Una multitud se reunió frente a la choza de paja de Innocent en Limani, un asentamiento informal donde las personas forzadas a abandonar sus hogares por la violencia han estado viviendo desde que llegaron aquí en febrero de 2018.
«No sé cómo terminaremos si las cosas siguen así», explicó Melchior, una de las personas que se reunió allí. «Los niños están sufriendo porque no comen. La falta de alimentos está afectando su salud». Innocent, Melchior y otras 10.000 personas han estado viviendo en el área de Nizi desde hace un año.
«Vivimos en malas condiciones, sin platos, sin recipientes para transportar agua», dice Espérance. «Los campos circundantes ya han sido cultivados y somos muchos, tenemos que viajar muy lejos para encontrar trabajo por un salario de solo unos 500 a 1.000 francos (US $ 0,30 – $ 0,60)».
Los desplazados no tienen refugios adecuados
A pocos kilómetros de distancia, en el sitio de Tsé Lowi, las condiciones no son mejores. Algunas de las chozas de paja improvisadas han sido reforzadas con bolsas de plástico o sacos que quedaron de las pasadas distribuciones de alimentos, pero estos materiales les brindan poca protección contra la lluvia.
«Ayuda un poco, pero en la mayoría de las chozas el agua todavía se filtra», explica Mambo, quien vive en Tsé Lowi. «Algunas personas no tienen ninguna protección».
El vecino de Mambo, Joachim, dice que «no hay lonas, ni comida, ni letrinas… solo hay una fuente de agua que está muy lejos y tiene un flujo muy bajo. Las personas están preocupadas por encontrar comida. Vivimos con muchas dificultades».
Espérance, Mambo, Joachim y otros construyeron sus casas improvisadas en Limani y Tsé Lowi, huyendo de un resurgimiento de la violencia intercomunitaria en Djugu, donde se quemaron pueblos enteros y decenas de miles de personas quedaron sin hogar.
Los campos para desplazados están dispersos en el norte de la República Democrática del Congo
Limani y Tsé Lowi son solo dos de los 13 sitios similares en la región de Nizi, que en conjunto albergan a unas 10.000 personas. En otras partes del territorio de Djugu, en la provincia de Ituri, se estima que hay 26 sitios similares; y otras 8.700 personas se están refugiando en dos sitios en la ciudad de Bunia. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), las personas desplazadas que viven en estos sitios informales representan solo una cuarta parte del total de personas desplazadas en la región, de las cuales la mayoría viven con familias de acogida.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha estado en la región desde abril de 2018, brindando apoyo a nueve centros de salud, dos hospitales generales, y ha realizado más de 57.000 consultas gratuitas. A pesar de esto, las tasas de mortalidad, especialmente entre los niños menores de cinco años, fueron superiores al promedio en los pueblos y sitios para personas desplazadas en Nizi, según una encuesta de mortalidad realizada por MSF en octubre de 2018. Sufren principalmente de malaria, diarrea, infecciones respiratorias agudas y desnutrición.
Condiciones de vida precarias, luchando por sobrevivir
«El entorno en el que viven las personas desplazadas aumenta el riesgo y el impacto de las enfermedades», explica el jefe de misión de MSF, el doctor Moussa Ousman. «Las condiciones de higiene frecuentemente son deplorables: hay letrinas insuficientes, escasean los mosquiteros y las personas no tienen protección contra el clima».
La malaria es endémica en esta región, siempre hay un pico durante la temporada de lluvias. Sin ningún medio que les permita ganarse la vida, las personas desplazadas a menudo tienen dificultades para alimentar a sus familias.
«Como están lejos de sus campos, se ven privados de sus medios de vida habituales y tienen que valerse por sí mismos para sobrevivir, aumentando así el riesgo de desnutrición entre los niños», dice el doctor Ousman.
Médicos Sin Fronteras brinda apoyo, pero se necesita hacer más
Para enfrentar esta situación, en MSF hemos fortalecido nuestra respuesta médicamediante la capacitación de miembros de la comunidad en 14 de los sitios donde se refugian las personas desplazadas. Han sido capacitados para identificar las primeras etapas de las enfermedades más comunes y para proporcionar medicamentos para controlarlas. A pesar de esto, aún queda mucho por hacer para apoyar a las personas desplazadas en la región de Nizi.
«Una intervención médica por sí sola no es suficiente para tener un impacto real en las tasas de mortalidad en el área», dice el doctor Ousman. «Las necesidades básicas de las personas desplazadas también deberían ser cubiertas».
Hay alrededor de 50 asentamientos de personas desplazadas en toda la provincia de Ituri que albergan a muchas otras personas necesitadas.