Khalid* tiene 54 años y procede del Kurdistán sirio. Sufrió torturas en Siria, desde donde huyó a Grecia. Allí ha vivido los últimos 11 meses. Tiene un certificado que lo identifica como víctima de la tortura y por lo tanto ha sido aceptado como paciente del centro de atención a víctimas de tortura que Médicos Sin Fronteras (MSF) tiene en Atenas. A pesar de ello, Khalid puede ser deportado en cualquier momento, ya que su solicitud de asilo ha sido rechazada en segunda instancia.
Su esposa se divorció de él y huyó a Dinamarca, donde obtuvo el estatus de refugiada. Se suponía que sus cuatro hijos adolescentes se reunirían con ella más tarde, ya que el viaje era demasiado peligroso para ellos, pero solo llegaron tres. La hija mayor, que ahora tendría 17 años, se suicidó en Siria. Sus hermanos lograron unirse a su madre en Dinamarca después de que Khalid firmara sus papeles. Los echa de menos. El contacto con ellos se desvanece debido a la distancia y a lo complicado de la situación.
Khalid no pierde la esperanza de que la sentencia que ha rechazado su solicitud de asilo se anule y pueda quedarse en Europa. «Aunque tenga que quedarme en Grecia. Aun así estaría más cerca de mis hijos. No creo que ellos lleguen a salir de Dinamarca. Lo he perdido todo. En casa no me queda nada. Además, tengo miedo del régimen”.
Cuando llegó a Samos, lo ubicaron en el centro de recepción e identificación, donde permaneció hasta hace muy poco. «Es muy duro», dice.
«Está muy lleno y hace mucho frío en invierno. No tenía atención médica y mis piernas estaban siempre hinchadas y húmedas”.
Ahora permanece en un alojamiento protegido a causa de su estado de salud mental extremadamente vulnerable; pero Khalid no se siente aliviado. «Muchas personas que están en el centro de recepción e identificación quisieran mudarse aquí, pero todavía me siento mal, bajo presión, estresado».
Khalid tiene miedo. El abogado le ha dicho que ahora que su solicitud ha sido rechazada en segunda instancia la policía puede arrestarlo en cualquier momento bajo la figura de una detención administrativa a la espera de deportación.
«No tiene sentido para mí. ¿Por qué no me deportaron en un principio? ¿Por qué me hicieron esperar aquí? Si vienen a arrestarme, no tengo ni idea de lo que me pasará una vez me deporten”.
*nombre ficticio