Más de 30.000 personas, forzadas a huir a la ciudad de Monguno tras los nuevos enfrentamientos que tuvieron lugar el estado de Borno a finales de diciembre, necesitan de forma urgente refugio, agua, saneamiento, comida, protección, atención médica y apoyo en salud mental.
Las necesidades humanitarias urgentes de esta población no se están cubriendo adecuadamente, y se necesita de forma inmediata una mejor coordinación entre el gobierno de Nigeria, las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales para ampliar la respuesta de la ayuda en Monguno a fin de evitar una situación catastrófica con el inicio de la temporada de lluvias, prevista para mayo.
En los últimos 10 años, la población en el estado de Borno se ha visto atrapada en un espiral de violencia, desplazamiento e inseguridad. La salud de la población está en riesgo debido a las condiciones de vida extremas. Los últimos enfrentamientos han vuelto a obligar a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares, campos de cultivo y medios de subsistencia, luchando por sobrevivir con muy pocos recursos.
“Las personas que llegaron recientemente a Monguno huyeron de sus localidades de origen dejándolo todo atrás”, explica Musa Baba, nuestro oficial de asuntos humanitarios. “Vienen de zonas donde podían cultivar. Ahora, duermen en la calle o donde pueden encontrar espacio; están hambrientos, sedientos y expuestos a temperaturas muy altas durante el día y bajas durante la noche”.
Un problema importante en Monguno es la falta de terrenos para construir refugios para los recién llegados. Miles de personas recientemente desplazadas no tienen espacio para asentarse y viven y duermen en medio de la calle desde hace semanas, incluso meses. Médicos Sin Fronteras (MSF), junto a otras organizaciones humanitarias, hemos construido refugios en diferentes campos y tiene capacidad para alojar a más personas desplazadas: los equipos han instalado 100 tiendas de campaña y están listos para colocar 700 refugios adicionales.
“La situación actual, con personas muy vulnerables (mujeres, niños y ancianos) viviendo al aire libre, en lugar de en un campos o con la comunidad local, aumenta el riesgo de abusos y la necesidad de protección”, afirma Musa.
Hajja Bukar, 35 años, llegó recientemente a Monguno. Durante los últimos años, Hajja se ha visto forzada a desplazarse varias veces por al conflicto. Ella y sus cuatro hijos se instalaron en uno de los campos de desplazados de la ciudad, en un refugio rudimentario hecho de palos y ropa. “Sobrevivimos haciendo pequeños trabajos, como lavar los platos. Mientras, los hombres a veces se van al monte y recogen leña para venderla”, explica Hajja.
Las pobres condiciones de vida, el escaso saneamiento y la falta de agua potable segura aumentan el riesgo de que las personas desplazadas en Monguno contraigan enfermedades prevenibles como la neumonía, la diarrea y la malaria. Con pocas letrinas, la mayoría de las personas en Monguno usan áreas abiertas para defecar, que probablemente se inundarán durante la temporada de lluvias, empeorando las condiciones de salud.
Gestionamos la unidad de urgencias para adultos con capacidad para 10 camas en un centro médico del Ministerio de Salud en Monguno, además de brindar apoyo en salud mental. El pasado febrero, tras un incendio accidental en un campo de desplazados situado en un antiguo estadio, donde 850 familias desplazadas están asentadas, distribuimos 500 kits de artículos de primera necesidad, incluidas esterillas, lonas, mantas, bidones para el agua, utensilios de cocina y artículos de higiene.