El pasado 1 de junio se declaró un nuevo brote de ébola en la provincia de Ecuador, en el oeste de República Democrática del Congo (RDC). Es el undécimo brote de ébola que tiene lugar en el país desde que se llevan a cabo registros.
Aparecido mientras la RDC bregaba aún con los últimos casos de la décima epidemia, en curso en el noreste del país desde agosto de 2018 hasta junio de 2020, y en el contexto de la pandemia de COVID-19, este nuevo brote de ébola ya se ha extendido a 12 zonas sanitarias de la provincia.
Afortunadamente, la región no se enfrenta a los mismos desafíos de seguridad y de violencia que afectan a la región del noreste del país donde tuvo lugar la epidemia anterior. Sin embargo, los desafíos logísticos en la provincia de Ecuador son enormes: se trata de una región con zonas de muy difícil acceso y en la que hay pueblos a los que solo se puede llegar a través de vías fluviales. Para llegar a otras localidades, hay que caminar horas y horas a través de bosques, mientras que para acceder a las zonas más aisladas solo hay un helicóptero cuyo uso tienen que compartir todas las organizaciones humanitarias presentes en la zona.
«El equipo de emergencias de Médicos Sin Fronteras en RDC dispone de forma permanente de unas reservas preposicionadas entre las que contamos con vehículos, motos o motores fuera borda para instalar en barcos o canoas», explica Mathias Dembo, coordinador logístico de MSF. “Este equipo se despliega de acuerdo a las dificultades geográficas de las áreas donde vamos a intervenir. Y en el caso de Ecuador, nos encontramos con todo tipo de retos. Para llegar a la zona de salud de Bolomba, por ejemplo, tuvimos que remontar en canoa el río Likelemba con todos los materiales, medicamentos y personal”.
Desplegados lo más cerca posible de los focos activos
Tras la declaración de esta decimoprimera epidemia de ébola en República Democrática del Congo, MSF envió equipos a las zonas sanitarias de Bolomba, Bikoro, Monieka, Ingende y Lotombe para frenar la propagación de la enfermedad, apoyar la vigilancia comunitaria y proporcionar tratamiento rápido a los pacientes que se encontraban en aquellas áreas de más difícil acceso en donde el virus estaba activo.
«La epidemia se está trasladando con la población, por tierra y río, a áreas remotas, en una provincia donde la infraestructura es escasa y donde las aldeas están lejos unas de otras», explica la Dra. Maria Mashako, coordinadora médica de MSF. “Por esa razón estamos implementando una respuesta descentralizada y desplegando nuestros equipos prioritariamente en las áreas de salud afectadas más remotas, a través de pequeñas estructuras a las que las comunidades puedan acceder fácilmente».
Actualmente, MSF está prestando apoyo a nueve centros de tratamiento y aislamiento en cinco zonas de salud, con el objetivo de ofrecer atención médica lo más cerca posible de los focos activos.
En la zona de salud de Bolomba, además de apoyar al centro de tratamiento del ébola que se ha instalado en el hospital general, MSF ha establecido otras dos pequeñas unidades de tratamiento y aislamiento en las alejadas áreas de salud de Boso Mondomba y Yuli. El mismo enfoque descentralizado se ha adoptado en las zonas de salud de Monieka y Bikoro, donde MSF apoya cuatro pequeñas estructuras de atención médica y aislamiento en áreas de salud remotas.
“No solo estamos dando apoyo en la respuesta al brote de ébola”, explica el Dr. Mashako. “También estamos prestando servicios en los centros de salud que se encuentran en los lugares donde hay focos epidémicos activos y en los ejes principales de Bolomba y Bikoro. Nuestro objetivo es garantizar la continuidad de los servicios de atención primaria y ayudar en la detección temprana de los casos sospechosos. Esto se logra, por ejemplo, mediante la donación de medicamentos, la formación del personal médico local en lo que se refiere al virus del ébola, o mediante el fortalecimiento de la prevención y el control de infecciones«.
La importancia de lograr la implicación de las comunidades
En Ecuador la población dispone de muy poca información sobre la epidemia. Aunque hay zonas que sí se habían visto afectadas por anteriores brotes, hay lugares en los que se enfrentan al ébola por primera vez. Por esta razón, los equipos de promoción de la salud de MSF están apoyando a los del Ministerio de Salud del país para fortalecer la concienciación y la vigilancia comunitaria. En Bolomba, Bikoro y Monieka, estas actividades de sensibilización son una de las acciones clave en la respuesta de MSF.
«Mi hija contrajo el ébola y dos días después de su muerte yo también fui hospitalizado», explica Samwengi Bokuma.
«Tuve más suerte que ella, ya que estoy aquí para contarlo. Para evitar más tragedias en la comunidad, me uní al equipo de MSF. Desde hace semanas comparto mi caso con las comunidades que visitamos y les explico cuáles son los síntomas de la enfermedad. De esta forma, al menos puedo honrar la memoria de mi hija».
«Este enfoque basado en las comunidades permite que estas se encuentren más preparadas para detectar casos sospechosos y puedan dar la voz de alarma rápidamente», continúa la Dra. Mashako. “Permite que las propias comunidades jueguen también un papel importante en dar respuesta a la epidemia».
Los enfoques descentralizados para responder a la epidemia también complementan a la vacunación que están llevando a cabo otros actores implicados en la respuesta y que se está también apoyando desde MSF. Desde el inicio de la vacunación el pasado 5 de junio, la vacuna -rVSV-ZEBOV-GP, que ya fue utilizada en el este del país durante la décima epidemia, se ha administrado a unas 26.500 personas, según los datos oficiales.
A día 5 de septiembre, se habían registrado un total de 112 casos de enfermedad por el virus del Ébola en la provincia de Ecuador (106 confirmados, 6 probables), incluidas 48 muertes. Situada cerca de la capital, Kinshasa, la provincia de Ecuador experimentó su última epidemia de ébola hace dos años, entre mayo y julio de 2018. Las zonas de salud de Bikoro e Iboko, así como la ciudad de Mbandaka, fueron en su momento el epicentro del noveno brote de la enfermedad por el virus del Ébola que se identificaba en el país.