«Si te resistes o hablas, te matan», explica Chitou Abdou, refugiado en Níger, al describir los recientes ataques perpetrados por hombres armados en su ciudad natal en Nigeria. Las pandillas perpetran actos cada vez más numerosos y despiadados. Los desplazados encontraron refugio en las comunidades locales de Níger que, a pesar de vivir en condiciones ya precarias, comparten espacio y recursos con los recién llegados.
Desde el año pasado, la situación de seguridad en los estados de Zamfara y Sokoto en Nigeria ha seguido deteriorándose, provocando movimientos regulares de población hacia Níger, el país vecino. A diferencia de los estados de Borno y Yobe, que siguen sumidos en el conflicto de la región que involucra a diferentes grupos armados, la violencia allí parece provenir de actos cada vez más numerosos y especialmente despiadados perpetrados por pandillas.
Alcanzó un punto crítico en junio de 2019, en particular en el estado de Sokoto, y obligó a huir a miles de personas, 20.000 de ellas a Níger, en Guidan-Roumdji, en la región de Maradi. Según la ONU, más de 25 ciudades en Sokoto están ahora completamente vacías debido a que sus habitantes huyeron.
Un refugiado de Guetce (Sokoto) que se encuentra ahora en Níger nos contó sobre su viaje: “Huimos porque venían bandidos armados a los pueblos. Usan capuchas, roban ganado y piden dinero a todos. Si no tienes nada, te preguntan si conoces a alguien que tenga algo. Los pueblos cercanos al nuestro fueron atacados. En Kassali, los atacantes se encontraron con cazadores locales, pero aún así mataron a 14 habitantes y lograron llevarse a algunos otros.
Cuando se fueron, alrededor del momento de la oración del Magreb, comenzamos a evacuar a los heridos a Bourkoussama. Tenían heridas de bala. Uno de mis amigos me llevó en motocicleta a Garin Maza. Pasamos la noche en el monte, con los bueyes de uno de nuestros padres. En las sombras, pudimos ver a los bandidos patrullando el área», relata.
Muchos de los refugiados ahora se encuentran en Guidan-Roumdji, en Níger, comparten relatos similares sobre incursiones por parte de hombres armados que someten a las poblaciones locales a todo tipo de violencia. Hablan de grupos de hasta 20 hombres que se presentan en los pueblos con rifles, intimidan a los habitantes y les preguntan si son dueños de una propiedad o si conocen a alguien así. Llega a terminar en robos, secuestros, asesinatos, violaciones o torturas. El miedo está muy extendido, ya que aquellos cuyos pueblos aún no han sido atacados temen ser los próximos.
A finales de mayo, nuestros equipos evaluaron la situación en Guidan-Roumdji. Los refugiados se hospedan con familias anfitrionas y en escuelas o edificios abandonados. “Si bien algunos de los gobiernos de los países más ricos prefieren rechazar a los refugiados y empujarlos de nuevo hacia el peligro, aquí vemos a comunidades que se encuentran bajo una enorme presión dando la bienvenida, en cuestión de unas pocas semanas, a 20.000 personas que buscan seguridad. Pero las condiciones son muy precarias y la afluencia actual de refugiados está sobrecargando los servicios y recursos locales», describe Abdul Aziz O. Mohamed, nuestro coordinador general en Níger.
Más refugiados que locales
Los refugiados recién llegados incluso superan en número a la población local en algunos sitios. Según las autoridades locales, unas 300 familias albergan actualmente a más de 450 familias de refugiados en el área de Tankama, y más de 4.500 refugiados llegaron a Bassira, que cuenta con menos de 3.000 habitantes.
«Además de las diversas visitas y reuniones para evaluar la situación, también apoyamos de inmediato a los centros de salud, pues algunas pueden verse abrumadas rápidamente por la cantidad de pacientes que necesitan tratamiento», explica el doctor Am Abdul Rachid, quien gestionó la evaluación médica en Guidan-Roumdji. Donamos medicamentos y equipo técnico para tratar a los pacientes con las enfermedades más comunes, como la diarrea y la malaria.
Las tendencias de ingreso a los centros de alimentación terapéutica son estables, por el momento, pero es probable que esto cambie con el pico estacional de desnutrición y malaria que generalmente afecta a la región entre el periodo de julio a octubre. Otro factor preocupante es que la gran mayoría de los niños refugiados nunca han recibido una vacuna en sus vidas.
“La situación de salud es delicada. A través de nuestro proyecto pediátrico actual en colaboración con el Ministerio de Salud en Maradi, en el área de Madarounfa, continuaremos siguiendo de cerca el desarrollo de la situación en Guidan-Roumdji, y estaremos listos para intervenir más ampliamente si fuera necesario«, indica el doctor A. M. Abdul-Rachid. Como las infraestructuras locales no están diseñadas para servir a una población tan grande, no solo se necesita atención médica, sino refugios, servicios de saneamiento adecuados y un mejor acceso a alimentos y agua potable, entre otros servicios esenciales.
Con los refugiados
Empezamos a trabajar en Níger en 1985. Además de nuestro proyecto médico en Maradi, nos enfocamos en reducir la mortalidad infantil, mejorar la calidad de la atención pediátrica y materna, y ayudar a los supervivientes de la violencia y desplazamiento en todo el país, desde Diffa hasta Zinder, Tahoua y Tillabéri. También facilitamos el acceso a servicios médicos de calidad para las personas que se desplazan en la región de Agadez, incluidos los migrantes. Nuestros equipos responden regularmente a brotes de enfermedades y ayudan a las autoridades sanitarias a mejorar la cobertura de inmunización para proteger contra enfermedades como el cólera, el sarampión y la meningitis, según sea necesario. Níger alberga a 200.000 refugiados, la mayoría de ellos procedentes de Nigeria, y casi la misma cantidad de desplazados internos. Además, Níger ha brindado seguridad a más de 2.700 refugiados evacuados de Libia y que esperan en Niamey para ser reasentados en terceros países.
También trabajamos en Sokoto y Zamfara, en Nigeria, y actualmente estamos adaptando nuestros servicios médicos para responder a las nuevas necesidades relacionadas con la escalada de violencia en los estados. En Zamfara, desde 2010 proporcionamos atención médica a niños que sufren de envenenamiento por plomo, y brindamos atención nutricional y pediátrica en el hospital de Anka y otras clínicas. En Sokoto, desde 2014 proporcionamos cirugías reconstructivas y atención médica gratuitas a personas afectadas por el Noma en el Hospital Infantil de Noma de la ciudad de Sokoto.