En nuestra clínica en Niamey brindamos atención médica a personas forzadas a huir de sus países. LLegan luego de largos viajes con numerosas complicaciones y violencia desde distintos países de áfrica occidental, prinicpalmente Libia y Argelia.
Enfermedades causadas por las condiciones durante su trayecto
Todos los días, el equipo de la clínica móvil de Médicos Sin Fronteras (MSF) recorre Wadata, un barrio de la capital de Níger, conocido por sus numerosas terminales de autobuses y albergues, que son concurridos por los migrantes. Se proporciona tratamiento médico a cualquier persona en tránsito, independientemente de su estatus administrativo o el lugar al que planean ir.
“Las consultas se realizan en la clínica móvil. Los pacientes que requieren un seguimiento médico adicional son derivados a nuestro centro que cuenta con una sala de observación con varias camas. También trabajamos con las instalaciones del Ministerio de Salud, a las que derivamos los casos más urgentes y complejos «, explica Haïg Nigolian, un médico que lleva meses trabajando en este proyecto.
Entre mayo y noviembre de 2018, el personal de MSF realizó alrededor de 4.500 consultas. La mayoría de los pacientes provienen de África occidental, atraviesan el continente. Lo que nuestros equipos ven con más frecuencia son las enfermedades provocadas por las condiciones a las que se enfrentan las personas durante su trayecto, como el dolor generalizado, trastornos gástricos e infecciones respiratorias. Algunos pacientes con signos de tortura hablan sobre los abusos a los que fueron sometidos.
Algunos problemas de salud se deterioran cuando no son atendidos lo suficientemente rápido y pueden causar complicaciones graves y potencialmente mortales. Eso es lo que le sucedió a Marc. Después de pasar un año en condiciones infernales en Libia, donde mencionó haber sido encarcelado varias veces, el joven de 26 años logró llegar a Agadez. Extremadamente enfermo, decidió tomar el autobús hacia Senegal. Mientras cambiaba de autobús en Niamey, la compañía de transporte se negó a permitirle abordar debido a su salud y se comunicó con el equipo móvil de MSF.
«Fue puesto en observación en nuestro centro médico mientras le hacíamos algunas pruebas médicas», recuerda Nigolian. “El diagnóstico fue grave: hepatitis B avanzada con cirrosis hepática y cáncer. Hicimos todo lo que pudimos, pero murió unas semanas después”.
Relatos de violencia en Libia y Argelia
«Nuestro proyecto está dirigido principalmente a personas que llegan quebrantadas y exhaustas de Libia o Argelia», explica el jefe de misión de MSF en Níger, Abdoul-Aziz O. Mohamed.
De acuerdo con las encuestas de monitoreo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) realizadas en los cruces fronterizos, más de 60.500 personas ingresaron a Níger durante los primeros 10 meses de 2018. Algunos cruzaron a Níger desde la cercana aldea de Assamaka. Deportados por las autoridades argelinas, se les había ordenado cruzar la frontera que se encontraba a kilómetros de distancia, y se les abandonó a su suerte en el desierto.
«Assamaka a menudo aparece en los relatos de las personas. Lo describen como una experiencia particularmente desgarradora y psicológicamente perjudicial. El ser arrojados al desierto sin comida ni agua, y tener que ver morir a las personas en el camino, los deja traumatizados”, agrega Haïg Nigolian.
Algunos de los deportados de Argelia se detienen en Arlit y Agadez en su camino hacia Niamey para recuperarse y planear la siguiente etapa de sus viajes. En este punto se reúnen con personas que han sobrevivido a la pesadilla de Libia, donde aún prosperan la violencia, la extorsión y el secuestro de migrantes subsaharianos, ya sea que busquen llegar a Europa o sean trabajadores de temporada.
Regreso al país de origen
“Cuando llegan a Niamey, las personas en movimiento tienen dificultades para acceder a la atención médica adecuada. Con demasiada frecuencia, hay condiciones impuestas a la asistencia disponible para ellos en Níger. Antes de recibir ayuda, tienen que renunciar a sus planes para migrar, incluso cuando están motivados por situaciones de violencia y peligro, y deben inscribirse voluntariamente en el programa de la OIM para regresar a su país de origen», explica Abdoul-Aziz O. Mohamed.
Los campos improvisados están creciendo alrededor de los centros de tránsito de la OIM, ahora abrumados por la cantidad de personas preparadas para regresar. Los migrantes pasan semanas esperando que la OIM los registre como repatriados voluntarios, solo así podrán obtener atención médica por parte de la organización o de sus socios.
En un momento en el que los países europeos están haciendo todo lo posible para reducir el número de solicitantes de asilo, refugiados y migrantes que llegan a sus costas por mar, los programas de repatriación están en auge: más de 10.000 personas salieron de Níger durante la primera mitad de 2018. Incluso cuando esto implica ignorar el requisito de la protección internacional y el tratamiento del abuso infligido a las personas durante sus viajes que, debido al cierre de las fronteras y la criminalización de los migrantes que intentan cruzarlos, son cada vez más largos y complejos.