capaces de resistir fuertes vientos o lluvias torrenciales.
«Los desplazados recurrieron al uso de tiendas temporales para protegerse, que más tarde se convirtieron en refugios permanentes, a pesar de carecer de las necesidades básicas para vivir y estar expuestos a las duras condiciones climáticas del invierno”, afirma Marwan Al Samao, nuestro supervisor de logística en la provincia de Idlib.
«La mayoría de las tiendas de los campos del noroeste de Siria no han sido reemplazadas en mucho tiempo y necesitan desesperadamente aislamiento térmico, aislamiento exterior con tela de plástico, así como mobiliario básico como colchones y mantas».
La escasez de combustible para las estufas también es un problema importante. Muchas personas recurren a encender hogueras dentro de sus tiendas para mantenerse calientes.
Esto supone un grave riesgo de incendio, ya que las tiendas suelen estar hechas de materiales inflamables y se montan muy juntas en los campamentos superpoblados. En 2022 se registraron más de 180 incendios en campamentos del noroeste de Siria.
Condiciones de vida como estas exponen a personas ya vulnerables, en particular niños, niñas y ancianos, a los riesgos de enfermedades relacionadas con el frío, enfermedades respiratorias, infecciones y congelación.
«La tela de plástico que cubre nuestra tienda está completamente desgastada y no se ha sustituido en cuatro años», explica Al Mohammed. «Este campo está situado en una escarpada zona montañosa propensa a inundaciones y corrientes de agua. En invierno, nos cuesta llegar a las ciudades cercanas debido al estado de las carreteras».
Médicos Sin Fronteras responde a la consecuencias del conflicto en Siria
Gestionamos siete clínicas móviles que prestan atención sanitaria básica en 23 campos de desplazados de la provincia de Idlib. En octubre, nuestros equipos distribuyeron kits de invierno a más de 3.800 familias de estos campos.
Cada kit contenía aislante térmico, tela de plástico, colchones, mantas, aislante para el suelo y ropa de invierno. Sin embargo, todavía hay miles de familias que necesitan suministros adicionales para pasar los meses de invierno.
«Proporcionar ayuda para el invierno a la población de los campamentos puede tener un impacto significativo en la reducción de las enfermedades relacionadas con el invierno y contribuir a mejorar las condiciones de vida de las familias necesitadas», afirma Al Samao.
«Sin embargo, solo podemos cubrir una pequeña parte de las necesidades de la región. Desde la reciente escalada militar, el número de desplazados ha aumentado notablemente, exacerbando su sufrimiento e incrementando las necesidades de la población, incluidas las de protección y atención médica», añade.