Todos los pacientes de la unidad de aislamiento donde MSF estaba trabajando para mejorar la bioseguridad han sido transferidos a las doce tiendas del nuevo centro de tratamiento del Ébola. Un total de 37 pacientes están hospitalizados actualmente y mediante pruebas de laboratorio, se confirmaron que 31 de ellos han sido infectados por el virus; mientras que los otros casos han sido clasificados como sospechosos.
«Entre nuestros pacientes tenemos a varios colegas del sistema de salud congoleño de la región”, comenta Gwenola Seroux, Coordinadora de Programas de Emergencia de MSF. «Fueron los primeros en responder y algunos estuvieron expuestos al virus».
De acuerdo con el Ministerio de Salud, el virus ya mató a 41 personas.
Para abordar algunas de las prioridades establecidas en el plan de respuesta general de las autoridades de salud, MSF también está activa para apoyar a la infraestructura de salud local. En la provincia de Ituri, un equipo de MSF está trabajando en la ruta entre Mambasa y Makeke, en la frontera con Kivu del Norte, visitando centros de salud para establecer salas de aislamiento en caso de que sea necesario, realizando actividades de vigilancia y trabajando con trabajadores de salud comunitarios para sensibilizar sobre a la población sobre el Ébola.
Se están reforzando los protocolos de prevención y control de las infecciones para garantizar la continuidad de la atención de los pacientes que no padecen Ébola, este es un pilar fundamental de la respuesta al brote. Por la misma razón, Médicos Sin Fronteras está trabajando para mantener a salvo del riesgo de contaminación a los diversos proyectos existentes que gestiona en el área, y así continuar brindando los necesarios servicios médicos.
Actualmente, el Ministerio de Salud está realizando un programa de vacunación con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud en el área más afectada por el brote. Casi 1.200 contactos han sido identificados hasta el momento, de acuerdo con el Ministerio de Salud.
Kivu del Norte, donde se declaró el brote el 1 de agosto, es una de las zonas más inestables de la región. Los conflictos en curso y la fuerte intervención militar han provocado un gran número de desplazamientos, lo que empeora el problema crónico del limitado acceso a la atención sanitaria. Grandes movimientos de población pueden ocurrir repentinamente en respuesta a un estallido de violencia.
Estos aspectos del contexto tendrán un impacto significativo en la respuesta humanitaria. Las actividades prácticas que normalmente requieren la capacidad de llegar a lugares remotos como el rastreo de contactos, el alcance comunitario, la vigilancia, la investigación de alertas, la vacunación y la promoción de la salud se ven inevitablemente afectadas por las limitaciones prácticas impuestas por el contexto.
En Uganda, el país vecino, MSF es parte de la fuerza de trabajo nacional para garantizar que se realicen preparativos efectivos para enfrentar el riesgo de un contagio transfronterizo.