Un problema importante en Monguno es la falta de terrenos para construir refugios para los recién llegados. Miles de personas recientemente desplazadas no tienen espacio para asentarse y viven y duermen en medio de la calle desde hace semanas, incluso meses. Por esto es importante que la ayuda llegue antes de que pueda empeorar la situación con la temporada de lluvias, la cual esta prevista para Mayo. Estas son algunos testimonios de las personas afectadas.
Hajja Bukar: «Todos tenemos miedo de volver»
“Perdí a mi primer hijo hace cinco años cuando nos desplazamos por primera vez. Creo que murió de miedo. El ruido de bombas y armas era constante; hubo varios ataques y muchos asesinatos. Después del ataque que sufrimos en Baga, estaba tan asustado que tuvo palpitaciones, luego fiebre y al final murió.
Hace dos meses llegué a Monguno por segunda vez con mis cuatro hijos. Pasamos dos días caminando desde Lingir a Monguno. Aquellos que no tenían hijos llegaron antes. Tuvimos que caminar por el monte porque no teníamos dinero para el transporte.
Ya estuvimos aquí antes y luego regresamos a nuestra aldea, pero los insurgentes nos atacaban constantemente. La primera vez, pasamos cuatro meses aquí antes de volver a casa. Tuvimos que regresar al pueblo porque nos habíamos ido sin nada y teníamos que cuidar de nuestra cosecha; no recibíamos nada aquí. Lo que obtuvimos de nuestra tierra cuando regresamos no fue mucho, ya que hacía poco que habíamos plantado la cosecha.
Luego los insurgentes atacaron nuestra aldea a las 4 de la mañana y el ataque continuó durante toda la noche. Quemaron casas y algunas personas murieron quemadas mientras dormían. Por eso volvimos aquí.
Queríamos volver al pueblo para ver si podíamos salvar algunas de nuestras cosas, pero al final no lo hicimos. Aún no era seguro.
Todos tenemos miedo de volver. Cuando nuestros hombres intentan ir allí, son asesinados por Boko Haram. Los insurgentes también vienen a nuestras casas por la noche para exigir alimentos. Y si no puedes darles lo que piden, te matan.
Sobrevivimos haciendo pequeños trabajos, como lavar los platos. Mientras, los hombres a veces van al monte y recogen leña para venderla”.
Mohamadu Aisami: «Tengo que mendigar para sobrevivir»
“Hace cuatro meses, fui capturado por Boko Haram durante un ataque a nuestra aldea, en el área de Guzamala.
Llegaron alrededor de la medianoche y me golpearon brutalmente. Luego me exigieron que los llevara a donde guardamos nuestro ganado. Me siguieron golpeando por el camino. También capturaron a otras personas. A algunos les cortaron los dedos y a otros los mataron en el camino cortándoles el cuello.
Tres días después de ser capturados, escapamos. Lo dejamos todo atrás: la cosecha, nuestras pertenencias… Y nos instalamos en un pueblo llamado Mairari.
Una noche, aproximadamente al mes de instalarnos allí, los insurgentes atacaron el pueblo, dispararon indiscriminadamente e incendiaron varias casas. Escuchamos que dos personas murieron durante el ataque, por eso tuvimos que huir hacia Monguno.
Ahora vivo aquí con mis tres hijos. Mi esposa nos abandonó después del primer ataque. Me siento seguro en Monguno, pero tengo que mendigar para sobrevivir. Todo lo que consigo lo empleo en alimentar a mis hijos”.
Umaru Mohammed: «Perdimos todo lo que teníamos en el incendio»
“Mi nombre es Alhaji Umaru Mohammed y soy el presidente de este campo. La mayoría de nosotros fuimos desplazados del área de Marte cuando Boko Haram invadió nuestras comunidades en diciembre de 2018.
Justo cuando intentábamos reconstruir nuestras vidas, después de haber sido desplazados de nuestras comunidades, otro desastre ocurrió: el 7 de febrero un incendio arrasó más de 500 tiendas de campaña en el campo.
El fuego comenzó alrededor de las 11 de la mañana en un área de cocina en la parte norte del campo. Estamos en la temporada de harmattan (un viento cálido y seco del noreste del Sahara que afecta a África occidental desde fines de noviembre hasta mediados de marzo) y no pudimos apagar el fuego porque el viento del noreste soplaba muy fuerte en ese momento.
Otra razón por la que no pudimos controlar el fuego fue que la mayoría de los hombres estaban en el monte buscando leña, que luego venden para conseguir algo de dinero para cuidar de sus familias. Así es como la mayoría de nosotros sobrevivimos aquí: tenemos que buscar formas de ganarnos la vida, ya que no hay mucha ayuda. Los pocos hombres que quedaron en el campo no pudieron hacer mucho, porque el calor que emana del infierno no nos permitía acercarnos lo suficiente como para intentar apagar las llamas. Además, los refugios de los recién llegados de Kukawa se construyeron muy juntos y con cañas, que se incendian fácilmente, lo que aceleró la propagación del incendio.
Necesitamos urgentemente asistencia, ya que perdimos todo lo que teníamos en el incendio. Esta ropa que llevo me la dio alguien. Médicos Sin Fronteras (MSF) nos dio esterillas, contenedores de agua, mantas y otros artículos de primera necesidad, pero realmente necesitamos más ayuda”.