Mohamed Momoh, de 34 años, nació en la ciudad de Bo, en Sierra Leona. Asistió a la Universidad de Njala de Ciencias de la Salud Comunitarias, y tiene un título en Salud Comunitaria y Estudios Clínicos (CHO). Trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) desde 2014, y nos compartie el siguiente blog:
“Decidí estudiar medicina por un incidente que le sucedió a mi familia cuando era adolescente. Mi sobrina de seis años no se encontraba bien, así que mi hermana la llevó al médico y le informaron que era necesaria una intervención quirúrgica. Al ser madre soltera, el costo era demasiado elevado como para poder pagarlo y, por ello, la condición de mi sobrina se deterioró. Frustrado y preocupado por mi hermana y su bebé, compartí lo que estaba pasando con mis compañeros de la escuela.
Simplemente se dieron las cosas, y el hermano de uno de mis compañeros de clase intervino y ayudó a mi hermana con el dinero para pagar la cirugía. Mi sobrina se salvó debido a la pasión, el cuidado y el amor de esta persona. Así nació mi pasión por ayudar a los demás. Desde entonces, supe que quería ayudar a los niños a acceder a servicios de salud oportunos y económicos. La tarifa asociada con el acceso a la atención médica, especialmente para menores de cinco años, mujeres embarazadas y madres lactantes es una carga para muchas familias, y esto puede tener un impacto negativo en la capacidad de las personas para buscar atención médica.
Después de mis estudios universitarios, trabajé durante ocho meses en el Hospital Panguma, en el distrito de Kenema que está adjunto a la sala de pediatría y al departamento para pacientes ambulatorios. En 2016, me cambié al hospital privado de Kambia, donde trabajé como Oficial de Salud Clínica durante un año.
En mi tiempo como médico en Sierra Leona, nos enfrentamos a tremendos desafíos, entre ellos el limitado acceso de la población a la atención médica debido a la falta de infraestructura adecuada. Existe una gran escasez de personal sanitario, que se agravó tras la muerte de casi el 10 por ciento de los médicos del país durante la epidemia de Ébola en 2014. Áreas como Gorama Mende y Wandor (GMW) Chiefdom, donde trabajo actualmente, están en una desventaja aún mayor debido a que son zonas remotas. Además, al tener un sistema de salud en una situación difícil y que se está recuperando del brote de Ébola, no es de extrañar que Sierra Leona esté en la lista de países con las tasas de mortalidad materna e infantil más elevadas del mundo.
El brote de Ébola nos traumatizó, no me infecté, pero sí perdí a alguien muy cercano: mi mejor amigo. Ambos estudiamos en la misma universidad, y él contrajo el virus y posteriormente murió a causa del Ébola en noviembre de 2016. Además de estar triste, estaba aterrorizado y confundido. Pensé mucho sobre si debía renunciar o permanecer en mi trabajo. ¿Estaba acaso en una misión suicida? Pero soporté la situación, al final, me decidí a tener este trabajo para salvar vidas a pesar de los graves riesgos.
Desde que comencé a trabajar para Médicos Sin Fronteras (MSF), mi vida ha cambiado de diversas maneras. No solo he mejorado mis habilidades, he ganado respeto y confianza dentro de mi área profesional y en la comunidad en la que trabajo actualmente. Como técnicos en medicina, nuestro objetivo es proporcionar servicios de atención médica vitales con el objetivo de reducir el número de muertes. Trabajando en estrecha colaboración con el Ministerio de Salud y Sanidad, entre otras actividades, ofrecemos servicios gratuitos de atención médica a menores de cinco años y mujeres embarazadas.
Recuerdo que un día, en 2018, estaba en una visita al centro de salud de la comunidad de Falla, aproximadamente a una hora de GMW. Nos encontramos con una mujer que estaba en trabajo de parto. Dado que mis habilidades habían mejorado y tengo destreza en la maniobra de parto de nalgas, el parto fue exitoso. Pero, lamentablemente, el bebé no estaba respirando. Pedí ayuda, así que mi colega se apresuró y reanimamos al bebé. Los padres estaban tan felices que lo nombraron en mi honor. No tenían que hacerlo, pero aún me siento muy honrado y lo que es más importante, me siento feliz de haber salvado la vida de esa madre y su hijo.
Tras vivir estas experiencias, quiero seguir contribuyendo al desarrollo y fortalecimiento del sistema de atención médica en Gorama Mende y Wandor Chiefdom, en Bo, pero también en todo el país. Mi meta es convertirme en un defensor del acceso a la atención médica de calidad y el acceso oportuno en lugares remotos. Me siento muy alentado con la reciente inauguración del hospital Kenema de MSF, en la ciudad de Hangha, pues se salvarán más vidas y las actividades médicas y la dedicación del equipo reducirán el gran número de muertes infantiles.
Como médico que trabaja diariamente con niños, que a menudo están muy enfermos, creo que es importante equilibrar el trabajo y la vida personal, pues puede contribuir enormemente a la reducción del estrés. Encuentro este equilibrio jugando y viendo fútbol y siempre estoy feliz de estar con mi familia; mis dos hijos, mi esposa y amigos; un recordatorio constante sobre por qué debería preocuparme por brindar bienestar y curar a mis pacientes.»