Mayara*, 35 años.
Soy de una aldea, no muy lejos de aquí, pero hui a Kolofata (Camerún) hace más de un año a causa de a Boko Haram. Llegué aquí a Banki hace cuatro días.
Justo el día que me trajeron aquí, mi esposa se puso de parto y tuvieron que llevársela inmediatamente a la clínica. Mis seis hijos también están allí en Kolofata. Fui el único que trajeron a Banki. Quise ir a ver a mi esposa para saber cómo estaba, pero no hubo forma porque los soldados cameruneses nos reunieron y no nos permitieron salir.
Llevábamos en Kolofata más de un año y, de repente, decidieron enviar refugiados de vuelta sin ninguna explicación. No les dijimos que quisiéramos regresar. Nos obligaron a venir aquí, a Banki. Un día, nos despertaron temprano y nos llevaron a un campo donde nos reunieron a todos.
Les expliqué que mi esposa estaba dando a luz pero me dijeron que cuando llegara a Nigeria debería explicárselo a las autoridades para que me permitan volver a Camerún junto a mi familia. Sin embargo, desde que llegué, hemos estado en este recinto y no podemos salir.
En Camerún, no pudimos oponernos a nuestra deportación, estábamos indefensos y no tuvimos elección. No nos explicaron por qué nos mandaban de vuelta.
Vivir allí no era para nada agradable. Tuvimos problemas de agua y comida. Nunca nos beneficiamos de ninguna distribución de alimentos. Tenías que cultivar o hacer trabajos menores como cortar leña o vender agua. Así sobrevivimos. Fueron varios los días que pasamos hambre porque no había nada qué comer.
Desde que llegué a Banki, no he dormido bien; me acuerdo de mi familia. No sé si mi esposa dio a luz bien y cómo está el bebé. No sé nada de mi familia y me paso noches sin dormirdándole vueltas al tema.
Desde que llegamos, dependemos de los miembros de la comunidad que nos traen comida cuando vienen a visitarnos. Mi mayor preocupación en estos momentos es mi familia, el hecho de que no estén aquí y no saber cómo están me tiene con el alma en vilo.
Zara*, 35 años.
Tengo dos hijos. Acabamos de regresar de Camerún. Soy originaria de un pueblo próximo. Hace un año huimos a Kolofata porque Boko Haram perseguía a la gente.
Mi marido está aquí en Banki, pero vinimos desde Camerún por separado. Ellos [los soldados cameruneses] me dejaron atrás cuando trajeron a mi esposo aquí hace ya nueve meses. Quería unirme a él, pero no pude. Llevaba intentándolo desde entonces, pero era imposible conseguir que un vehículo me trajera hasta aquí.
Cuando trajeron a mi marido, recuerdo que reunieron a los hombres y, cuando llegaron los vehículos que los iban a llevar a Banki, nos dijeron a las mujeres que permaneciéramos atrás, que los vehículos volverían a por nosotras. Recogimos nuestras pertenencias y esperamos, pero los vehículos nunca llegaron. Hasta que hace apenas unos días llegaron y nos trajeron aquí. Cuando se llevaron a mi marido, estaba embarazada de cuatro meses. Ahora mi bebé ya tiene 4 meses de edad.
Cuando mi marido se fue, me resultó muy difícil sobrevivir porque no había comida ni dinero. Si lográbamos maíz de Guinea, conseguíamos que nos durara varios días. Hubo días que nos acostamos con hambre. A veces iba a ver a los vecinos para implorarles que me dieran comida para mis hijos cuando el hambre era insoportable.
Malla*, 55 años.
No sé el paradero de mi familia después de que esta fuera deportada por los soldados de Camerún hace un mes. A mí me trajeron aquí hace dos semanas. Los soldados vinieron y reunieron a la gente. Aquellos que no tenían identificación camerunesa fueron subidos a los vehículos y devueltos.
Solo pude venir con la ropa que llevo puesta ahora. Ni siquiera me permitieron entrar en mi vivienda para recoger algunas de mis pertenencias. Desde que llegué aquí no he sabido nada de mi familia.
He vivido en Camerún tres años tras huir de Nigeria con mi familia a causa de Boko Haram. Durante toda nuestra estancia allí, no recibimos ni una sola distribución de alimentos. Fue todo un reto conseguir comida. Algunos trabajaban en las granjas a cambio de comida o dinero, otros lo hacían en las obras como jornaleros, había quienes pedían limosna…
Desde que llegamos aquí, hemos dormido en esterillas sin mantas en este espacio abierto. Hace poco que nos han dado estas, antes dormíamos directamente en el suelo.
No era mi deseo venir aquí, pero no tuve elección. Hubiera sido mejor si nos hubieran llevado a Pulka o Gwoza, de donde somos. No pudimos decirles a dónde llevarnos porque estábamos asustados y temíamos que nos trasladaran a otro lugar peor.
*Los nombres han sido modificados.
**Testimonios recabados en marzo de 2017, en Banki, estado de Borno, en el noreste de Nigeria.