Queridos colegas:
Ha pasado más de un mes desde que el gobierno sirio y sus aliados intensificaron su ofensiva militar en Guta oriental. Han sido más de 30 días de bombardeos y fuego de artillería implacables tras más cinco años de intenso asedio. Semana tras semana, hemos intentado apoyarlos mientras recibían miles de heridos y muertos en sus hospitales; día tras día los hemos escuchado describir como crecía su nivel de agotamiento y desesperación.
Hicimos llamamientos al gobierno sirio, a sus aliados y a todas las demás partes involucradas en los combates para que detuvieran los bombardeos y los enfrentamientos. Intentamos, tanto como pudimos, estar con ustedes desde la distancia. Pero poco a poco, desde el 18 de febrero, volvimos a chocarnos con los límites de nuestra capacidad para asistirlos, tanto a ustedes como a nuestros centros médicos, cuando mayores eran las necesidades.
Para una organización que se enorgullece de estar cerca del personal médico y de los pacientes, nos costó asumir la idea de que solo podríamos ayudarlos a través de erráticas conversaciones de WhatsApp y suministros insuficientes, incluso cuando hacían frente a diario a la llegada de víctimas en masa. No podíamos hacer nada cuando no se permitía la inclusión de artículos médicos esenciales en los convoyes humanitarios oficiales, y las existencias de nuestros almacenes en Guta oriental nunca parecían suficientes para responder a las necesidades de sus pacientes.
Hoy, nuestra capacidad para ayudar a facilitar atención médica en Guta oriental es casi inexistente. Hemos pasado de apoyar a 20 clínicas y hospitales al comienzo de esta ofensiva a, solo un mes después, asistir a un solo centro y no poder proporcionar suministros médicos. Las 19 instalaciones restantes cerraron, quedaron fuera de servicio a causa de los daños tras ser golpeadas repetidamente durante la ofensiva, o fueron abandonadas después de que las fuerzas gubernamentales recuperaran la zona. Pero las necesidades médicas siguen siendo inmensas. Y la razón es sencilla, las personas no desaparecen cuando cambian las líneas del frente.
Vernos enfrentados a lo poco que podemos hacer me hace reflexionar sobre cuánto han conseguido y lo vital que resulta su trabajo. Si bien las cifras de víctimas mortales siguen aumentando, pocas personas se dan cuenta de cuántas vidas se salvan al mismo tiempo. ¿Qué hubiera pasado si no hubieran estado allí? ¿Cuántas más personas habrían fallecido cada día en Guta oriental?
Aunque nuestra capacidad para brindarles apoyo se ha visto comprometida, mi admiración por su trabajo permanece. Su dedicación eterna es una lección de humildad para todos nosotros.
Cuando consiguieron encontrar breves pausas para salir del trabajo y marcharse a casa, se enfrentaron al mismo horror que padecían los pacientes que yacían en sus salas y quirófanos.
Todavía recuerdo un mensaje que uno de ustedes nos hizo llegar hace dos semanas. El compañero describía cómo era tener que huir en medio de la noche con su familia, mientras aviones de combate sobrevolaban la zona. Nos contó cómo la gente hacía lo imposible por avanzar por la calle, cómo lloraban y gritaban los niños, y de aquellas pobres almas atrapadas bajo los escombros. Nos habló de su alivio cuando pensó que había llegado a un lugar seguro. Pero el bombardeo comenzó de nuevo. Recuerdo la última línea de su mensaje: «Mis hijos, mi esposa y todas las personas a mi alrededor podrían morir en cualquier momento y no puedo hacer nada. Nunca podré olvidar este momento».
La guerra transcurre desde hace más de siete años. Durante ese tiempo, hemos tratado sin descanso de acceder a diferentes áreas del país que requerían ayuda médica y humanitaria. Lo hemos hecho independientemente de quién controlara la región donde se precisara nuestra asistencia. Pero, a pesar de los repetidos intentos, no hemos podido ayudar a las personas en las áreas controladas por el gobierno. Desde mayo de 2011, Médicos Sin Fronteras ha mantenido contactos con el gobierno de Damasco y ha solicitado permiso para acceder a estas zonas. Y hoy seguimos haciéndolo pero, simple y llanamente no nos han dado autorización.
Ante el aumento de las necesidades médicas sin cubrir en áreas que estaban fuera del control del Gobierno, como Guta oriental, optamos por poner en marcha actividades médicas sin autorización oficial. Nunca fue la forma ideal de apoyar la atención sanitaria ni de proporcionar equipos, suministros, medicamentos o el asesoramiento adecuado, pero hicimos lo que estaba a nuestro alcance dadas las circunstancias.
Quiero que sepan que los repetidos rechazos del gobierno sirio y todas las demás dificultades nunca cambiarán nuestra determinación de apoyar su trabajo. Sabemos lo crucial que es su profesión, sin importar el lugar de Siria donde se encuentren, ya sea en Guta oriental o en cualquier otra zona. Seguiremos tratando de obtener acceso a las áreas donde la ayuda médica y humanitaria sea más necesaria y haremos todo lo posible para ayudarlos a salvar vidas. Incluso con un acceso extremadamente restringido, continuaremos ofreciendo todo el apoyo técnico y moral del que seamos capaces. Y así perseveraremos hasta que podamos hacer más por ustedes y por todos los sirios que necesiten asistencia sanitaria.
Si el nivel de brutalidad ha llevado a la humanidad al borde del colapso, ustedes son la razón por la que una parte de esta sigue viva.