Con la creciente población de migrantes y refugiados en Lesbos, Grecia, la situación en el campo de refugiados de Moria está cayendo en el caos, con enfrentamientos y disturbios regulares, incidentes de violencia sexual y un deterioro en la salud mental para las miles de personas atrapadas en el campo.
En Moria, actualmente hay más de 8.000 personas hacinadas un espacio diseñado para 3.000. Debido a esto, las condiciones son tan precarias que la salud médica y mental de las personas se ha visto muy comprometida. En los últimos meses Médicos Sin Fronteras (MSF) ha sido testigo de aún más escaladas de violencia cotidiana en Moria, y ha atendido casos de violencia sexual que han ocurrido dentro del campo y sus alrededores.
Gran parte de la tensión es causada por la sobrepoblación y la falta de condiciones de vida dignas y humanas. En el área principal del campo de Moria y Olive Grove, hay un inodoro funcional por cada 72 personas y una ducha por cada 84 personas. Esto está muy por debajo del estándar humanitario recomendado en situaciones de emergencia.
Una gran preocupación para MSF es que la inseguridad, la falta de condiciones de vida dignas y humanas, y el limbo en el que las personas permanecen durante meses o años, están teniendo un severo impacto sobre la salud mental de los habitantes del campo. La clínica de salud mental de MSF en Mytilene solo acepta los casos más graves de problemas de salud mental, y actualmente está trabajando a toda su capacidad.
«Parte de la razón por la que la salud mental de las personas se deteriora tan drásticamente aquí en Lesbos se debe a que han tenido experiencias traumáticas y llegan a Europa esperando conseguir un refugio y trato digno, pero se encuentran con lo contrario: más violencia y condiciones más inhumanas«, comenta Giovanna Bonvini, gerente de actividad de salud mental en la clínica de Mytilene.
«El otro día, un joven que fue víctima de violencia sexual fue traído a la clínica por un amigo cuando se encontraba en medio de un colapso psicótico. Tenía un severo trastorno de estrés postraumático y sufría de alucinaciones y flashbacks, escuchaba ruidos por todos lados, y no pudo dejar de llorar durante la sesión de dos horas», dice Bonvini.
«Tiene miedo a la oscuridad y constantemente le aterroriza ser atacado en Moria. Nuestro equipo comenzó a brindarle medicamentos y está teniendo sesiones psicológicas intensivas, así que ahora está estable.
Pero nunca progresará mucho, ya que mientras viva en Moria estará encerrado en un ciclo de desesperación y angustia».
Actualmente MSF está recibiendo alrededor de 15 a 18 derivaciones semanales de casos severos de salud mental por parte de otras organizaciones no gubernamentales, y entre estos casos hay niños. Pero es solo la punta del iceberg, pues hay un profundo trasfondo oculto de personas que sufren graves problemas de salud mental y no contamos con la capacidad para tratarlos. Esto se debe a que MSF es el único actor que proporciona tal atención especializada de salud mental para esta grande y vulnerable población.
«La mayoría de estas personas son recién llegadas y sufren síntomas psicóticos que incluyen alucinaciones, agitación, confusión, desorientación, y que tienen fuertes ideas suicidas o han intentado suicidarse«, dice el Dr. Alessandro Barberio, psiquiatra de MSF en la clínica de Mytilene.
“Algo muy preocupante que sabemos por medio de nuestro grupo de terapia de salud mental para niños, es que tanto los menores no acompañados como los que tienen familia en el campo, están siendo traumatizados de nuevo por sus experiencias de vida en Moria.
«En las últimas cuatro semanas también hemos recibido un aumento en el número de menores que sufren de intensos ataques de pánico, ideas suicidas e intentos de suicidio. Las atroces condiciones de vida y la violencia cotidiana en el campo de Moria están teniendo un impacto muy perjudicial en la salud mental de nuestros pacientes y está causando que muchos de ellos desarrollen afecciones mentales graves «, dice el Dr. Barberio.
Desde MSF hacemos un llamado a que las personas vulnerables sean trasladadas de Moria hacia un lugar seguro, y continuamos pidiendo que el campo sea descongestionado.
Además, insistimos en poner un fin a las políticas de contención y pedimos a la Unión Europea y a las autoridades estatales que aumenten el acceso a la atención médica y la seguridad para quienes están en el campo.
Nuestra experiencia demuestra que la política de disuasión del acuerdo de la Unión Europea con Turquía no es efectiva; las personas seguirán huyendo de la guerra y el terror para poder sobrevivir. Atrapar a estas personas en condiciones terribles e inseguras simplemente traumatizará aún más a una población que ya es extremadamente vulnerable.