Lejos de las cámaras, Haití se enfrenta a una gran crisis causada por factores políticos y socioeconómicos y un consecuente aumento masivo de la violencia.
Desde hace meses, los haitianos tiene cada vez menos poder adquisitivo, a medida que la moneda nacional se devalúa y aumentan los precios de los combustibles. Además, el estancamiento político y los escándalos parecen no tener fin.
Una escalada de violencia
Desde 2018, las manifestaciones a gran escala, a veces violentas, aumentan cada vez más, así como la violencia perpetrada con armas de fuego. En los primeros tres meses de 2019, tratamos a 237 pacientes por heridas de bala en nuestro centro de urgencias, ubicado en el barrio marginal de Martissant, en Puerto Príncipe. Se trata del doble de pacientes que en el mismo período del año anterior.
Desde el 9 de junio, las tensiones se han intensificado, con manifestaciones casi diarias y estallidos de violencia en ciudades como Puerto Príncipe, Les Cayes y Gonaïves. En solo dos semanas, del 9 al 25 de junio, 49 pacientes con heridas de bala llegaron a nuestro centro en Martissant, nueve de ellos con lesiones que amenazaban sus vidas.
«La violencia con armas de fuego y los enfrentamientos callejeros están aumentando», explica Lindis Hurum, nuestra coordinadora general en Haití. “Se han instalado barricadas en las calles y en las carreteras principales. La ira, el miedo y la desesperación son palpables en todas partes. Las calles de Puerto Príncipe, normalmente atascadas por el tráfico, están vacías porque la gente teme que pueda aumentar la violencia en cualquier momento. Nadie se siente seguro, incluidos nuestros equipos médicos, que se han enfrentado a graves incidentes de seguridad en los últimos días», comenta.
El 23 de junio, una de nuestras ambulancias que trasladaba a una mujer embarazada al hospital fue detenida por un grupo de 20 hombres armados en una barricada. Amenazaron al equipo, apuntando con sus armas a sus cabezas, y los obligaron a regresar. El mismo día un paciente que salía de nuestro centro en Martissant fue asesinado a tiros cuando salía del edificio, justo afuera de la entrada principal, una puerta de metal en la que hay un letrero que dice «prohibidas las armas».
Un impacto directo en la atención médica
El ambiente cada vez más violento está afectando el trabajo de nuestros equipos y el sistema de salud pública en general. Las instalaciones sanitarias públicas de Haití, mal financiadas, con escasez de personal y mal equipadas, no pueden hacer frente a la afluencia actual de pacientes. Además, los problemas de seguridad restringen los movimientos de los trabajadores médicos y el transporte de equipo técnico, sangre y medicamentos.
«La crisis actual ha empeorado aún más la frágil situación del sistema de salud, lo que podría aumentar la mortalidad», alerta Hurum. “Por un lado, hay una escasez de médicos, medicamentos y suministros esenciales como el oxígeno y la electricidad en las instalaciones de salud pública. Por otro lado, ha aumentado el número de pacientes que no pueden acudir a los hospitales privados. Todos los elementos de una crisis están a la vista”.
“¡Es insoportable!”
Nuestro centro en Martissant es solo uno de los pocos centros con capacidad de atender urgencias 24 horas, los 7 días de la semana. Con una capacidad de 26 camas, brinda servicios vitales gratuitos de estabilización y atención a pacientes, antes de derivarlos a instalaciones más grandes con capacidad avanzada para cirugías.
“Trabajamos día y noche para salvar vidas en un contexto muy estresante,” explica Samira Loulidi, coordinadora de dicho centro. “Cuando los pacientes llegan, los estabilizamos y les damos primeros auxilios, pero no somos un hospital; así que necesitamos un sistema de referencias funcional para pacientes politraumatizados”.
“Actualmente tenemos que probar nuestra suerte con dos o tres hospitales, a veces más, antes de poder encontrar una solución para un paciente, algunas veces, sin éxito alguno. Siempre falta algo, ya sea personal médico, sangre o medicamentos. En circunstancias como esta, ¿cómo puedes garantizar que la persona tenga una atención de seguimiento vital? ¡Es insoportable!”, concluye Samira.
En estas desafiantes circunstancias, hacemos todo lo posible para responder a las necesidades actuales y futuras en Haití, a la vez que las personas lidian con la tensión social, la violencia y un acceso limitado a la atención médica.