Durante años, los territorios de Masisi, Walikale y Rutshuru, en el sur de Kivu Norte, en República Democrática del Congo, han estado plagados de violencia armada y bandidaje. En los últimos meses, estos enfrentamientos armados se han intensificado, agravando aún más la situación humanitaria y causando un número significativo de personas desplazadas así como signos preocupantes de desnutrición, violencia sexual y heridas de bala en el seno de la comunidad.
«Desde principios de año, el número de víctimas de violencia sexual que hemos tratado en Masisi se ha duplicado en comparación con el año pasado, y hemos visto un aumento en los casos de desnutrición», subraya Ewald Stals, nuestro coordinador en la zona de salud de Masisi.
“La escalada de enfrentamientos armados también ha llevado a que más personas sean tratadas por heridas de bala, y a un aumento en las familias desplazadas que llegan a campos ya de por sí superpoblados y donde el acceso al agua y al saneamiento es escaso. Como era de esperar, se han reportado casos de cólera y hemos tenido que establecer rápidamente un centro de tratamiento.”
¿Y las organizaciones humanitarias?
De enero a septiembre de 2019, nuestros equipos que trabajaron en Masisi, Rutshuru y Walikale trataron a más de 11.220 niños desnutridos, 2.310 víctimas de violencia sexual y 1.980 heridos por armas. A pesar de esta crítica situación, estos territorios, a menudo conocidos como el ‘pequeño norte’ de Kivu del Norte en el sector humanitario, sufren una evidente falta de asistencia por parte de las organizaciones humanitarias.
«En los últimos años, varias ONG han abandonado esta zona a causa de la inseguridad, las dificultades para moverse en la región y la falta de fondos», explica Karel Janssens, nuestro coordinador general en República Democrática del Congo.
“Dada esta reducción en el número de organizaciones, hemos respondido a un número creciente de necesidades tanto médicas como no médicas, especialmente en los campos. Ahora estamos funcionando a máxima capacidad, y otras organizaciones de emergencia deben regresar con urgencia y ayudar a responder a las enormes necesidades humanitarias en el terreno”.
Según estimaciones recientes, más de 687.500 personas viven en campos para desplazados internos o son acogidas por familias locales en los territorios de Masisi, Rutshuru y Walikale.
Durante meses, hemos abogado por el retorno sobre el terreno de otras organizaciones humanitarias. De estos esfuerzos resultaron en la llegada de un puñado de organizaciones con financiamiento temporal del Fondo Humanitario del país, a mediados de noviembre.
«Este apoyo es temporal y está lejos de ser suficiente para satisfacer las necesidades», comenta Janssens. “Dada la magnitud de la crisis, se necesita una respuesta humanitaria mucho mayor en el sur de Kivu Norte, con organizaciones presentes en el terreno y que se benefician de fondos a más largo plazo. El Plan de Respuesta Humanitaria 2020 para República Democrática del Congo debe tener esto muy en cuenta en su próxima revisión.”