Han pasado dos años desde que los enfrentamientos estallaron en Jebel Marrah y obligaron a 160.000 personas a buscar protección. Más de 23.000 personas se establecieron alrededor del pequeño pueblo de Sortoni y se agruparon para formar un campo de desplazados internos. Sin embargo, muchos todavía se muestran reacios a regresar a sus hogares a pesar de las dificultades que supone vivir en estos campos.
Elmounzer Ag Jiddou, jefe de misión de MSF en Sudán, ha vivido y trabajado en esta parte de Darfur y explica los desafíos diarios de la vida en este campo superpoblado.
Todavía existe un estado de tensión permanente dentro y en los alrededores del campo de desplazados internos de Sortoni, aunque la intensidad de la violencia ha disminuido respecto al pasado. En Sortoni, donde la UNAMID proporciona cierta protección, la vida sigue siendo increíblemente difícil, pero la población elige quedarse, ya que saben que los mismos hombres armados que los atacaron en sus antiguas casas de Jebel Marrah siguen estando allí.
Secuestros, asaltos y asesinatos: una amenaza constante
Vivir en Sortoni es inimaginable para la mayoría. Se trata de un lugar triste y saturado, donde más de 23.000 personas viven abarrotadas. Las raciones de alimentos proporcionadas por el Programa Mundial de Alimentos se han reducido a tan solo dos productos básicos y la cantidad ha disminuido. El suministro de agua es escaso.
La violencia no se aleja, ya que los grupos tribales armados viven cerca del campo y con frecuencia entran en conflicto con los desplazados internos por los derechos de pastoreo. Mujeres y niños nos cuentan que son atacados, golpeados, agredidos sexualmente y, en ocasiones, incluso secuestrados mientras buscan pasto, madera o agua fuera del campo. No es raro que los hombres sean capturados y asesinados. Tratamos a los heridos en nuestro hospital.
La falta de agua limpia a menudo obliga a las familias a buscar fuentes alternativas. Los 7,5 litros por día proporcionados a cada persona no son suficientes para cocinar, limpiar y dar de beber a sus animales. A menudo, se arriesgan y van a los charcos de agua estancada contaminada, que puede causar enfermedades como diarrea aguda o ictericia.
La mayoría de las personas en el campo son mujeres y niños. Muchos de los hombres murieron durante los años de combate o están en otro lugar tratando de obtener pequeños ingresos para mantener a sus familias. Hay situaciones muy difíciles en las que ambos padres han muerto y un niño pequeño, que a veces no tiene más de 11 o 12 años, tiene la responsabilidad de criar a sus hermanos. La presión psicológica sobre ellos puede ser inmensa.
Mejoras en la atención médica que debe reforzarse
A pesar de las dificultades de la vida cotidiana, he observado algunas pequeñas mejoras en términos médicos. Hasta hace poco, las bandas armadas atacaban a los viajeros en el camino hacia el Hospital Kabkabiya, el hospital de referencia más cercano donde se dispone de servicios de cirugía. Los robos, los secuestros y los asesinatos eran algo frecuente.
Ahora es posible llegar al hospital sin molestias en menos de dos horas, un viaje que antes no estaba garantizado. Esto era inimaginable hace cuatro años, cuando me enviaron por última vez a Darfur.
Cuando Médicos Sin Fronteras (MSF) llegó por primera vez a Sortoni, vimos que las familias tenían miedo a los ataques y construyeron sus refugios muy juntos para protegerse. Sabíamos que, desde el punto de vista de la salud pública, ese entorno densamente poblado era la condición ideal para que se propagaran enfermedades como la diarrea y el sarampión. Con el tiempo, nuestro equipo ha trabajado en estrecha colaboración con los adultos del campo para construir sistemas básicos de saneamiento y promover la salud y la higiene de la comunidad.
Con el apoyo del Ministerio de Salud de Sudán, MSF se ocupa regularmente de varias enfermedades en su hospital de 35 camas, que incluye un servicio de maternidad, así como atención para enfermedades de las vías respiratorias altas y bajas y la diarrea. En los primeros días de la situación de emergencia vivida en 2016, MSF trató a muchas personas heridas en ataques violentos. Con el tiempo, este número se ha ido reduciendo, pero seguimos atentos por si se produce otro ataque en el campo y tenemos que tratar a múltiples víctimas al mismo tiempo.
Trabajar con la comunidad
Uno de nuestros éxitos ha sido trabajar con parteras tradicionales. A través del diálogo con estos miembros respetados de la comunidad hemos podido desarrollar una cultura de cooperación. Comprenden la importancia de llevar a una madre a nuestro hospital cuando surgen complicaciones.
Casi todas las personas que se encuentran en Sortoni quieren regresar a sus casas en Jebel Marrah. Sin embargo, los enfrentamientos de la zona hacen que este sueño siga siendo tan difícil hoy como lo era hace dos años. Hasta que puedan regresar a sus hogares, el gobierno, las organizaciones humanitarias y las agencias internacionales de ayuda tienen que asegurarse de que se cumplen los derechos humanitarios básicos de cada desplazado interno.